Desde que el psiquiatra austriaco considerado “el padre del autismo” Leo Kanner, publicara en el año 1943 el primer artículo científico hablando de autismo, con repercusiones en toda la comunidad científica internacional hasta hoy, han sido muchos los autores que se han interesado por este trastorno, y que a día de hoy sigue mostrando un gran interés por parte de la comunidad científica dado que en los últimos años afecta a un número mayor de personas en todo el mundo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en su reciente edición, Clasificación Internacional de Enfermedades, CIE-11, y en la misma línea que el manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales, DSM-V, de la Asociación Americana de Psiquiatría, señalan como características principales de los TEA las dificultades para la interacción y la comunicación social y los comportamientos repetitivos e intereses restringidos, además de otros aspectos relacionados con sensibilidades propias de este espectro; utilizando el término trastorno del espectro del autismo y recogiendo dentro de esta categoría al autismo, síndrome de Asperger, trastorno desintegrativo infantil y trastornos generalizados del desarrollo no especificados.
El trastorno del espectro del autismo (TEA), es el término como se denomina actualmente, es un trastorno del neurodesarrollo, una afectación de origen neurobiológico, que afecta al desarrollo del sistema nervioso central y al funcionamiento del cerebro.
Es un tipo de trastorno que acompaña toda la vida a la persona y que condiciona su forma de relacionarse socialmente, su comportamiento y su pensamiento.
Las investigaciones llevadas a cabo para conocer el origen del TEA consideran que no hay un único gen, sino un grupo de genes interaccionando con factores ambientales, parentales o perinatales los que pueden dar origen a este trastorno.
En cuanto a sus síntomas son tan variables como personas afectadas por este trastorno. No hay dos TEA iguales.
Las personas con TEA no tienen ningún rasgo físico diferenciador, sus características principales son específicas: dificultades en la comunicación e interacción social, su inflexibilidad y rigidez de pensamiento.
Asociadas a estas pueden aparecer otras condiciones como la discapacidad intelectual, trastornos del lenguaje, o problemas de salud mental, en algunos casos pueden sufrir episodios psicóticos, principalmente en adultos.
La detección y diagnóstico precoz del autismo es clave para que las familias puedan desde edades muy tempranas abordar esta problemática con sus hijos e hijas y tener acceso a la necesaria e importante intervención desde diferentes entidades y organismos como: Educación, salud y servicios sociales; y disciplinas como: neuropediatría, pediatría, atención temprana, equipos escolares especializados…
Detectar e identificar un TEA es difícil, no existen marcadores neurobiológicos que permitan determinar si una persona es o no TEA. Es la observación de sus patrones de comportamiento, su historial de vida y su interacción con el entorno, lo que ayuda principalmente a identificar indicadores y rasgos TEA.
Es por esto que la detección precoz del autismo no resulta fácil para los profesionales de pediatría y también para las familias, sobre todo en los primeros meses de vida.
Identificar indicadores TEA en edades tempranas en niños y niñas con pocos meses de vida es difícil si no se conocen cuáles son aquellos, porque suelen pasar desapercibidos, y también en ocasiones los menores tienen un desarrollo evolutivo con cierta normalidad hasta los 18 meses llegando incluso a emitir algunas primeras palabras, que luego desaparecen, siendo este unos de los primeros síntomas de alarma para la familia y, es a partir de este momento cuando la familia o de los educadores de las escuelas infantiles comienzan a observar de una manera más sistemática la conducta e indicadores TEA.
Cabe señalar que estos indicadores pueden pasar desapercibidos durante la primera infancia apareciendo en edades más tardías, cuando el niño o la niña presenta problemas de conducta o dificultades en la adaptación al entorno familiar o escolar entre otras.
Como se ha expuesto anteriormente un diagnóstico TEA no es fácil ni suele hacerse de manera inmediata. Es poco probable que se realice antes de los seis años, debido a que antes de esa edad no se ha terminado de configurar el sistema nervioso central, por lo que no suelen hacerse diagnósticos clínicos categóricos salvo casos con mucha evidencia, normalmente el diagnóstico es de sospecha de TEA.
