Las torceduras de tobillo son lesiones muy frecuentes, y no siempre son lesiones simples, dejando muchas de ellas, si no se tratan correctamente, molestias residuales.
Los esguinces de tobillo son lesiones comunes que afectan los ligamentos que rodean y conectan los huesos del tobillo. Los ligamentos son estructuras fuertes y flexibles que ayudan a mantener la estabilidad de la articulación. Un esguince ocurre cuando un ligamento se estira o se desgarra debido a una fuerza excesiva aplicada al tobillo, como un giro o una torcedura brusca.
La frecuencia de los esguinces de tobillo es bastante alta, siendo una de las lesiones más comunes tanto en atletas como en personas no deportistas. Estas lesiones pueden ocurrir durante actividades cotidianas, como caminar en terreno irregular o pisar en falso, así como durante la práctica de deportes que implican cambios rápidos de dirección o movimientos bruscos.
En general, se estima que la prevalencia global (el número de personas afectadas) de los esguinces de tobillo se encuentra en un rango de 2% a 5% en la población general. Sin embargo, en atletas y personas que participan en actividades deportivas de alto riesgo, como el fútbol, el baloncesto, el voleibol y otros deportes que implican cambios de dirección y movimientos bruscos, la prevalencia puede ser más alta, llegando a alcanzar hasta un 30% de todas las lesiones deportivas.
Es importante tener en cuenta que la prevalencia puede variar en diferentes regiones geográficas y grupos de edad, y también puede estar influenciada por factores como el nivel de actividad física, el género y las condiciones ambientales.
Tras forzar el tobillo en la torcedura se siente un chasquido, y aparece inflamación, con dificultad para mover el tobillo y para caminar; también suele aparecer derrame.
En la mayoría de los esguinces de tobillo es posible andar con dolor.
Hay que tener cuidado con esto: antes de apoyar con apoyo completo, hay que tener en cuenta que:
Dependiendo de la gravedad del esguince, se clasifican en diferentes grados:
Es importante comprender que los ligamentos del tobillo tienen 2 funciones:
Una causa frecuente de malestar prolongado tras una torcedura es que, aunque las fibras del ligamento hayan curado, no se ha recuperado la propiocepción, por lo que no se siente igual el tobillo y por lo que es frecuente que el tobillo vuelva a torcerse, produciendo lesiones más graves. Por ello es importantísimo recuperar bien la percepción o propiocepción con ejercicios y fisioterapia tras un esguince.
Pero a veces hay lesiones mucho más graves que pueden pasar desapercibidas:
Un tipo común de lesión de ligamentos es un estiramiento irreversible del ligamento que no puede sanar por completo y, por lo tanto, causa laxitud en los ligamentos que de otro modo estarían tensos. En otras palabras, los ligamentos ya no son capaces de proteger adecuadamente la articulación.
Si un ligamento se estira y no puede sanar por completo, queda flojo. Esto no suele ser apreciado por el paciente, ya que una vez que desaparece el dolor agudo se siente mejor, pero persiste laxitud que provocará nuevos estiramientos hasta que el ligamento se rompa por completo y se empiecen a afectar otros ligamentos.
Es importante detectar estas lesiones a tiempo con una exploración adecuada (para esto es especialmente útil una exploración dinámica con ecografía), para poder tratarlo con infiltraciones con biológicos, también con control ecográfico, que regeneren y “tensen” los ligamentos. Esto se suele lograr en unas 6 semanas.
Cuando los ligamentos se rompen totalmente y se retraen, producirán una inestabilidad grave del tobillo, y la única solución será ya una cirugía reconstructiva.
Otras lesiones que son bastante frecuentes y que pasan en primer momento desapercibidas son las lesiones del astrágalo: en los pacientes con inestabilidad lateral del tobillo en estudios con resonancia magnética se ha observado que el 32% de los tobillos tenían una lesión de cartílago, más comúnmente en el interior del astrágalo. Estas lesiones pueden ser graves si no se tratan y terminar en artrosis, así que es importante que no pasen desapercibidas. Por tanto, un esguince severo mal tratado puede provocar dolor crónico, inestabilidad y posibilidad de artrosis de tobillo.
Además, hay que descartar lesión de los huesos de la tibia y peroné (maleolos), de los metatarsianos, del cartílago del astrágalo, de los tendones peroneos y tibial posterior e incluso del hueso del talón (calcáneo) y el tendón de Aquiles que en él se inserta, pues pueden pasar desapercibidas lesiones graves de los mismos debido a la inflamación.
La finalidad del tratamiento es prevenir el dolor crónico y la inestabilidad.
En los casos en los que se aprecie gran inestabilidad o se hayan dañado otras estructuras anatómicas (prominencias óseas, tendones, cartílago articular…) es necesaria la reparación quirúrgica de las partes dañadas. A veces también es necesaria la cirugía en secuelas dolorosas de los esguinces como síndromes de pinzamientos anteriores o antero-laterales.
La importancia de los esguinces de tobillo radica en que, si no se tratan adecuadamente, pueden generar complicaciones a largo plazo y aumentar el riesgo de futuras lesiones. Además, hay que evitar pasar por alto otras lesiones como fracturas o lesiones de cartílago que pueden confundirse con los esguinces o asociarse a ellos.
Dado que los esguinces de tobillo son tan comunes, es crucial enfocarse en medidas preventivas, como el entrenamiento adecuado, el uso de calzado deportivo adecuado, la modificación de la técnica deportiva y la realización de ejercicios de fortalecimiento y equilibrio para reducir el riesgo de sufrir esta lesión.
Además, es fundamental que los pacientes comprendan la importancia de buscar atención médica inmediata en caso de sufrir un esguince de tobillo, ya que un diagnóstico temprano por parte de un traumatólogo y un tratamiento adecuado pueden ayudar a evitar problemas crónicos. Además si quieres saber más sobre los ligamentos puedes consultar nuestra guía: Explorando las lesiones de ligamentos.
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