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Artículos 26 noviembre 2024

La relación entre la inflamación y el envejecimiento: cómo una dieta antiinflamatoria puede alargar tu vida

Dra. Ingrid Baquero Mejia Inmunólogo
Dra. Ingrid Baquero Mejia
Inmunólogo

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Diversos estudios indican que a medida que las personas envejecen, en la sangre circulan cantidades crecientes de citoquinas proinflamatorias y otras moléculas relacionadas con la inflamación, junto con un aumento de la inflamación localizada.

Numerosos estudios han identificado decenas de cambios biológicos que se corresponden con la edad. Todos esos rasgos distintivos del envejecimiento están asociados a la inflamación, y ésta se considera un pilar del envejecimiento.

Con el paso de los años, el daño del ADN dentro de las células se acumula, especialmente en las puntas de los cromosomas en regiones protectoras llamadas telómeros, que son largos tramos de ADN agrupado. Cuando una célula se divide, sus telómeros se acortan hasta alcanzar una longitud crítica que la célula percibe como daño o inestabilidad del ADN, lo que puede inducir la senescencia celular. Cuando los telómeros se dañan, inician un proceso de señalización a través de proteínas que activan y desactivan determinados genes. Algunos de los genes afectados favorecen la función de las mitocondrias, organelas encargadas de la producción de energía. Como consecuencia de la alteración genética, las mitocondrias se vuelven defectuosas y filtran su ADN a las células, lo que desencadena la
inflamación.

A medida que se instala esta inflamación crónica, al sistema inmunitario le resulta más difícil realizar tareas rutinarias, como detectar y eliminar células cancerosas y patógenos, lo que podría aumentar las probabilidades de desarrollar enfermedades. Esta creciente comprensión de la inflamación como un circuito incesante de pasos que la exacerban permiten también conocer y generar nuevas formas de romper el ciclo.

Relación entre envejecimiento e inflamación

El sistema inmune y diferentes órganos y tejidos participan, y se ven afectados de forma recíproca, por el envejecimiento. A lo largo de la vida adulta podemos observar que existe un incremento en la incidencia de patologías infecciosas y algunos tipos de cánceres. Estos eventos se han asociado con una disminución gradual de las funciones del sistema inmunitario. A este deterioro de la función inmunitaria asociado con el proceso de envejecimiento se denomina inmunosenescencia, la cual se caracteriza por cambios inmunológicos representados por alteraciones más o menos severas en los mecanismos de inmunidad celular, entre las que destacan:

  • Un agotamiento de la población de linfocitos T vírgenes o que no han tenido contacto con antígenos, con incremento de los linfocitos T memoria
  • Un estado de pasividad funcional en los mecanismos de inmunidad innata mediados por macrófagos y células asesinas naturales o NK.

Cómo consecuencia de estos hechos, se produce un desbalance en la respuesta inmune, inclinando la balanza hacia la derivación de la respuesta hacia mecanismos de inmunidad humoral.

Causas del envejecimiento

Existen gran variedad de estímulos que desencadenan y mantienen la inflamación asociada al envejecimiento entre ellos se puede destacar:

  1. Acumulación de desechos celulares y moléculas defectuosas o tóxicas” basura molecular”.
  2. Envejecimiento celular, con los años se pierde la capacidad celular de renovarse, se vuelven células senescentes, las cuales producen citoquinas inflamatorias que activan al sistema inmune y por tanto generan o perpetúan la respuesta inflamatoria favoreciendo la inflamación.
  3. Infecciones crónicas, por ejemplo, herpes virus, ante la disminución de la capacidad de respuesta inmunológica frente a virus u otros patógenos.
  4. Deficiencias de mecanismos anti -inflamatorios.
  5. Alteración de la arquitectura intestinal y de los mecanismos de barrera que permite cambios de la microbiota y composición de la flora intestinal permitiendo la translocación bacteriana lo cual promueve la inflamación tanto local como general.
mujer mayor espejo tocando piel cara envejecer La inflamación crónica de bajo grado tiene un papel importante en el desarrollo y evolución del envejecimiento.

