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Preguntas sobre Agresividad
Nuestros expertos han respondido 24 preguntas sobre Agresividad
Los expertos hablan sobre Agresividad
Max es un directivo muy eficiente. Siempre había sido algo irritable, pero ahora después de diversos problemas graves, pierde la paciencia y se enfada mucho y muy fácilmente, siente estrés y ansiedad, le cuesta dormir, ya no es tan capaz de conectar emocionalmente con las personas
Un tratamiento psicológico adecuado es importante. Pero aquí los puntos cruciales son como romper los hábitos de respuesta desadaptativos que le llevan a irritarse fácilmente con riesgo de perder su trabajo, su familia y amigos.
En estos casos, un tratamiento psicológico clásico ayuda pero el soporte de Neurofeedback que ayuda a generar nuevos circuitos cerebrales, es crucial.
El termino agresividad hace referencia a un conjunto de patrones de actividad que pueden manifestarse con intensidad variable, incluyendo desde la pelea física hasta los gestos o expansiones verbales.
Las personas que suelen ser muy agresivas necesitan ayuda por parte de profesionales de la salud mental, en este caso, psicólogos. Entre otras muchas consideraciones, las frustraciones generan agresividad porque no es posible conseguir aquello que se desea. La agresividad se puede dirigir hacia lo que genera la frustración, ya sea mediante agresión física o verbal o indirecta, desplazando la agresión hacia una tercera persona o hacia un objeto.
"La cuestión es que solemos confundir la agresividad con la violencia. Y no es lo mismo. La violencia es una actitud destructiva, cuya finalidad consciente o inconsciente es dañar al otro. Por eso debe ser controlada socialmente. Pero la agresividad es una emoción legítima que forma parte de nuestra dotación psicobiológica, y es también, ante todo, un crucial psicodinamismo de defensa.
Ahora bien, dado que la función esencial de la agresividad es rechazar eficazmente cualquier fuente externa de dolor, si no lo hacemos así entonces tal agresividad se redirigirá automáticamente contra nosotros mismos." José Luis Cano Gil. Y eso es lo que hay que tratar.
Enseñar a controlar la ira, a relajarse, a mantener el control y a expresarse de forma clara sin atacar o intimidar y a la vez defenderse respetando a los demás desde la más estricta confidencialidad y con un análisis individualizado de su situación, con la colaboración de su entorno.
La agresividad desmesurada, tanto en niños como adultos, hace sufrir a las personas del entorno, pero quien más sufre con ella es la persona que la presenta. Creemos firmemente en esta afirmación y desde ella parte nuestro trabajo con este tipo de dificultades.En general, aparece como resultado de sentimientos de angustia, inseguridad y tristeza, generados por un sentido difuso de la propia identidad que hace sentir como necesario el involucrarse en conductas agresivas como método de supervivencia. Desculpabilizar a la persona que la sufre, es el primer paso para que pueda hablar libremente de ella Para ello, intervenimos desde el refuerzo de quién es éll/ella más allá de la sintomatología.
En la mayoría de los casos, el problema es fácil de definir: el muchacho o la muchacha no obedece, no estudia ni tiene su cuarto ordenado; o bien es brusco, desagradecido, llega tarde a casa, fracasa en el colegio, se rodea de malas compañías, probablemente consume drogas, está a punto de entrar en conflictos con la ley o ha incurrido ya en ellos, etc.
Este trastorno supone episodios repentinos y repetidos de conductas impulsivas, con o sin violencia hacia un otro. normalmente es un mecanismo defensivo para poder expresar la tensión acumulada. Hacia que buscar, mediante la psicoterapia, un nuevo método más adaptativo para que esta ansiedad y tensión pueda expresarse por otros medios.
La agresividad aparece cuando no podemos tolerar la frustración que sentimos por cosas que nos han pasado o que nos pasan, y responde a nuestra impotencia cuando no podemos cambiarlas como nos gustaría.
También está relacionada con el miedo ante los cambios, situación que requiere de nosostros una buena capacidad de adaptación.
Mediante la terapia, ayudamos a las personas a comprender el motivo de su agresividad, cosa que posibilita la desaparición de este síntoma desarrollando nuevos y mejores recursos para gestionarla.
Se ha demostrado que el efecto tóxico de emociones perturbadoras como la ira, la angustia, el miedo, la negatividad, etc., cuando son prolongadas en el tiempo, está al nivel de peligrosidad para la salud del tabaquismo. Ya Jonh Pierrakos, creador junto a Alexander Lowen de la bioenergética, nos habló de la importancia de tomar conciencia y dar una salida sostenida y no destructiva a todas las emociones reprimidas que pueden ser la causa de nuestra agresividad e irritavilidad. De aquí la importancia de un proceso terapéutico profundo en el que, con la ayuda de un profesional capacitado y unas técnicas apropiadas, las personas podamos tomar conciencia de nuestras emociones "negativas".
