Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han cambiado por completo el antiguo concepto de trabajo. La gran conectividad a la que estamos expuestos, la eliminación de barreras entre el trabajo y el tiempo libre, pueden tener como consecuencia problemas psicológicos y esclavitud digital.
En la era de la tecnología, podemos trabajar en cualquier momento y en cualquier lugar, por lo que los límites entre tiempo de descanso y trabajo se solapan fácilmente haciéndonos perder en muchas ocasiones tiempo para el descanso y la vida privada.
Los riesgos a los que podemos estar expuestos si no somos capaces de desconectar digitalmente podrían ser entre otros:
Cada vez sentimos más la necesidad de estar permanentemente conectados la mayor parte del tiempo al lugar de trabajo por medio de las TIC (tecnologías de la información y comunicación), incluso cuando no estamos trabajando tendemos cada vez más a sentir presión para responder mensajes relacionados con el trabajo que llegan a nuestros dispositivos, esto es denominado como “telepresión”.
El término “telepresión” fue utilizado por primera vez por Barber y Santuzzi en 2005, investigadoras del departamento de Psicología de la Universidad del Norte de Illinois que realizaron un estudio científico sobre la telepresión en el lugar de trabajo y la importancia de la desconexión digital efectiva, por el efecto directo sobre la salud y, en concreto, sus efectos en el aumento de la ansiedad que se genera al cuestionarnos continuamente si debemos contestar o no fuera de nuestro horario laboral. En períodos cortos o moderados de tiempo, la telepresión en el lugar de trabajo puede no afectarnos negativamente a nuestra salud, no obstante, la exposición de forma mantenida a esta telepresión puede tener efectos negativos acumulativos en la salud debido a la fatiga digital, tecnoestrés y angustia.
Estos períodos de hiperconexión pueden producir fatiga crónica, tanto física como mental, que puede derivar en enfermedades cardiovasculares, trastornos gastrointestinales o la disminución de la salud mental. Entre las denominadas “enfermedades modernas del trabajo”, se tiene el síndrome de burnout. El síndrome de burnout es un trastorno psíquico de carácter depresivo, precedido de un agotamiento físico y mental intenso, cuya causa está íntimamente ligada a la vida profesional, declarado en el año 2000 por la Organización Mundial de la Salud como un factor de riesgo laboral por su capacidad para afectar la calidad de vida, salud mental e incluso hasta poner en riesgo la vida.
Por tanto, cuando llevamos mucho tiempo sin desconectar digitalmente, podemos sentir una excesiva carga mental, dolor de cabeza, tensión muscular, insomnio, irritabilidad, desmotivación, agotamiento mental, falta de energía, sintomatología ansiosa y depresiva y por tanto un menor rendimiento a todos los niveles.
Llevarnos las preocupaciones del trabajo a casa cuando se nos hace imposible desconectar, afecta de manera muy importante al funcionamiento en áreas fundamentales en nuestra vida, como pueden ser las relaciones familiares y sociales. Al tener menos energía podemos llegar a perder interés en participar en actividades sociales y familiares por la imposibilidad de disfrutar de ellas como lo hacíamos con anterioridad.
La Ley de Protección de Datos (LOPD) en su artículo 88, especifica que las personas tendrán derecho a la desconexión digital fuera del trabajo para respetar su tiempo de descanso, permisos y vacaciones, así como su intimidad, propia y familiar, para de esta manera fomentar la conciliación familiar y personal.
Conseguir la desconexión digital laboral nos permite separar el área profesional del resto de áreas de nuestra vida, ayudando a la consecución de otras metas vitales y disfrutar de ellas, siendo personas mucho más eficientes y felices.
Referencias
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