Antes de los 12 meses:
A los 12 meses:
Entre los 12 y los 18 meses:
Entre los 18 y 24 meses:
Estos indicadores no se dan de forma simultánea en todos los niños y niñas, y tampoco de forma aislada, determinan que un niño o niña tenga autismo, pero sí informan de la necesidad de ponerlo en conocimiento del pediatra para que este promueva una evaluación especializada que confirme o descarte el diagnóstico, o en su caso si no es posible en ese momento llegar al mismo, si se lleve a cabo un seguimiento por parte del equipo especializado de la evolución del desarrollo del o la menor.
Si es menor de 6 años debe ser derivado a un servicio de Atención Temprana y si es mayor de 6 años se debe llevar a cabo la intervención por parte del equipo especializado del centro escolar o centro privado.
Algunos de ellos reconocidos por NICE son los siguientes:
Los estudios epidemiológicos realizados a nivel mundial en los últimos 50 años informan de un aumento progresivo en la prevalencia de los TEA. Según la Organización Mundial de la Salud, (OMS), se calcula que 1 de cada 160 niños tiene TEA.
El Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), informa de cifras aún mayores, señalando que 1 de cada 54 menores presenta un diagnóstico de TEA (Centro de Control de Enfermedades de Atlanta, 2020).
Los estudios llevados a cabo por Autismo Europa, 2020, y compartidos por Autismo España, arrojan una prevalencia de 1 caso por cada 100 nacimientos; es decir, el 1% de la población podría presentar TEA, lo que implicaría que sólo en España podría haber más de 450.000 personas afectadas por este trastorno.
La prevalencia es también mayor en niños que niñas, hay más niños diagnosticados en el espectro del autismo: más de cuatro niños por cada niña (4:1), según las últimas cifras internacionales.
Datos aportados por el organismo internacional mencionado anteriormente, CDC, afirman en un análisis de datos del 2016 (Maenner et al., 2020) que este tipo de trastorno afecta a 1 de cada 34 niños y a 1 de cada 144 niñas.
Es un hecho que los casos de TEA, están aumentando, este aumento según los estudiosos en la materia puede ser debido a varios factores, como una mayor concienciación de la población, al aumento de instrumentos y herramientas de diagnóstico, la mejora de la información sobre el espectro; y como apuntan algunos estudios, al impacto que el uso inadecuado de las TICs en población infantil de 0 a 6 años pueda estar ejerciendo en el neurodesarrollo, con serios problemas en el área del desarrollo de la comunicación y la interacción social.
La importancia en la detección y diagnóstico precoz, acompañada de una intervención en los primeros años de vida, contribuye de manera muy significativa y positiva en una mejora de los síntomas, pudiendo llegar a ser solo rasgos evolutivos que desaparecen o pasen a ser imperceptibles, o en casos más graves o acusados contribuye a que los síntomas interfieren en la menor medida en la vida del niño o la niña en su infancia y desarrollo posterior de su vida, facilitando la autonomía personal y la integración en los diferentes entornos donde se desarrolle su periodo vital.
Facilitar a las familias orientaciones, apoyos y acompañamiento de un psicólogo contribuye a que estás no se vean tan afectadas tras un diagnóstico de este tipo, que siempre supone un fuerte impacto emocional a superar por parte de las familias.
En definitiva, se va avanzando, hay métodos eficaces para intervenir con la población infantil TEA, pero aún nos queda mucho por hacer y hay que seguir haciendo esfuerzos para conseguir que los niños y niñas con este tipo de trastorno del neurodesarrollo tengan cada vez menos obstáculos para su integración en un mundo, el nuestro, que para ellos muchas veces le es hostil y difícil. Además si te interesa conocer más datos sobre los trastornos del aprendizaje en niños puedes leer nuestra guía.
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