El acné es una patología de la piel muy común y que afecta en gran medida a la calidad de vida y la autoestima de quienes la padecen.
En el abordaje del acné, los dermatólogos ponemos especial atención a su prevención, ya que nuestros hábitos de vida tienen una influencia importante en su desarrollo.
Para ello, es fundamental el cuidado de la piel teniendo en cuenta unos conceptos básicos que os detallaré a continuación, con el objetivo de lucir una piel sana, bonita y libre de lesiones de acné.
El acné es una patología cutánea en cuya aparición intervienen múltiples factores, como son el efecto de las hormonas masculinas o andrógenos, la predisposición genética o el estilo de vida (hábitos de vida e higiene, alimentación, deporte…).
El factor fundamental para su desarrollo es la inflamación del folículo piloso por una sobreproducción de sebo por la glándula sebácea. Estas glándulas son particularmente numerosas en la región facial, de ahí que la mayoría de las lesiones de acné afecten fundamentalmente a esta zona del cuerpo.
Como la mayoría sabemos o hemos sufrido, el acné se caracteriza por la aparición de comedones abiertos y cerrados (puntos negros y blancos), pápulas y pústulas (“granos” inflamados rojos o blancos) y quistes o nódulos (lesiones profundas responsables de las cicatrices). En ocasiones puede ser clínicamente parecido a otras patologías, como son la rosácea, la foliculitis o incluso la dermatitis, por lo que la valoración por el médico especialista de la piel, es decir, por el dermatólogo, resulta fundamental en su abordaje.
El acné puede afectar de manera importante a la autoestima personal y puede llegar a ser una causa importante de estigmatización social por lo que su prevención o tratamiento del acné en caso de padecerlo es importante.
Ya hemos comentado que la causa del acné reside en el folículo piloso (es decir, en la salida de los “pelitos” a través de la piel). Por ello, si no tenemos unos hábitos adecuados en nuestra rutina diaria, podríamos favorecer la aparición de lesiones de acné. Esto lo vemos, por ejemplo, si utilizamos productos hidratantes muy densos o grasos, ya que estaremos ocluyendo el folículo piloso y facilitando la aparición de las lesiones inflamatorias.
Nuestros hábitos de vida influyen en la aparición del acné y una adecuada rutina cosmética puede ayudarnos a evitarlo o a tratarlo en el caso de que sea necesario. Para ello, es necesario seguir una serie de recomendaciones básicas que incluyen la limpieza diaria y evitar productos tópicos grasos. En caso de padecer un acné que no logramos controlar con estas recomendaciones, sería fundamental acudir a un dermatólogo para establecer un plan terapéutico acorde a las necesidades individuales del paciente. También puedes consultar nuestra guía completa para entender y tratar tu piel.
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