Ya hace bastante tiempo que las ondas de choque se utilizan en el campo de la urología como tratamiento específico para romper cálculos renales, siendo actualmente el tratamiento por excelencia en este ámbito.
En el campo de la fisioterapia, las ondas de choque se utilizan desde 1988 cuando se inició su uso en el tratamiento de las pseudoartrosis. Actualmente, las indicaciones de las patologías a tratar con ondas de choque han aumentado de forma exponencial siendo la primera opción terapéutica en las tendinopatías, calcificaciones y fascitis plantar, entre otras.
A día de hoy, los estudios y en sí la evidencia científica, abren nuevos horizontes terapéuticos al abordaje con ondas de choque como en el tratamiento de espasticidad, suelo pélvico, heridas, úlceras y síndrome de dolor miofascial, entre muchas otras indicaciones.
Desde el punto de vista puramente físico, la enciclopedia británica define las ondas de choque como “una fuerte onda de presión en cualquier medio elástico como aire, agua o una sustancia sólida, producida por aviones supersónicos, explosiones, relámpagos u otros fenómenos que crean cambios violentos en la presión (como es el caso de los aparatos de ondas de choque sanitarios).
Las ondas de choque se diferencian de las ondas sonoras en que el frente de onda, en el que tiene lugar la compresión, es una región de cambios repentinos y violentos en la tensión, la densidad y la temperatura. Debido a esto, las ondas de choque se propagan de forma diferente a las ondas acústicas ordinarias. En particular, las ondas de choque viajan más rápido que el sonido y su velocidad aumenta a medida que aumenta la amplitud.
Además, la intensidad de una onda de choque también disminuye más rápido que la de una onda de sonido porque parte de la energía de la onda de choque se gasta para calentar el medio en el que viaja. Las ondas de choque alteran las propiedades mecánicas, eléctricas y térmicas de los sólidos.
Actualmente, en el campo de la fisioterapia podemos encontrar dos tipos de ondas de choque:
En conclusión, la utilización de ondas de choque en fisioterapia ha demostrado ser una herramienta eficaz y segura en el tratamiento de diversas condiciones musculoesqueléticas. Las ondas de choque generan pulsos de energía mecánica de alta intensidad que se transmiten a través de los tejidos blandos, estimulando la regeneración y curación de los tejidos afectados.
Estudios científicos han respaldado los beneficios de las ondas de choque en el alivio del dolor, la mejora de la función y la aceleración del proceso de curación en lesiones como tendinitis, fascitis plantar, calcificaciones y puntos gatillo miofasciales. Además, su aplicación no invasiva y su capacidad para llegar a áreas de difícil acceso hacen que sean una opción atractiva para muchos pacientes.
Sin embargo, es importante destacar que la utilización de las ondas de choque en fisioterapia requiere de un diagnóstico preciso y una correcta aplicación por parte de fisioterapeutas cualificados. Aunque generalmente se considera un procedimiento seguro, existen algunas contraindicaciones y posibles efectos secundarios que deben ser tenidos en cuenta.
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Referencias
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