La columna vertebral es una cadena de vértebras articuladas entre sí que recorre la espalda del ser humano, se extiende desde la cabeza a la pelvis. Su función es sostener el esqueleto y en su interior se aloja la médula espinal. Sus elementos deben estar alineados en línea recta en el plano frontal.
A la desviación o curvatura de esa línea en el plano frontal la llamamos escoliosis.
La escoliosis idiopática del adolescente (EIA) afecta del 2% al 3% de la población de los cuales solo el 0,3% al 0,5% de los pacientes afectados tendrán una curvatura mayor de 20 grados, magnitud de la curva en la que generalmente se recomienda el tratamiento.
Es muy conveniente detectar la posible escoliosis de nuestro hijo antes que esta deformidad progrese, una vez ha pasado de determinado grado; la deformidad está asegurada y el tratamiento conservador, incluso el uso de corsé corrector se demostrará ineficaz.
No hay tratamiento conocido, salvo la cirugía, para una escoliosis estructurada, que vuelva la columna a la normalidad, todo lo más. El mejor resultado será la no progresión de la curva. Y termina con la madurez ósea después de años de tratamiento, con los mismos grados que tenía al detectarse.
Existen distintos tipos de escoliosis según la edad de aparición:
El término idiopática se aplica a los pacientes en los que no es posible encontrar una causa subyacente que produzca la deformidad, lo que ocurre en pacientes aparentemente sanos, y puede progresar durante el periodo de crecimiento rápido.
El diagnóstico de la escoliosis suele hacerse visualmente, porque su familia nota posturas inadecuadas, deformidad en la espalda y menos usual; por molestias de espalda. En la exploración debemos considerar:
La escoliosis y su expresión más frecuente, la escoliosis idiopática del adolescente. Sin detección, puede originar graves consecuencias estéticas, funcionales y limitantes. Una vez detectada y bajo supervisión se evitan los problemas y la cirugía. Es necesario revisar a los jóvenes especialmente entre los 11-14 años.
No dudes en pedir cita con tu traumatólogo ante cualquier sospecha.
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