La obesidad ha sido definida como una pandemia mundial, que se ha convertido en un problema de salud pública siendo uno de los principales factores de riesgo de mortalidad.
La obesidad representa un desafío para la salud que tiene su origen en una combinación de múltiples factores, de naturaleza biológica, genética, social, contextual y psicológica. En la actualidad, se le reconoce como la epidemia característica del siglo XXI y en España, la encuesta nacional de salud realizada en 2017 reveló que el 53% de los adultos presenta sobrepeso u obesidad. Este trastorno es considerado un factor de riesgo para la aparición de enfermedades físicas, pero también ejerce un notable impacto a nivel psicológico.
La psicología de la obesidad es un campo de estudio que se ocupa de identificar, evaluar y abordar la obesidad, con el propósito de prevenir y reducir este fenómeno.
Estos pacientes sufren de estigmatización, ya que otros tienden a juzgar su falta de autocontrol y descuido. Se les etiqueta como personas perezosas, descuidadas y sin voluntad para llevar a cabo dieta y ejercicio, cuando ésta problemática es mucho más compleja.
Es frecuente en este tipo de pacientes que se recurra a la comida para atenuar el malestar emocional de cualquier origen.
En realidad, una variedad de factores psicológicos pueden jugar un papel importante en su desarrollo. Estos pueden incluir:
La comprensión de los factores psicológicos nos permite desarrollar intervenciones más efectivas y personalizadas, y también puede ayudar a reducir el estigma asociado con la obesidad.
Es importante distinguir entre el sobrepeso y la obesidad. Aunque ambos términos se refieren a un peso corporal superior al considerado saludable.
El sobrepeso es una condición en la que una persona pesa más de lo que se considera normal o saludable para su altura, pero no tanto como para ser considerada obesa. Por otro lado, la obesidad es una enfermedad crónica y sistémica, originada por una combinación de factores genéticos, metabólicos, culturales y psicológicos. Se caracteriza por la acumulación excesiva de grasa en el cuerpo, asociado a un desequilibrio en las proporciones del organismo y que se acompaña de riesgos para la salud.
La distinción entre sobrepeso y obesidad es importante porque la obesidad tiene un mayor riesgo de complicaciones de salud, incluyendo:
Además, la obesidad también puede estar asociada con un mayor riesgo de problemas psicológicos, como la depresión, la ansiedad, la baja autoestima, pobre calidad de vida, entre otros.
La obesidad y el sobrepeso también pueden requerir enfoques de tratamiento diferentes. Mientras que perder peso puede ser suficiente para abordar el sobrepeso, el tratamiento de la obesidad puede requerir una combinación de cambios en la dieta, actividad física, psicoterapia, medicación, y en algunos casos, cirugía.
La obesidad no es una condición única o uniforme. Hay varios tipos de obesidad, cada uno con sus propias características y desafíos. Los tres tipos más comunes son la obesidad de grado 1, la obesidad de grado 2 y la obesidad mórbida.
El Índice de Masa Corporal (IMC) es el método estandarizado a nivel global para calcular el grado de obesidad que padece una persona. De esta manera, se puede determinar si el peso se encuentra dentro de unos parámetros saludables o puede influir negativamente en el bienestar del individuo.
La obesidad moderada (Grado I) es la forma más común de obesidad. Se caracteriza por un exceso de grasa corporal que se distribuye de manera uniforme por todo el cuerpo. Este tipo de obesidad puede ser causado por factores genéticos, hábitos alimentarios poco saludables y un estilo de vida sedentario.
La obesidad grave (Grado II), por otro lado, se caracteriza por el exceso de grasa en el abdomen. Esta forma de obesidad es especialmente peligrosa porque está asociada con un mayor riesgo de enfermedades del corazón, diabetes, y ciertos tipos de cáncer.
La obesidad mórbida (Grado III) es la forma más severa de obesidad. Se caracteriza por un índice de masa corporal (IMC) de 40 o más, o de 35 o más con comorbilidades asociadas. Las personas con obesidad mórbida tienen un riesgo muy alto de complicaciones de salud y pueden requerir tratamiento médico intensivo.
La obesidad es el resultado de una variedad de factores, tanto físicos como psicológicos.
Entre los factores físicos se incluyen:
Sin embargo, los factores psicológicos son a menudo subestimados o ignorados, a pesar de que pueden ser igualmente importantes.
La obesidad no sólo afecta la salud física, sino también la salud mental. Las personas con obesidad a menudo experimentan estigma y discriminación, lo que puede llevar a sentimientos de vergüenza, aislamiento social y baja autoestima.
La obesidad también puede aumentar el riesgo de depresión y ansiedad. La relación entre la obesidad y estos trastornos es compleja y bidireccional; la obesidad puede aumentar el riesgo de depresión y ansiedad, y viceversa.
Además, la obesidad puede interferir con la calidad de vida de una persona. Puede limitar la capacidad de una persona para participar en actividades físicas, lo que puede llevar a un estilo de vida sedentario y a un mayor aislamiento social.
La terapia psicológica puede ser una herramienta valiosa para tratar la obesidad. Puede ayudar a las personas a entender y cambiar los patrones de pensamiento y comportamiento que pueden contribuir a la obesidad.
Es evidente la relevancia de los aspectos psicológicos en el desarrollo y tratamiento de la obesidad. Por ello, es fundamental que los psicólogos brinden apoyo, información, educación, fomenten la expresión de conflictos y faciliten la catarsis para los pacientes. El tratamiento debe ser completo, no solo proporcionando herramientas para cambiar hábitos alimentarios y de estilo de vida, sino también fortaleciendo aspectos internos esenciales.
Se plantea la necesidad de abordar la obesidad desde una perspectiva psicológica que considere variables cognitivas (creencias), variables afectivas (manejo de emociones desfavorables) y variables ambientales (costumbres, hábitos familiares, etc.) tanto en su origen como en su mantenimiento. Esto implica un enfoque interdisciplinario y adaptado a cada paciente, destacando la importancia de llevar a cabo una evaluación completa de la personalidad y del entorno del paciente que busca ayuda para este problema.
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