La rosácea es una patología cutánea prevalente que muestra una mayor frecuencia en mujeres con fototipos cutáneos claros, aunque afecta también a hombres. Etiológicamente, la rosácea es compleja e involucra un espectro de factores genéticos, inmunológicos, microbianos y ambientales. Se postula que alteraciones en la homeostasis dérmica, tales como la hiperproducción sebácea y la consiguiente proliferación excesiva del ácaro Demodex, un ácaro comúnmente hallado en la piel humana, que puede estar detrás del proceso inflamatorio característico de esta enfermedad (entre otros factores).
La reactividad aumentada y la dilatación permanente de los vasos sanguíneos contribuyen a la característica rojez facial. Además, todo esto conduce al deterioro de la barrera cutánea produciendo una piel sensible y reactiva, exacerbando los síntomas.
Generalmente, se diagnostica la rosácea observando los síntomas sin necesidad de pruebas específicas o biopsias. Los individuos afectados experimentan enrojecimiento facial, especialmente en las mejillas y la nariz, acompañado a menudo por pústulas rojas o blancas. Los vasos dilatados, o telangiectasias, son visibles en estas áreas, y los cambios de temperatura, el consumo de alimentos picantes o alcohólicos, entre otros factores, pueden intensificar la irritación. Adicionalmente, los ojos rojos e irritados pueden ser un síntoma coexistente, y en estadios avanzados, especialmente en hombres, se puede observar una nariz roja, abultada y deformada, conocida como rinofima.
El tratamiento de la rosácea implica un enfoque escalonado que abarca desde tratamientos tópicos hasta terapias con luz, personalizado según el tipo y severidad de la rosácea de cada paciente.
Aquí resumo las diferentes opciones de tratamientos, pudiéndose combinar en función de las características de cada paciente:
Llevar una dieta sana, evitando además desencadenantes como el picante y el consumo de alcohol. El abordaje integral de la rosácea es fundamental, siendo uno de los pilares una alimentación sana en la que debe predominar el consumo de frutas y verduras, minimizando el consumo de productos procesados.
La isotretinoína es efectiva en casos graves o resistentes a otros tratamientos, siendo también útil en Rinofima en estadios precoces. Reduce el tamaño de las glándulas sebáceas y la producción de sebo. Se debe evitar en embarazadas.
Cada vez hay más evidencia de la influencia del microbioma intestinal en múltiples patologías dermatológicas, entre ellas la rosácea, pudiendo ser útil determinadas cepas probióticas como tratamiento complementario
En conclusión, la rosácea es una condición dermatológica crónica y multifactorial que predomina en individuos con fototipos claros, presentando una amplia gama de manifestaciones clínicas que van desde enrojecimiento y lesiones pustulosas hasta alteraciones oculares y rinofima.
Su manejo es personalizado y multidisciplinario, cuyo objetivo es controlar la disfunción de la glándula sebácea, disminuir la presencia de demodex y restaurar la función barrera de la piel, siendo clave las medidas de cuidado cutáneo y la combinación de diferentes terapias que van desde tratamientos tópicos hasta medicación oral o terapias avanzadas de luz, pudiéndose conseguir en multitud de casos grandes mejorías. Los avances recientes apuntan a la relevancia del microbioma en su patogenia, abriendo nuevas vías para tratamientos complementarios con probióticos y enfatizando en la importancia de un abordaje integral de dicha patología. Consulta nuestra guía: Despejando el enigma de la rosácea: una guía completa para el cuidado de la piel y el bienestar emocional y resuelve todas tus dudas.
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