La agresividad aparece cuando no podemos tolerar la frustración que sentimos por cosas que nos han pasado o que nos pasan, y responde a nuestra impotencia cuando no podemos cambiarlas como nos gustaría.
También está relacionada con el miedo ante los cambios, situación que requiere de nosostros una buena capacidad de adaptación.
Mediante la terapia, ayudamos a las personas a comprender el motivo de su agresividad, cosa que posibilita la desaparición de este síntoma desarrollando nuevos y mejores recursos para gestionarla.
El tratamiento cognitivo conductual de la agresividad se realiza partiendo de que la ira es una emoción, se analiza en qué circunstancias surge y se resume el tratamiento de la ira desadaptativa en varios pasos, haciendo énfasis en su manejo emocional. Finalmente se expone la relación entre la agresividad y otras emociones. el paso a paso del tratamiento es:
- Ver que su ira puede ser justa o injusta, innecesaria o adaptativa.
- Aprender que es siempre válida.
- Saber si es justa o no
- Hacerla adaptativa.
- Manejo emocional de la pérdida de control.
La función principal de una conducta agresiva es el control del contexto que se produce en una situación, un comportamiento ajeno que se percibe como amenazante o injusto (el bloqueo de una meta importante).
La agresividad es la respuesta conductual asociada a la emoción de ira, y la ira tiene dos características importantes: tiene una relación importante con la emoción de miedo y es una emoción que se retroalimenta muy fácilmente con los pensamientos y provocan una rápida fusión de los pensamientos con la realidad.
Por último, cuando una emoción como la ira se transforma en un sentimiento o estado de ánimo, la persona con ira focaliza la atención en posibles amenazas, es decir, está alerta.
Francisco De La Torre Rosa
Psicólogo
La agresividad suele ser una manifestación de miedo no controlado, de ira contra algo que a veces ni siquiera el sujeto que la padece sabe a que se debe. Nuestro trabajo es buscar los orígenes de la misma y paralelamente encontrar caminos para canalizarla, a través de diversas técnicas que le permitan mantener una actitud adaptativa.
La Psicología de orientación humanista considera que cada persona es única y que, por lo tanto, aunque la agresividad de uno y la de otra puedan ser similares en algunos aspectos, lo verdaderamente revelador y terapéutico sera ir dándose cuenta de los matices de la agresividad de esa persona en concreto, que pueden ser de: Rabia, dolor, tristeza, frustración, etc. Conociendo profundamente la raíz de la emoción agresiva, podremos empezar a cambiarla, reconducirla y comprenderla.
Falta de control de impulsos, irascibilidad, tendencia a generar conflicto, involucrarse en actividades inadecuadas o ilícitas, incluso en ocasiones el consumo y abuso de sustancias son algunos elementos característicos de este perfil. Además de suponer un peligro en potencia, la persona con problemas de este tipo presenta un severo desgaste emocional que, a su vez, es sufrido por su entorno más cercano. Por ello la intervención en este tipo de casos se muestra como una necesidad primordial.
El control de impulsos que nos lleva a mostrar una conducta agresiva, suele partir de una autoestima baja y unas limitadas habilidades sociales. Mediante la evaluación de la evolución del problema, podemos diseñar un programa adecuado, para dotarle de las herramientas y habilidades sociales necesarias.
Las conductas agresivas pueden ser tanto verbales como físicas y se producen cuando no existe una buena gestión emocional, así como un problema de autoestima.
Es muy importante analizar las causas y realizar un análisis funcional (es decir, registrar cuándo, dónde y cómo se producen estas conductas).
Entendemos la agresividad como una dificultad para manejar emociones como la ira o la frustración. La ira es una emoción que se dispara de forma automática ante situaciones que interfieren con nuestros objetivos o que nos parecen injustas. Su función es preparar al cuerpo para vencer el obstáculo que se ha presentado. Sin embargo, si bien la emoción de la ira es correcta, sucede que a veces la respuesta que desencadena no es la más adecuada. Por tanto, la terapia incluirá las siguientes fases: I. Educación emocional; II. Conocer que situaciones y pensamientos nos generan ira; III. Desarrollar habilidades sociales que nos permitan dar respuestas alternativas más eficaces (asertividad).
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