La tiroides es una glándula en forma de mariposa situada en la parte inferior del cartílago tiroideo, en la zona anterior al cuello.
Juega un papel fundamental en la producción de hormonas que regulan el metabolismo, crecimiento y desarrollo. Para ello produce dos tipos de hormonas: T4 (tiroxina) y T3 (triyodotironina). Cuando disminuye la producción de estas hormonas, aparece el hipotiroidismo, causante de la disminución del metabolismo, lo cual ocasiona entre otros síntomas:
Si por el contrario aumenta la producción de estas hormonas, aparece el hipertiroidismo, causante del aumento de metabolismo, con las siguientes consecuencias:
La forma más común de hipotiroidismo es la enfermedad de Hashimoto, una alteración del sistema inmunitario en el que las células atacan a la glándula tiroides.
La dieta desempeña un papel fundamental en el cuidado de la salud del tiroides
Existen alimentos que pueden inflamar la tiroides y por tanto se deben evitar:
Otros alimentos pueden bloquear la utilización y absorción del yodo y por tanto se debe reducir su consumo:
En cuanto al gluten, cada vez existe mayor evidencia científica que relaciona la enfermedad celíaca con las enfermedades autoinmunes del tiroides, pero siempre se debe individualizar
Yodo: Se une a la tiroglobulina, se hidroliza y da lugar a T3 y T4. Es un mineral que se encuentra en el suelo y en el mar, por lo que lo encontramos tanto en vegetales como en pescados y mariscos. Cuidado con las algas, que tienen un contenido tan alto en yodo que puede interferir en la glándula tiroides. Una buena opción es el consumo de sal yodada.
Selenio: Juega un papel fundamental en la producción de hormonas tiroideas y como antioxidante. Lo encontramos en atún, pollo, huevos, nueces de Brasil, cereales integrales, marisco, mejillones y lácteos.
Hierro: Su déficit deteriora el metabolismo tiroideo, ya que la enzima responsable de la producción de hormonas tiroideas es una enzima hemo (que contiene hierro). La forma más biodisponible la encontramos en carne roja, mejillones, sardinas y huevos. Aunque también existe en frutos secos, espinacas, legumbres y pan integral. Disminuye la absorción del hierro y por tanto se debe consumir apartado de la toma de alimentos ricos en hierro: cacao, café, té y lácteos. Aumenta la absorción del hierro y por tanto se debe consumir junto a la toma de alimentos ricos en hierro, todos aquellos que contengan vitamina C como cítricos, kiwi, pimiento o tomate.
Vitamina A: Regula la producción de TSH. La encontramos en zanahoria, pimientos, tomate, mango, verduras de hoja verde y calabaza.
Magnesio: Contribuye a la función de la hormona tiroidea además de tener un papel antiinflamatorio. Lo encontramos en: avena, cacao, semillas de calabaza.
Vitamina D: En pescados azules, huevos, aguacate, lino y lácteos enteros.
De forma general, los alimentos a potenciar son:
Otros hábitos de vida saludables a tener en cuenta son:
Ensalada de quinoa con vegetales frescos como espinacas, tomate, pepino y pimientos, aliñada con AOVE.
Pollo, pavo o huevo a la plancha.
Pieza de fruta.
Una rebanada de pan integral 100%.
Sardinas a la plancha con guarnición de arroz integral.
Ensalada fresca de espinacas con tomate cherry y aguacate, aliñada con AOVE y vinagreta de limón.
Yogur natural.
En resumen, seguir una dieta saludable y equilibrada puede beneficiar la salud del tiroides.
Se deben incluir alimentos como pescados y mariscos, nueces, semillas, frutas y verduras frescas, carnes magras y granos enteros. Así como evitar alimentos procesados, grasas saturadas y azúcares.
No olvidar que cada persona es única y es recomendable consultar con un nutricionista para ajustar la dieta según las necesidades individuales.
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