Claudia Castilla, Especialista Contenido Médico
La psoriasis es una enfermedad autoinmune crónica que afecta a la piel y, en algunos casos, a las articulaciones. Se caracteriza por la aparición de placas rojas, escamosas y gruesas en la superficie cutánea. Esta afección no es contagiosa y se produce cuando el sistema inmunológico envía señales erróneas que aceleran el crecimiento de las células de la piel.
En lugar de renovarse cada 30 días, como ocurre normalmente, las células de la piel se acumulan demasiado rápido, formando las placas características de la psoriasis. Estas placas pueden ser dolorosas, provocar picazón y sangrar. Aunque la psoriasis no tiene cura, existen diversos tratamientos disponibles para controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
La psoriasis puede aparecer a cualquier edad, pero es más común que se manifieste por primera vez entre los 15 y los 35 años. Algunos factores desencadenantes conocidos incluyen el estrés, las infecciones, ciertos medicamentos y el consumo de alcohol. La enfermedad también tiene un componente genético, lo que significa que es más probable desarrollarla si algún miembro de la familia la padece.
El diagnóstico de la psoriasis se basa principalmente en el examen físico y la evaluación de los síntomas cutáneos. Un dermatólogo, un médico especializado en enfermedades de la piel, puede identificar la psoriasis mediante la observación de las características distintivas de las placas.
En algunos casos, se pueden realizar pruebas adicionales para descartar otras afecciones similares o para determinar el tipo específico de psoriasis. Estas pruebas pueden incluir:
Es importante obtener un diagnóstico preciso, ya que la psoriasis puede confundirse con otras afecciones de la piel, como la eccema o la dermatitis seborreica.
El tratamiento de la psoriasis se adapta a cada individuo, dependiendo de la gravedad de los síntomas, el área del cuerpo afectada y la respuesta a los tratamientos previos. Los objetivos principales son controlar la inflamación, eliminar las placas y aliviar los síntomas como el picor y el dolor.
Existen diferentes opciones de tratamiento disponibles, que van desde terapias tópicas hasta medicamentos sistémicos y biológicos. En muchos casos, se utiliza una combinación de tratamientos para lograr los mejores resultados.
Los tratamientos tópicos son los más comunes y se aplican directamente sobre la piel afectada. Incluyen:
En casos de psoriasis moderada a grave, o cuando los tratamientos tópicos no son suficientes, se pueden considerar opciones de tratamiento sistémico o biológico. Estos medicamentos se administran por vía oral o inyección y actúan en todo el cuerpo.
Es esencial trabajar en colaboración con un dermatólogo para encontrar el tratamiento más adecuado y seguro para cada caso individual.
La psoriasis es una enfermedad crónica y desafiante, pero con un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado, es posible controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Es importante comprender que la psoriasis no es simplemente un problema estético, sino una afección que puede tener un impacto significativo en el bienestar físico y emocional.
Si quieres saber más puedes consultar nuestra guía para poder entender y tratar la psoriasis.
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