Las rodillas son las articulaciones que más sufren de nuestro cuerpo, puesto que aguantan todo nuestro peso y nos posibilitan andar, correr, etc.
Es una articulación formada por 3 huesos: la tibia, el fémur y la rótula; 2 membranas de fibrocartílago entre medias que son los meniscos y 4 ligamentos principales. Las lesiones de los ligamentos de la rodilla se producen principalmente durante la actividad deportiva, por golpes en mala postura o giros bruscos.
Es importante tratar las lesiones a tiempo ya que de lo contrario pueden provocar complicaciones a corto y largo plazo.
El ligamento colateral medial y el ligamento cruzado anterior son los dos ligamentos más frecuentemente lesionados, siendo las del colateral medial dos o tres veces más frecuentes.
Los ligamentos son bandas elásticas de tejido fibroso que conectan los huesos entre sí y proporcionan estabilidad y fuerza a la articulación.
Clasificamos los ligamentos en función de donde se encuentran:
Las causas de la rotura o lesión de los ligamentos se pueden producir por un mecanismo directo o indirecto. En el primero se produce un traumatismo directo que la deforma y el segundo con el pie bloqueado se produce un desplazamiento forzado de rodilla que excede la capacidad de protección de la musculatura y provoca el daño.
Según el tiempo de evolución de la lesión, las podemos clasificar en agudas o crónicas dependiendo de si el origen es reciente o se trata de lesiones de larga evolución.
Desde el punto de vista anatómico se clasifican en tres tipos:
Según la localización y ligamento afectado:
Dependerá del grado de lesión y del ligamento afectado:
Suele notarse un pequeño chasquido y los síntomas más inminentes son la inflamación y el dolor. Según la gravedad de la rotura:
Además de la historia clínica detallada para valorar el mecanismo de producción, será necesario un examen físico completo por un especialista (valorará el grado de inestabilidad, localización del dolor, limitación o no de la movilidad, derrame articular, edema o hematoma, y realizará un examen comparativo con la otra pierna).
Otros procedimientos de diagnóstico pueden incluir:
El tratamiento agudo de todas las lesiones siempre será el mismo:
Dependiendo del ligamento afectado:
En principio el tratamiento es conservador, y según el nivel de la lesión:
Dependerá del nivel de la lesión:
Si se trata de una rotura parcial el tratamiento en principio será conservador con una rodillera articulada si no se aprecia clara inestabilidad ni existen lesiones asociadas.
En el caso de una rotura completa se planteará un tratamiento quirúrgico salvo pacientes de edad avanzada, poca actividad física o estabilidad global buena tras un periodo de inmovilización y posterior fisioterapia.
La mayoría de lesiones del LCP se podrán tratar de manera conservadora con el empleo de una rodillera articulada y posterior rehabilitación. Solo en los casos de inestabilidad franca o en deportistas de alto rendimiento se planteará la reparación quirúrgica.
La decisión del tratamiento se tomará en conjunto con el paciente dependiendo de los siguientes factores:
El tratamiento de las lesiones de ligamentos en la rodilla sigue generando controversia, ya que algunos pacientes refieren pérdida de la funcionalidad de la rodilla posterior a una lesión ligamentosa mientras que otros permanecen relativamente asintomáticos y después de un tiempo pueden retomar sus actividades.
Los objetivos a conseguir son reducir el edema y el dolor, restablecer el arco de movilidad y recuperar el control y la resistencia muscular para proteger a la rodilla de una nueva lesión.
Tras una fase inicial de inmovilización según la gravedad, se deben de iniciar tempranamente ejercicios para recuperar la extensión activa y la marcha normal. Posteriormente se iniciará un programa más intenso de fisioterapia para mejorar la resistencia muscular.
Dependerá del ligamento y el grado de afectación.
Como hemos analizado en el artículo, las posibilidades de lesiones ligamentosas en la rodilla son múltiples si hemos sufrido un traumatismo importante.
La recomendación será por tanto aplicar el tratamiento estándar recomendado y acudir para ser valorado por un traumatólogo si los síntomas persisten o existe una clara pérdida de la función.
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