La disfunción eréctil es un trastorno infravalorado, infradiagnosticado e infratratado, ya que hasta el 84% de los afectados no consultan con un especialista y el 73% de los pacientes prefiere que le pregunten por la disfunción eréctil antes que preguntar, según un estudio publicado por la Asociación Española de Andrología, Medicina Sexual y Reproductiva (ASESA).
La disfunción eréctil puede suceder en situaciones concretas o ser generalizada. La podríamos definir como la dificultad para conseguir una erección, mantenerla o como la reducción de la rigidez de la erección.
Según un informe presentado por la Asociación para la Investigación en Disfunciones Sexuales en Atención Primaria (AISD-AP), en España casi el 42% de los varones han sufrido alguna vez este problema.
Existe un porcentaje importante de jóvenes, en torno al 25% según algunos recientes estudios, que experimentan fallos o disfunción eréctil antes de los 40 años.
El otro grupo de causas de disfunción eréctil, las causas orgánicas, tradicionalmente se ha considerado como menos relevante en este grupo de pacientes. Sin embargo, varios estudios han identificado causas orgánicas en el 15%-72% de esta población.
Entre estas causas orgánicas, acorde a recientes estudios de disfunción eréctil en población joven, corresponderían a: arteriogénica (32,1%), venogénica (16,7%), neurogénica (12,8%), endocrinológica (2,6%), inducida por fármacos (7,7%), mixta (11,5%) y desconocida (16,6%).
En cuanto a los principales factores de riesgo en este grupo de pacientes a la hora de desarrollar una disfunción eréctil, los más importantes son:
Un de las causas orgánicas más relevantes en los pacientes jóvenes, es la fuga venosa que a su vez se produce por varias causas: origen congénito, tras sufrir un traumatismo severo, patologías que afectan al sistema circulatorio como la diabetes, o un uso abusivo de los alargadores de pene, etc. La fuga venosa consiste en un conjunto de alteraciones en la arquitectura del pene, que afecta al tejido fibroelástico, que conlleva una pérdida del mecanismo de retención de sangre en el pene durante la erección, por lo que aunque el pene inicialmente pueda alcanzar una erección firme, ésta será de poca duración, siendo difícil mantenerla. Es fácil que se produzca sobre todo en los momentos de cambio de postura.
Terapia sexual y de pareja: es importante expresar, detectar y modificar las causas inmediatas y concretas para reducir el nivel de ansiedad, ya que es esta ansiedad anticipatoria ante el rendimiento sexual y la exigencia a funcionar la que desempeña un papel esencial tanto en el origen como en el mantenimiento de esta disfunción.
Cuando el paciente acude en pareja, la terapia se orienta hacia la cooperación e implicación de ambas partes, responsabilizándose y compartiendo el abordaje simultáneamente.
Medicación oral: inhibidores de la fosfodiesterasa: Sildenafilo, Tadalafilo, Vardenafilo, Avanafilop. La utilización de estos medicamentos activa el flujo sanguíneo en el pene permitiendo la erección. Es importante recordar que el consumo de ellos debe estar sujeto siempre a prescripción médica.
Inyecciones intracavernosas: Alprostadilo: la erección aparece a los 5-15 minutos y se mantiene en función de la dosis inyectada.
Implantes o prótesis de pene: la solución definitiva a los problemas de disfunción eréctil que no responden a otros tratamientos. También es uno de los tratamientos más habituales en pacientes intervenidos de cirugías pélvicas, como el cáncer de próstata y de vejiga que no logran tener erecciones, y en los casos de fuga venosa cuando no mejoran con los tratamientos farmacológicos.
Si sospechas que puedes estar padeciendo disfunción eréctil es esencial que consultes con un profesional. Independientemente de si el origen de los problemas de erección se debe a causas orgánicas o psicógenas la disfunción eréctil puede tener solución.
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