La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la disfunción eréctil como la incapacidad persistente para conseguir y mantener una erección suficiente para la realización satisfactoria de la relación sexual. Con el fin de descartar trastornos temporales, la duración del problema tiene que ser como mínimo de 3 meses.
El primer estudio comunitario a gran escala de la disfunción eréctil fue el MMAS (Massachusetts Male Aging Study), a finales de los 80 y reveló una prevalencia del 52% en hombres de entre 40 y 70 años, siendo leve en el 17%, moderada en el 25% y severa en el 10%. En otro estudio llevado a cabo en Colonia de varones de 30-80 años, la prevalencia de disfunción eréctil fue del 19,2%, con un aumento considerable relacionado con la edad del 2,3% (a los 30 años) al 53,4% ( a los 80 años).
El estudio español EDEM (Epidemiología de la Disfunción Eréctil Masculina), publicado en 2001, se realizó́ en 2.476 hombres españoles, de entre 25 y 70 años de edad, encontrándose algún grado de DE en el 12,1-19% (16% mínima, 2% moderada y 1% severa). Esta prevalencia aumenta con la edad (8,6% en varones de 25 a 39 años, 13,7% de 40- 49 años, 24,5% entre 50 y 59 años y 49% en sujetos de 60 a 70 años).
En estudios más recientes, incluso se estima que la prevalencia en varones jóvenes (por debajo de 40 años) es mayor (1 de cada 4 varones), siendo en el 40% de los casos severa.
El síntoma principal de la disfunción eréctil es una variación en la calidad de las erecciones, tanto en términos de rigidez como en la capacidad de mantener la erección.
En el caso de que el origen de la disfunción eréctil sea por causas físicas, un indicador principal e importante es la imposibilidad para tener o mantener una erección al despertarse por la mañana.
Por otro lado, si la causa es psicológica, la disfunción eréctil suele producirse durante un periodo de tiempo determinado, por ejemplo, si el varón está atravesando una época de estrés. Si persiste durante más de 3 meses el paciente deberá acudir a un profesional especializado.
Los factores psicológicos deben tenerse en cuenta en todos los casos de disfunción eréctil. Las causas psicológicas de la disfunción eréctil primaria comprenden culpa, miedo a la intimidad, depresión o ansiedad. En la disfunción eréctil secundaria, las causas psicológicas se relacionan con la ansiedad, el estrés o la depresión. La disfunción eréctil psicógena puede estar relacionada con un estado particular, un lugar, un momento o una pareja.
Los factores psicológicos juegan un papel importante con la activación del sistema nervioso simpático, el cual actúa provocando una vasoconstricción de arterias cavernosas del pene y contracción de las fibras musculares lisas de los cuerpos cavernosos, llevando al pene a la detumescencia (flacidez).
Tradicionalmente pensamos en una causa más psicológica en pacientes jóvenes, sin embargo recientes estudios, atribuyen causas orgánicas (físicas) hasta cerca del 50% de estos pacientes.
En otros muchos casos, la disfunción eréctil es causada por factores físicos como:
A medida que los hombres van envejeciendo las erecciones pueden tardar más en desarrollarse y puede que no sean tan firmes. Existen varios factores de riesgo que pueden contribuir a la disfunción eréctil, por ejemplo:
La prevalencia de la disfunción eréctil es elevada, incluso en gente joven, siendo uno de los principales motivos de consulta tanto en las consultas de asistencia primaria como especializada.
Además, es un marcador centinela de enfermedad vascular coronaria o periférica en gente joven, que puede anteceder un evento cardiovascular en 5-10 años, por lo que es importante evaluar el estado cardiovascular en este grupo de pacientes.
Existen múltiples causas, siendo la orgánica la más frecuente (y entre éstas, la vascular es la más prevalente, afectando a 6 de cada 10 pacientes con disfunción eréctil), y a ésta se le suele añadir otras causas, como factores psicológicos (ansiedad de rendimiento) que agrava y perpetúa la disfunción eréctil.
En pacientes jóvenes, es importante realizar una buena evaluación clínica para determinar si la causa principal es psicógena u orgánica, y en caso de dudas o no mejoría sintomática, plantear el factor físico como causa relevante.
Hay causas corregibles que pueden mejorar la calidad de las erecciones, como evitar el consumo de determinadas sustancias, modificar hábitos alimentarios, practicar ejercicio moderado regular, entre otras, y otras causas que pueden abordarse médicamente, por lo que es importante ponerse en manos de profesionales cuanto antes, porque siempre será más fácil abordar y con mayor tasa de éxito una disfunción eréctil leve, que moderada, y que decir, severa.
Además, actualmente existen tratamientos activos de tipo regenerativo, como las ondas de choque, que además tienen un efecto no sólo activo en el tratamiento de la disfunción eréctil, sino en la preservación y disminución del deterioro de las erecciones. Puedes consultar con un urólogo si tienes alguna duda.
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