El herpes zóster (HZ), es una infección viral, producida por la reactivación del virus varicela-zóster (VZV) se caracteriza por dolor o ardor punzante y erupción vesicular en el dermatoma afectado y la localización de los síntomas depende del nervio al que afecta. El dolor aparece varios días antes de la erupción y puede persistir durante varios meses después de que se haya resuelto la erupción, la cual se resuelve alrededor de 4 a 5 semanas.
El virus varicela-zóster (VVZ) es uno de los ocho virus conocidos de la familia de los virus herpes. Se encuentra distribuido a nivel mundial. En términos generales se entiende que cuando una persona se infecta por primera vez o primoinfección de la enfermedad apareciendo la varicela y en reactivaciones posteriores, el herpes zoster, conocido comúnmente como culebrilla.
Una vez que el individuo se infecta por primera vez con el VVZ, este queda latente en los ganglios sensoriales. Cuando ocurren episodios donde se nos disminuye la inmunidad, lo cual puede suceder de manera natural con la edad avanzada, por la toma de ciertos medicamentos o por la presencia de enfermedades que afectan la defensas, estos virus latentes pueden reactivarse y dar lugar al herpes zóster. La principal complicación del herpes zóster es la neuralgia posherpética, que consiste en dolor en la zona del territorio afectado que persiste más de un mes, incluso una vez curadas las lesiones en la piel.
La varicela es una enfermedad altamente contagiosa. Se calcula que más del 90% de las personas que conviven con alguien afectado por la varicela se contagian. El VVZ se disemina por el aire desde la faringe de la persona con varicela cuando esta tose o estornuda, o en menor medida directamente desde las vesículas de la varicela o del herpes zóster diseminado.
El contagio sucede cuando otra persona respira estos virus dispersos en el aire, o cuando su piel entra en contacto directo con las vesículas de la persona infectada. La enfermedad es tanto más contagiosa cuanto mayor es el número de lesiones cutáneas que presenta la persona infectada. Las personas previamente vacunadas también pueden contraer la varicela, si bien en estos casos la enfermedad habitualmente es mucho menos grave, con menos lesiones y menos complicaciones, y por lo tanto también es menos contagiosa, pero puede ocurrir. En términos generales, una vez contraída la varicela puede infectar a otras desde dos días antes de la aparición de las lesiones cutáneas hasta que se secan, se incuba entre 10 y 21 días.
Dentro de los primeros síntomas del herpes zóster, los cuales son inespecíficos, encontrándose en otras enfermedades, incluye:
De forma general y enumerados:
En individuos inmunodeprimidos, es decir, aquellos pacientes que presentan alteraciones de su sistema inmune puede producirse herpes zóster generalizado, donde las lesiones aparecen a distancia del dermatoma afectado al diseminarse el virus por vía hematógena desde el ganglio, el nervio o la piel infectada, complicando el cuadro y dando posibilidad a sobreinfecciones bacterianas de no ser tratado y controlado.
El herpes zóster puede ser confundido con el herpes simple, la dermatitis herpetiforme y el impétigo, y con lesiones cutáneas producidas por candidiasis, erupciones debidas a fármacos, dermatitis de contacto y picaduras de insectos. Por tanto, es posible realizar pruebas de laboratorio para confirmar la sospecha clínica, y hacer su diagnóstico. La prueba más utilizada es aquella que detecta los anticuerpos IgM específicos del VVZ en la sangre. Estos aparecen durante el curso del herpes zóster y la varicela, pero no se encuentran mientras el virus está latente.
Como opciones profilácticas, es decir, para evitar o disminuir la posibilidad de contagio, tenemos la vacuna contra VVZ, es una vacuna atenuada compuesta por virus vivos que han perdido su virulencia y patogenicidad. Estos se multiplican en el organismo del huésped con normalidad y provocan una respuesta inmune al igual que lo haría durante una infección natural, pero sin provocar un estado patológico o de enfermedad. Reforzándose así la inmunidad específica al VVZ en esta persona vacunada.
Otra manera que intenta reducir el riesgo de padecerlo o de que se reactive, es mantener fuerte al sistema inmune con la ingesta de micronutrientes, como vitaminas antioxidantes (vitamina A, C, E) o la vitamina B, así como el consumo de fruta fresca entre otros hábitos saludables.
Diversos factores son considerados como probables desencadenantes de la reactivación del VVZ. Todos ellos cursan con una disminución de la capacidad del sistema inmunitario para continuar manteniendo el virus en estado latente. Entre estos factores se encuentran:
Sin embargo, los eventos patogénicos que conducen a la reactivación aún siguen siendo objeto de estudio.
No dudes en pedir cita con un inmunólogo si necesitas ayuda.
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