La terapia sistémica es un enfoque terapéutico que estudia los sistemas familiares y sus subsistemas (pareja, padres, hermanos, hijos) y otros grupos sociales significativos (educativo, laboral…) para determinar el origen de los conflictos y buscar cambios en las dinámicas de estas relaciones capaces de lograr una solución.
Este enfoque se centra en los patrones de relación y comunicación que establecemos a lo largo de nuestra vida en los distintos grupos o sistemas a los que pertenecemos (familia, amigos, colegio y trabajo). Parte de que la conducta humana se debe observar en su contexto relacional para poder entenderla. La persona enferma se redefine como una persona portadora de síntomas cuyo origen hay que buscarlo en dinámicas disfuncionales dentro de los distintos grupos a los que pertenece.
El objetivo de la terapia sistémica es identificar los problemas que se desarrollan en los diferentes sistemas y cambiar las dinámicas de comunicación y relación que se producen en ellos, para alcanzar el bienestar de todos los miembros que componen el sistema.
Trabajar con la persona como miembro de un sistema supone comprender el peso que para ella tienen las relaciones sociales. La familia, los amigos, los compañeros de estudio o de trabajo conforman sistemas con los que se interactúa de forma diaria, intercambiando ideas, experiencias y emociones. En estas relaciones pueden surgir conflictos que afecten a las dinámicas del sistema y a la manera en que la propia persona se comporta con ellos, desarrollando o manteniendo una determinada conducta o problema. Una gestión inadecuada de esos problemas puede derivar en un trastorno que requiera ayuda psicológica de un profesional.
Las metas a alcanzar por este tipo de terapia son:
Este tipo de terapia suele utilizarse frecuentemente en familias y también otro tipo de sistemas como el laboral, sin embargo, es un enfoque desde el que se puede trabajar cualquier problema o patología a nivel individual.
En primer lugar, el psicólogo o terapeuta analiza el sistema al que pertenece el paciente e identifica el problema y cómo se ha generado. Los problemas psicológicos se evalúan en los contextos en los que estos se manifiestan para realizar un diagnóstico relacional que permita entender cómo funciona el problema y cómo se mantiene.
Es importante que el paciente conozca cuál es su posición dentro del sistema, los papeles que tiene asignados y sus funciones dentro de él. Se enfatiza en entender las dinámicas de las relaciones que tiene con los demás y en descubrir y resolver los problemas que estas estén generando.
En segundo lugar, el psicólogo o terapeuta se enfoca en buscar solución a los conflictos que se derivan de la interacción entre los miembros de un determinado sistema, pudiendo centrarse en uno de ellos en concreto si detecta que es el elemento del que nacen o en el que se reflejan los conflictos. Para lograr este propósito, puede comenzar elaborando un mapa del grupo que determine las interconexiones entre sus miembros.
Dentro de las técnicas fundamentales para desarrollar este trabajo tenemos las preguntas sistémicas, que están diseñadas para revelar la naturaleza de las relaciones y la manera en que los miembros de un sistema se influyen entre sí. Entre ellas, destacamos la siguientes:
A lo largo de la terapia, el psicólogo observará los patrones de conducta de unos miembros con otros, estimulará la comprensión de estas dinámicas y de cómo afectan a los demás para que cada uno asuma que es parte responsable del conflicto. En este proceso, el profesional puede utilizar la técnica de la redefinición del síntoma para que los miembros del sistema interpreten los hechos de una forma diferente a como lo estaban haciendo, cuestionando la estructura del sistema que tenían establecido.
La terapia sistémica se puede aplicar en terapia individual, familiar y de pareja y está indicada para todas las edades: niños, adolescentes y adultos.
La terapia sistémica familiar es la más adecuada en problemas psicológicos como:
En estos casos, la familia al centrarse en las dificultades de uno de sus miembros no busca otras alternativas, influyendo así en el mantenimiento o empeoramiento del problema.
Esta terapia se utiliza en familias cuando existen crisis causadas por:
Estas circunstancias pueden provocar estrés y generar problemas con diversos síntomas que requieran cambios, para los que la familia no tenga la capacidad necesaria y adecuada. Cuando esto sucede, es el momento de pedir ayuda a un profesional que logre calmar y dirigir la situación utilizando los recursos familiares existentes y creando otros nuevos.
Los problemas que trata en terapia de pareja son los generados por crisis debidas a:
Y cuando la relación se deteriora por conflictos como:
Estas dificultades hacen que la relación de pareja se debilite porque las soluciones dadas por sus miembros son insatisfactorias. El terapeuta trabajará en mejorar la comunicación y en crear nuevas formas de relación, de manera que la pareja pueda aprender otros modos de resolver los desacuerdos y así hacer frente a los problemas actuales y futuros.
Cuando la pareja está rota y decide poner fin a su relación, también puede beneficiarse de este tipo de terapia. El profesional ayudará a amortiguar el impacto de la separación, fomentando que se haga de forma civilizada y tanto la pareja como su entorno (sobre todo los hijos) sufra el menor daño posible.
La terapia individual sistémica es una buena opción en trastornos como:
El profesional ayuda a quienes los sufren a conocer qué les sucede y por qué, les guía para que encuentren recursos y estrategias para afrontar y resolver las dificultades y el malestar que estas generan en su vida.
Además de ser eficaz en la resolución de estos trastornos, esta terapia acompaña a las personas en su proceso de aprendizaje interior. Su objetivo es que desarrollen herramientas con las que hacer frente a los cambios individuales necesarios para llegar al equilibrio y bienestar psíquico deseado.
La terapia sistémica es un enfoque terapéutico, se diferencia de la terapia familiar en que las técnicas que utiliza se pueden aplicar en cualquier sistema (familia, pareja, organización, empresa, colegio…) centrando su atención en las interacciones y relaciones que existen entre los miembros que lo forman.
La terapia familiar está dirigida fundamentalmente a la familia. El terapeuta analiza los distintos roles que tienen sus miembros y sus posiciones con respecto al sistema familiar para establecer su funcionamiento. Después, fomenta el entendimiento de cómo funciona la familia al ayudarles a identificar las fortalezas y debilidades de su sistema, diseña estrategias para resolver conflictos y desarrolla la comunicación entre todos sus miembros.
La terapia sistémica se caracteriza por centrarse en conocer qué problemas se producen en un determinado sistema para poder solucionarlos. Su objetivo es que todos los miembros de un mismo sistema modifiquen la manera en que interactúan para restablecer el equilibrio.
Esta terapia se centra en los cambios en la estructura del sistema más que en cambios a nivel individual que pueden no tener efectos sobre el conjunto de manera duradera. Cuando se logra que todos los miembros de un sistema entiendan el origen de sus problemas y se comprometan a realizar cambios en su conducta el resultado de la terapia será más beneficioso a largo plazo.
La terapia sistémica familiar tiene como objetivo encontrar solución a los problemas prácticos y reales de los sistemas familiares. El terapeuta no se centra en realizar un diagnóstico o identificar quien tiene el problema, trata a la familia en conjunto. Aunque hay un paciente identificado, la terapia va enfocada a todo el sistema familiar, ya que entiende que las dificultades son el resultado de la interacción de los diferentes miembros del sistema. Si quieres saber más sobre las terapias psicológicas puedes consultar nuestra guía para lograr el crecimiento personal y salud mental.
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