Tratamiento inflamación durante el envejecimiento

Dentro de los tratamientos realmente podemos afirmar que el enfoque es más comportamental dado que se afirma que hay medidas sencillas que las personas pueden tomar para combatir la inflamación en su propio cuerpo, dentro de los cuales cabe destacar, el ejercicio. La actividad física regula y potencia la reparación del ADN, mejora la función mitocondrial, activa sustancias que benefician al sistema inmune, reduciendo el riesgo de cáncer, diabetes, cardiopatías y Alzheimer. Se ha descrito que las más beneficiosa es la actividad vigorosa regular, de 15 minutos al día, pudiendo marcar la diferencia, incluso actividades de ocio pueden ayudar. Es de recalcar que siempre que se indica ejercicio en la persona mayor, se recomienda que sea guiado y vigilado.

Las opciones dietéticas también pueden mejorar el estado inflamatorio crónico de la inflamación, diversos estudios apoyan la dieta de estilo mediterráneo, la cual enfatiza en cereales integrales, productos agrícolas, frutos secos y el pescado. Otro aspecto a tener en cuenta para ayudar a mantener el microbioma intestinal sería intentar comer una amplia variedad de verduras, dado que este tiende a volverse menos resistente contribuyendo al aumento de los niveles de inflamación con la edad.

La grasa corporal libera citoquinas que favorecen la inflamación, por lo que utilizar el ejercicio y la dieta para controlar el peso puede tener beneficios adicionales. También es aconsejable evitar tóxicos externos, y por ello siempre está presente la recomendación de evitar o dejar de fumar, ya que es un hábito conocido por aumentar los daños en el ADN y favorecer la inflamación.

Encontrar formas de relajarse es otro objetivo útil, ya que el estrés crónico se ha relacionado con el acortamiento de los telómeros, la aceleración del envejecimiento, las enfermedades inflamatorias y un compromiso importante que altera la función adecuada del sistema inmunológico, generando alteraciones en la respuesta y capacidad de defensa de las células inmunes. Por otra parte, el descanso y reparación asociado a un sueño adecuado y a unas horas de dormir que lo permitan son fundamentales. Otras técnicas asociadas a la reducción del estrés como la meditación puede ayudar a este cometido.

Por tanto, hábitos saludables como éstos son importantes durante toda la vida, sin embargo, cobran especial relevancia a medida que los mecanismos que protegen nuestras células del daño pierden funcionalidad con la edad. Ese daño acumulado es una fuente clave de inflamación. Por tanto, estrategias que permitan detenerlo o al menos modularlo son válidas. Es posible modular y reforzar el sistema inmune a través de la alimentación, aspectos como la inmunonutrición o la modulación de la microbiota pueden realizarse, pero siempre en manos un experto y profesional de la salud, desde la inmunología clínica se pueden realizar estudios en sangre que permitan conocer el estado inmunológico y su capacidad de respuesta y según ello establecer pautas de acompañamiento.

El envejecimiento es uno de los fenómenos biológicos más complejos. En las últimas décadas se ha reconocido que la inflamación crónica de bajo grado tiene un papel importante en el desarrollo y evolución del envejecimiento. Así, tanto la inflamación como el envejecimiento se han asociado con numerosas enfermedades (oncológicas, neurodegenerativas, cardiovasculares, etc.).

El sistema inmune y diferentes órganos participan, y se ven afectados de forma recíproca, por el envejecimiento y por este estado de inflamación crónica de bajo grado. Estas alteraciones también afectan la microbiota intestinal, lo que a su vez exacerba algunos de los procesos antes señalados.

Esta inflamación de bajo grado que se cronifica puede entonces, ser valorada y estudiada en el individuo con el fin de modularse. Sin embargo, estrategias de hábitos saludables asociados a la dieta y el ejercicios lo permiten, y pueden ser realizados por la población en general, la cual al hacerse consciente de lo beneficios que conlleva para su salud permite reafirmar la máxima que no es envejecer por envejecer sino “SABER ENVEJECER”.

Referencias

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