Artículos 18 diciembre 2023

Alimentación o hambre emocional: ¿cómo afectan a tu salud?

Beatriz Dosdá Las Heras Dietista Nutricionista
Beatriz Dosdá Las Heras
Dietista Nutricionista

Es normal que la alimentación esté relacionada con nuestras emociones y no hay que verlo siempre como algo malo o patológico.

Desde que somos niños se establece una relación emocional con la alimentación, ya que suele crearse un vínculo especial con la persona o personas que nos alimentan. A medida que crecemos es bastante habitual compartir alimentos en celebraciones de índole social con una connotación emocional de reunión y unión entre amigos y familiares y de celebración. También encontramos la función de los alimentos como “regalo”, para demostrar afecto o cariño por ejemplo cuando alguien regala una caja de bombones o invita a otra persona a cenar a un restaurante.

Por otro lado, algunos alimentos contienen compuestos que influyen a nivel cerebral produciendo sensaciones positivas como es el caso del chocolate.

Partiendo de aquí, podemos decir que la alimentación emocional es algo habitual, que forma parte de la cultura de los seres humanos y no tiene por qué resultar negativo.

El problema reside cuando la comida es el principal mecanismo para la gestión de las emociones. A modo de ejemplo, tomar un trozo de tarta en un cumpleaños para celebrar, para compartir o para experimentar placer (a pesar de que no se sienta un hambre real fisiológica) no es un problema. Asimismo cuando se está premenstrual puede apetecerte más chocolate que en otros momentos del mes.

Pero si cada vez que se siente una emoción negativa se acude a la comida dulce o procesada para intentar calmar esa emoción entonces sí puede llegar a ser un problema y puede afectarnos a nivel físico y psicológico.

¿Crees que tienes hambre emocional y que te perjudica de alguna manera? Si tienes dudas puedes consultarlo en el siguiente test del hambre emocional.

Cuando el hambre emocional se ha vuelto “patológico” y se relaciona con la ansiedad por comer, el comer compulsivamente, atracones, la culpa etc. Es momento de plantearse cómo podemos poner remedio a la situación.

El primer paso debería consistir en entender que la comida no es el foco del problema, sino que es la “tapadera” generalmente de una situación de estrés o ansiedad. Habría que indagar qué emociones te llevan a querer comer cuando no tienes hambre y buscar alternativas que te ayuden a calmar esa emoción y no tengan nada que ver con la comida, Por ejemplo, si comes porque estás estresado, es porque lo haces para relajarte o satisfacerte y por tanto sería interesante tener otros recursos que puedan producir esta emoción positiva como por ejemplo darte un baño relajante, pintar, leer, dar un paseo…

Para ayudarnos a profundizar en ello y darnos herramientas, los mejores profesionales son los psicólogos.

mujer joven jersey rojo movil mano naranjas cocina Es importante no llegar a las comidas con mucha hambre.

Hábitos para evitar el hambre emocional

No obstante desde la perspectiva alimentaria pueden establecerse algunos hábitos y comportamientos que pueden ayudarnos a controlar mejor estas situaciones, algunos consejos son:

  • El primer punto es algo muy sencillo y muy repetido, ¡no debemos llegar a las comidas con un hambre voraz! Si hemos dejado demasiadas horas entre una comida y otra, o si a la comida anterior le faltó proteína, fibra y/o grasa saludable o le sobró azúcares simples es probable que lleguemos con demasiada hambre y engullamos en vez de comer. Lo mejor es revisar esto de forma individualizada, para decidir cuál es el número de ingestas adecuado y qué alimentos se deben priorizar.
  • Saber comer es una de las cosas más importante que puedes hacer para mejorar tu estado de salud y por ello tenemos que planificarlo, debemos contar con que al menos nos llevará un tiempo de treinta minutos para poder hacerlo sin prisas. Además debemos tener en cuenta que no vale cualquier sitio para comer, si es posible debemos tratar de seleccionar un lugar apropiado que nos permita cierta tranquilidad. No es lo mismo, por ejemplo, comer solo frente al ordenador mientras trabajamos que en un comedor o restaurante acompañado de familiares o amigos.
  • Si es posible, siempre debemos escoger comer sentado con el plato, cubiertos, servilleta y vaso y aplicarlo a las cinco comidas del día, incluido la media mañana o la merienda. Así que ¡¡olvídate de andar picoteando en la cocina de pie!! si acostumbras a hacerlo, te invito a que hagas un registro diario de todo lo que comes de esta manera, seguro que te sorprendes al ver que es bastante más de lo que piensas.
  • Otro aspecto a tener en cuenta es la importancia de servirnos en el plato lo que vamos a comer en vez de andar picoteando de platos comunes.
  • Es también importante parar antes de empezar a comer, respirar para comenzar la comida sin un nivel de estrés demasiado alto. Puede ser útil hacer unas respiraciones abdominales antes de comer o unos minutos de meditación.
  • Por último, si una vez finalizado el plato (la ración que nos habíamos servido) sentimos que tenemos más hambre, podemos intentar esperar 10 minutos. Tras este tiempo comprobaremos si seguimos sintiendo hambre o no, créeme, lo más habitual es que ya no la sintamos.
  • Además si quieres obligarte a ser más consciente de lo que estás comiendo puede ser interesante probar a comer alguna comida con palillos para reducir un poco la velocidad.

Por último si empiezas a darle vueltas a algo sobre si te lo comes o no, lo mejor es que te lo comas cuanto antes y evitar gastar más energía mental en ello. Eso sí, disfrutando, saboreando, una ración adecuada y preferiblemente en compañía. No dudes en hablar con nutricionista si necesitas ayuda. También puedes consultar nuestra guía: Comprender la obesidad: una guía completa sobre causas, consecuencias y prevención.

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