Cuando hablamos de reducción mamaria, en términos generales, nos referimos al sexo femenino. En los varones hablamos de ginecomastia y mastectomía subcutánea, mientras que en las mujeres hablamos de hipertrofia mamaria y reducción mamaria.
Por lo tanto, el contenido siguiente queda referido al paciente femenino.
En lo que respecta a la edad, existe una edad mínima para someterse a esta intervención que estaría en torno a los 16 años, para los casos más dramáticos. No obstante, no existe una edad máxima siempre y cuando el estado de salud de la paciente lo permita.
La reducción mamaria es una intervención quirúrgica que debe realizarse en un centro hospitalario bajo anestesia general. Tiene una duración entre 90 y 180 minutos. El principal objetivo de la cirugía es reducir el peso péndulo. La principal queja de la mama hipertrofia son las molestias e incomodidades que produce el excesivo volumen de tejido suspendido.
Las mujeres que sufren este problema tienen en su inmensa mayoría quejas médicas y no estéticas. Las principales quejas son:
En un segundo plano estaría el plano estético: “no me sienta bien la ropa”, “no tengo ropa que ponerme”, “me da vergüenza tener tanto pecho”, “me hace más mayor”, “ parece que tengo más peso” etc.
No existe un candidato ideal pero si es posible identificar 3 patrones claros.
La intervención consiste en resecar el volumen mamario en exceso, sin distorsionar la proporcionalidad de la paciente. Es muy importante tener en cuenta el volumen del tórax y la base mamaria, para proyectar el resultado final. La técnica más empleada consiste en resecar el polo inferior de la mama, conservando del complejo areola del pezón en una lengua de tejido que es rotado o ascendido hasta su posición final.
Antes de la intervención es necesario realizar un estudio preoperatorio, además, si la edad lo requiere, es requisito tener las pruebas de imagen eco/mamografía pertinentes.
Idealmente, la paciente debe estar conforme con su peso. No es aconsejable operarse y tras la cirugía perder más de 4-6 kilos, ya que el resultado puede afectarse.
El postoperatorio inmediato es muy llevadero. Las molestias suelen ser leves, concentradas en el surco de la mama con una graduación de 2-3 sobre 10. La reducción mamaria provoca pérdida parcial de la sensibilidad, hecho que justifica las leves molestias. La principal incomodidad reside en la posición que debemos mantener al dormir. Durante las primeras 6 semanas debemos dormir boca arriba siendo muy incómodo para muchas pacientes.
Del listado de problemas médicos es habitual sufrir una mejoría drástica, pero no es infrecuente que persistan algunos problemas.
Durante la segunda semana se produce un incremento de las molestias, lo que suele sorprender a las pacientes. Esto se debe, en parte, al incremento de la actividad y al descenso de la inflamación que comprimía los nervios adormeciendo aún más las mamas. Al bajar la inflamación los nervios son liberados y se incrementa la sensibilidad.
La reanudación de la vida laboral depende fundamentalmente de la actividad desempleada. Así como término general:
La actividad deportiva puede reanudarse a partir de los 10 días iniciándola con paseos de 3-5 km e incrementándola poco a poco, hasta volver al gimnasio a las 4-6 semanas.
Los resultados son inmediatos. La paciente tras la cirugía nota un alivio de las molestias provocadas por el peso. En cuanto al aspecto estético hablamos de 2 etapas:
El riesgo más frecuente de esta cirugía es el sangrado. Se produce en aproximadamente el 2 % de las pacientes. El sangrado se produce durante el postoperatorio y suele ser autolimitado. El incremento de volumen, incrementa la presión y provoca la detención del sangrado. Sin embargo, es necesaria una cirugía para evacuar el hematoma.
Dentro de otros riesgos está la dehiscencia (apertura) de la herida. La incidencia es baja 1-3 %. En muchos casos no es necesario otras cosas más que las curas. Otros riesgos comunes pueden ser:
Existen otros riesgos con baja frecuencia. Aunque en términos generales , lo anterior es la estadística, para el cirujano es fácil prever las complicaciones más frecuentes en un caso determinado.
A partir de los 18 años, pudiendo plantearse los 16 años para los casos extremos.
Durante las primeras 4-6 semanas debe dormirse boca arriba, con el cabecero incorporado, si es posible.
La cicatriz que más se emplea es la cicatriz en T invertida. Es una cicatriz que bordea toda la areola, desciende hasta el surco y continua a lo largo del mismo. Las cicatrices son muy visibles durante las primeras semanas. Una vez bajada la inflamación la cicatriz del surco queda oculta en bipedestación. La cicatriz alrededor de la areola suele quedar bien por el cambio de tono de la piel a la areola. La cicatriz vertical es la más visible, pero suele cicatrizar bien. La cicatriz irá cambiando lentamente, pasando de rojo a una amplia gama de tonalidades rosáceas hasta el color blanco. Debemos esperar hasta 18 meses para hablar de una cicatriz madura.
Dependiendo de la actividad laboral entre 1 y 8 semanas.
La reducción mamaria puede considerarse como una intervención no dolorosa. Tras la misma se produce una pérdida parcial de la sensibilidad.
Entre 5000 y 9000 euros. Variando ampliamente por los profesionales y el centro.
La reducción mamaria es una de las intervenciones más agradecidas por las pacientes. Las mujeres que sufren este problema tienen en su inmensa mayoría quejas médicas y no estéticas. Puede considerarse una intervención no dolorosa.
La intervención dejará cicatrices visibles muy llamativas durante los primeros meses que poco a poco se van difuminando sin llegar a desaparecer. Es fundamental tener unas expectativas realistas y tener en cuenta que el resultado de la intervención podría no coincidir con el que imaginaba.
Una reducción de pecho no ha de dejar un pecho pequeño, sino proporcionado con el cuerpo. No dudes en consulta un cirujano plástico si estás pensando en realizarte una reducción de pecho.
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