La esquizofrenia comparte características como trastorno mental grave al tratarse de abordajes complejos en el sentido de necesitar combinación de atención sanitaria, atención intersectorial (social, laboral, educativa, judicial, etc) e intervenciones sobre el medio social y familiar del paciente. Además suelen ser tratamientos de amplia duración.
Totalmente influyente en la percepción actual de la esquizofrenia el contexto histórico del que venimos. Desgraciadamente la evolución con respecto al tratamiento de la psicosis ha sido muy lento y aún a día de hoy podemos decir obsoleto incluso. Procedemos de hospitales psiquiátricos tradicionales, contenciones mecánicas y del concepto de dementia praecox como entidad para referirse a la esquizofrenia como enfermedad deteriorante y de mal pronóstico.
Toda esta tradición más el fundamentalismo del modelo biomédico con respecto a la cultura racionalista y reduccionista de la causa psicológica y del rol social del “enfermo mental” hacen que la esquizofrenia como concepto tenga un terrible estigma social si lo comparamos con otras enfermedades graves como el cáncer o la diabetes. Ha sido y es tachada la psicosis en general como peligrosa (cuando estadísticamente no son personas más peligrosas que la población general), impredecible, con incapacidad de tener vidas autónomas, incurables, etc.
La esquizofrenia es tratable, y existen diversas opciones de tratamiento disponibles. Es importante destacar que el tratamiento varía según las necesidades individuales, y generalmente, a día de hoy, implica una combinación de medicamentos, terapia y apoyo social.
Si hay que reconocer e identificar las dificultades actuales:
Antes de los años 50: Psicoanálisis.
Los objetivos principales de un tratamiento psicológico desde las terapias contextuales abordan:
Hiperflexibilidad: con el objetivo de disminuir los procesos reflexivos auto-referenciales generando así auto-distanciamiento en el paciente con sus eventos privados (pensamientos, alucinaciones y demás experiencias vividas como patológicas o aversivas).
Sentido disminuido de sí mismo: con el objetivo de implicar a la persona en ámbitos de actividad personalmente relevantes fomentando así la implicación del paciente.
Desde la terapia de aceptación y compromiso los objetivos son:
Constituye uno de los desarrollos más recientes del contextualismo funcional, proveniente del conductismo radical skinneriano. En un primer momento esta terapia fue concebida para el tratamiento de problemas emocionales (Zettle & Hayes, 1986), pero no tardó en extenderse al campo de los síntomas psicóticos (Bach & Hayes, 2002; García-Montes & Pérez Álvarez, 2001; Pankley & Hayes, 2003), en concreto en la esquizofrenia y en general del trastorno mental grave.
La terapia de aceptación y compromiso es una terapia transdiagnóstica. Es decir, trata de ir a un factor común entre muchas patologías. La evitación experiencial es utilizada para explicar los intentos por reducir o eliminar el contacto que la persona tiene con pensamientos, sentimientos, sensaciones u otros eventos privados que no se desean tener (Bach & Moran, 2008). Evidentemente, las personas intentan de una u otra forma evitar tener ciertos pensamientos o ciertas emociones, lo cual, en principio no es problemático. Sin embargo, debido a las propiedades reforzantes que tiene la evitación de estímulos negativos, se puede ir acentuando el poder que tiene la experiencia evitada para que la persona haga siempre lo mismo cuando aparece un pensamiento o un sentimiento que no desea tener: huir.
Así, la conducta de evitación se iría haciendo más fuerte y, a la vez, iría debilitando otras posibles acciones que la persona pudiera hacer ante dicho estímulo. Los problemas psicológicos aparecerían cuando esa evitación se convierte en un patrón inflexible y, de esta forma, llega a limitar la vida de la persona (Luciano & Hayes, 2001), en cuyo caso se hablaría de trastorno de evitación experiencial (TEE; Hayes, Wilson, Gifford, Follette & Strosahl, 1996).
La evitación experiencial se ha visto como un factor de vulnerabilidad psicológica generalizada y el trastorno de evitación experiencial como una alternativa funcional a los sistemas clasificatorios psiquiátricos médicos al uso (Luciano & Hayes, 2001).
Si necesitas ayuda con el tratamiento puedes pedir cita con un psicólogo para que pueda ayudarte.
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