La palabra duelo procede del latín “dolus” y significa dolor. El dolor es una experiencia emocional que resulta desagradable para el individuo que lo padece y que se asocia comúnmente con el daño o la amenaza de daño al cuerpo. Es una respuesta protectora del organismo y por ello, adaptativa, y que puede variar en intensidad, duración y naturaleza, pudiendo manifestarse de diversas formas, desde una molestia leve hasta una sensación intensa y punzante, siendo este dolor la característica más significativa en este proceso.
El duelo es el proceso psicológico y emocional que se experimenta después de una pérdida y que puede ser de cualquier tipo, como la muerte de un ser querido, el final de una relación, la pérdida de un empleo o de una capacidad física, así como otras experiencias importantes de la vida.
Es un proceso complejo y personal que puede variar en intensidad y duración de una persona a otra y entre cuyos síntomas podemos encontrar tristeza, llanto, apatía, desánimo, falta de apetito y energía, entre otros.
En general, está compuesto por varias fases diferenciadas cuya aparición puede variar dependiendo de la persona y de la pérdida en cuestión.
A nivel teórico, existe cierta discrepancia entre los autores, entre los que no existe un consenso sobre cuántas etapas o fases hay, ni sobre cómo se desarrolla el proceso al ser una experiencia subjetiva ya que depende de diferentes variables de carácter individual.
Según el modelo de 5 etapas propuesto por Elisabeth Kübler-Ross, entre las diferentes fases encontramos:
Sin embargo, es importante tener en cuenta que estas fases no son lineales, y una persona puede volver a alguna de estas fases en cualquier momento.
El duelo es un proceso normal y necesario para superar una pérdida, ayudando a la persona a adaptarse a la nueva realidad y a continuar con su vida. Sin embargo, en algunos casos, el duelo puede convertirse en crónico o incluso en un trastorno de duelo si la persona no es capaz de superar la pérdida y se queda atrapada en las fases del duelo.
El proceso de duelo normal, como hemos comentado, implica un proceso de adaptación y aceptación gradual ante la pérdida. Cuando este proceso se manifiesta de una manera más problemática y aumenta en duración e intensidad, afectando de manera significativa a la calidad de vida de la persona que lo experimenta, hablamos de duelo patológico.
En ocasiones resulta complicado diferenciar entre el duelo normal y el patológico porque, como hemos visto, es una experiencia individual y subjetiva y que puede variar enormemente entre un individuo y otro.
Entre las características diferenciales del duelo prolongado podemos encontrar:
Pese a que el duelo es un proceso psicológico y emocional que las personas atraviesan en respuesta a una pérdida y que sabemos, resulta doloroso y desafiante, es necesario entender que resulta indispensable el ir atravesando sus fases de la manera más adaptativa posible, brindando un espacio para expresar la amplia gama de emociones, pese a que estas tengan una valencia emocional negativa, ya que nos permitirán canalizar nuestros sentimientos para ir reajustándonos a la nueva realidad y aceptar el cambio que la pérdida implica.
La terapia con un psicólogo puede resultar muy beneficiosa para ayudar a las personas a identificar los posibles pensamientos negativos que puedan aparecer, trabajar las habilidades de afrontamiento y gestionar las emociones, estableciendo tareas, objetivos y metas para avanzar y adaptarse a la pérdida y, previniendo, de esta forma, las posibles complicaciones que puedan surgir y evitando patologizar el propio proceso. También puedes consultar nuestra guía “El camino hacia el duelo” para resolver todas las dudas que tengas.
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