Artículos 14 diciembre 2023

¿Qué es el autismo? Signos tempranos de autismo en niños

Miguel Ángel Aguirre Sánchez Psicólogo, Sexólogo
Miguel Ángel Aguirre Sánchez
Psicólogo, Sexólogo

El trastorno del espectro del autismo (TEA) es un trastorno del neurodesarrollo que aparece en la primera infancia y acompaña a la persona a lo largo de su vida. Aunque se desconoce su etiología, el componente genético está ampliamente aceptado unido a factores ambientales y epigenéticos. Según los estudios analizados, se estima una prevalencia aproximada del 1% y una proporción de 1:4 a favor de los hombres. No obstante, cada año se observa una mayor detección de casos de niñas con este diagnóstico, las cuales han sido históricamente menos diagnósticas (Narbona, 2023).

Las características del TEA pueden evidenciarse cuando empiezan a desarrollarse algunas funciones psicológicas superiores, como la comunicación, el lenguaje, la comprensión de la mente de los demás (TOM) o la flexibilidad cognitiva. El TEA puede estar acompañado o no, de trastornos del lenguaje o de discapacidad intelectual. A su vez, existen diferentes niveles de severidad de este trastorno:

  • Nivel 1: Requiere un cierto apoyo.
  • Nivel 2: Requiere un apoyo sustancial.
  • Nivel 3: Requiere un apoyo muy sustancial.

Criterios diagnósticos para el TEA

Según el DSM-V (APA), los criterios diagnósticos para el TEA son los siguientes:

A. Deficiencias persistentes en la comunicación social y en la interacción social en diversos contextos, manifestado por lo siguiente:

  • Las deficiencias en la reciprocidad socioemocional, varían, por ejemplo, desde un acercamiento social anormal y fracaso de la conversación normal en ambos sentidos pasando por la disminución en intereses, emociones o afectos compartidos hasta el fracaso en iniciar o responder a interacciones sociales.
  • Las deficiencias en las conductas comunicativas no verbales utilizadas en la interacción social, varían, por ejemplo, desde una comunicación verbal y no verbal poco integrada pasando por anomalías del contacto visual y del lenguaje corporal o deficiencias de la comprensión y el uso de gestos, hasta una falta total de expresión facial y de comunicación no verbal.
  • Las deficiencias en el desarrollo, mantenimiento y comprensión de las relaciones, varían, por ejemplo, desde dificultades para ajustar el comportamiento en diversos contextos sociales pasando por dificultades para compartir juegos imaginativos o para hacer amigos, hasta la ausencia de interés por otras personas.

B. Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades, que se manifiestan en dos o más de los siguientes puntos:

  • Movimientos, utilización de objetos o habla estereotipados.
  • Insistencia en la monotonía, excesiva inflexibilidad de rutinas o patrones ritualizados de comportamiento verbal o no verbal (p. ej., gran angustia frente a cambios pequeños, dificultades con las transiciones, patrones de pensamiento rígidos, rituales de saludo, necesidad de tomar el mismo camino o de comer los mismos alimentos cada día).
  • Intereses muy restringidos y fijos que son anormales en cuanto a su intensidad o foco de interés (p. ej., fuerte apego o preocupación por objetos inusuales, intereses excesivamente circunscritos o perseverantes).
  • Hiper o hiporeactividad a los estimulos sensoriales o interés inhabitual por aspectos sensoriales del entorno (p. ej., indiferencia aparente al dolor/temperatura, respuesta adversa a sonidos o texturas específicos, olfateo o palpación excesiva de objetos, fascinación visual por las luces o el movimiento).

La evaluación del TEA es ciertamente compleja ya que no existen marcadores biológicos ni prueba inequívoca que demuestre (o no) su presencia (Narbona, 2023). El diagnóstico debe de ser multidisciplinar y basado en una completa exploración e historia del/la niño/a y aplicando pruebas o instrumentos que puedan ayudarnos durante el diagnóstico.

De forma general, cuanto antes se intervenga en el TEA, mejor será el pronóstico y el tratamiento. Muy probablemente, muchas personas llegan a la edad adulta sin haber sido diagnosticadas, sobre todo, aquéllas que no tienen discapacidad intelectual.

madre jugando suelo niño usando juguetes El TEA puede estar acompañado o no, de trastornos del lenguaje o de discapacidad intelectual.

Señales o síntomas de TEA

Algunas señales que pueden requerir una exploración más detallada, según la Confederación de Autismo España, son las siguientes, si bien, no sirven de manera aislada para efectuar un diagnóstico. Como ya se ha señalado, el diagnóstico clínico debe ser efectuado por profesionales altamente especializados (pediatras, psicólogos clínicos…) y teniendo en cuenta diferentes factores y circunstancias.

  • Antes de los 12 meses: escaso contacto ocular. No muestra anticipación cuando se le va a coger en brazos. Irritabilidad o labilidad emocional. Falta de interés en juegos interactivos sencillos (como las cosquillas, o el “cucú-tras”).
  • A los 12 meses: ausencia de balbuceo, sonidos o palabras sencillas. Escaso uso de gestos comunicativos (como señalar o decir adiós con la mano).
  • Entre los 12 y los 18 meses: ausencia o limitada respuesta al propio nombre. No mirar hacia donde otros señalan. o señalar para pedir algo; no mostrar objetos. Respuesta inusual de rechazo ante determinados estímulos auditivos.
  • Entre los 18 y los 24 meses: retraso o precocidad en el desarrollo del lenguaje. No imitar gestos o acciones. Formas repetitivas y no simbólicas de juego (ej. alinear objetos o abrir y cerrar puertas de forma repetitiva). Falta de interés por relacionarse con otros niños y niñas.

Así mismo, el CDC (Centro para el control y prevención de enfermedades. EEUU), destaca las siguientes señales:

  • Evita mirar a los ojos o no mantiene el contacto visual.
  • No responde cuando lo llaman por su nombre, hacia los 9 meses de edad.
  • No muestra expresiones faciales como felicidad, tristeza, rabia y sorpresa, hacia los 9 meses de edad.
  • No participa en juegos interactivos simples como dar palmaditas con las manos, hacia los 12 meses de edad.
  • Usa pocos o ningún gesto, hacia los 12 meses de edad (por ejemplo, no decir adiós con la mano).
  • No comparte intereses con otras personas, hacia los 15 meses de edad (por ejemplo, no mostrar un objeto que le guste).
  • No señala algo interesante para mostrarlo, hacia los 18 meses de edad.
  • No detecta cuando otras personas están lesionadas o molestas, hacia los 24 meses de edad.
  • No nota a otros niños ni juega con ellos, hacia los 36 meses de edad.
  • No juega a ser otra cosa, como un maestro o superhéroe, hacia los 48 meses de edad.
  • No canta, baila ni actúa para los demás o los familiares más cercanos, hacia los 60 meses de edad.

Ante la sospecha de TEA, se recomienda consultar con un psicólogo quien podrá orientarte en el diagnóstico. Estos criterios, de forma aislada, no indican la existencia de un trastorno del espectro autista. Deben ser comentados para alertar a los profesionales de que existe un riesgo y en caso necesario, efectuar las pruebas oportunas.

Referencias
  • Asociación Americana de Psiquiatría. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (5ª ed.). Madrid: Editorial Médica Panamericana.
  • Narbona, N. (2023). Trastornos del espectro del autismo. En Manual de Neuropsicología Infanto Juvenil. Psara Ediciones.
  • Confederación de Autismo España.

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