La blefaritis es una inflamación del borde de los párpados, habitualmente crónica o episódica, provocada por diversas causas o factores y cuya principal consecuencia son síntomas directos por dicha inflamación, mayor frecuencia de orzuelos y sobre todo ojo seco.
Las causas de la blefaritis son múltiples y dependen del tipo de esta, pero la más habitual son trastornos en las glándulas de la piel encargadas de la producción de grasa, con un exceso de ésta o cambios en su consistencia, que dan lugar a los síntomas, así como gérmenes de la piel también involucrados, por infección directa o secundariamente por producción de toxinas inflamatorias. La aparición de estos trastornos está muy influenciada por factores intrínsecos como los cambios hormonales, estrés, tipos de piel o afecciones de la misma como la dermatitis seborreica o la rosácea, etc., así como factores extrínsecos o ambientales como el grado de humedad, exposición al sol, etc.
Los síntomas comunes de la blefaritis son:
Similar a la dermatitis seborreica, está provocada por un exceso de cantidad y consistencia de la grasa en el borde anterior del párpado y pestañas, dando lugar a una descamación constante y acúmulo de grasa en las pestañas. Esto provoca una inflamación constante de los párpados, caída de las pestañas y secundariamente conjuntivitis frecuentes por inflamación directa provocada por el exceso de grasa y descamación en el ojo, así como una mayor probabilidad de infecciones, dando lugar a la muy habitual blefaroconjuntivitis. Los síntomas suelen ser crónicos, y los más habituales son el picor, fotofobia y enrojecimiento crónico de los párpados y muy frecuentemente de los ojos.
Se trata de una infección bacteriana, generalmente por estafilococo aureus, aunque pueden ser otros, que provoca inflamación directamente por la infección de la piel y pestañas o a través de toxinas producidas por estos gérmenes y que son inflamatorias. Cursa de forma más episódica en vez de crónica y, aunque puede provocar cualquier síntoma de blefaritis, suele predominar una secreción más abundante en las pestañas. es muy habitual su asociación con la blefaritis seborreica por sobreinfección de la misma.
Se trata de una disfunción crónica de las glándulas de meibomio, localizadas en la cara posterior del párpado y con conductos que desembocan en el borde libre del mismo, junto a las pestañas, y encargadas de producir el componente lipídico de la película lagrimal. Esta disfunción de las glándulas da lugar a cambios en la secreción de la grasa, tanto en la composición como consistencia de la misma, lo que origina por un lado la inflamación de la glándula, dando lugar a un enrojecimiento crónico del borde de los párpados, así como a una secreción, por un lado irritante por su composición anómala, y por otro poco eficaz en su función, resultando una película lagrimal con una capa lipídica débil y por ello favoreciendo su evaporación temprana que desemboca en un ojo seco evaporativo.
Los síntomas son, a parte del enrojecimiento crónico del borde de los párpados, con aparición más frecuente de orzuelos, síntomas por irritación por la grasa, escozor más intenso al despertar, y de ojo seco evaporativo, tales como escozor, dolor, visión borrosa, etc. Síntomas que empeoran a lo largo del día y sobre todo al aumentar la concentración visual en cerca, que disminuye el parpadeo, como en la lectura, visualización de pantallas, etc.
El diagnóstico de la blefaritis es eminentemente clínico, con observación directa de los párpados y las pestañas, así como del ojo en general.
En algunas ocasiones puede ser necesario realizar pruebas clínicas más específicas, generalmente para el estudio de las causas, principalmente en casos en los que no responde a medidas básicas o tratamientos habituales, como puede ser la realización de cultivos para detectar gérmenes.
El tratamiento de la blefaritis depende del tipo, de la severidad y de la cronicidad de la misma, por ello se utilizan varios escalones terapéuticos.
El primer escalón y base de todos los tratamientos son las medidas higiénicas y ambientales. Al ser en la mayoría de los casos un problema crónico y sin solución definitiva, estas medidas deben mantenerse en el tiempo. La primera y más importante es la higiene palpebral, de las base del párpado y pestañas, para extraer diariamente el exceso de grasa y las descamaciones, idealmente dos veces al día, para ello existen múltiples ayudas en la farmacia como pueden ser jabones específicos, espumas, toallitas, etc.
En el caso de la blefaritis posterior es beneficioso aplicar calor seco previamente para diluir la grasa de las glándulas y que esta salga mejor. En este primer escalón terapéutico se utilizan mucho las lágrimas artificiales para mejorar la sintomatología de la propia blefaritis y para el tratamiento del ojo seco secundario. Existe hoy en día gran variedad de lágrimas artificiales disponibles y muchas de ellas diseñadas específicamente para la blefaritis, en el caso de la blefaritis posterior y el ojo seco evaporativo es mejor utilizar una lágrima con componente lipídico.
En el caso de que con las medidas básicas no sea suficiente para mejorar los síntomas es necesario el uso de tratamientos más potentes o específicos, que dependerán del tipo de blefaritis, la evolución de la misma o la afectación de los párpados y de los ojos. Por ejemplo están los antibióticos, tanto tópicos como orales, corticoides tópicos, inmunosupresores tópicos, tratamientos quirúrgicos en caso de chalazión o aplicación de tecnología de luz pulsada (IPL) para mejorar la función de las glándulas de meibomio.
Si bien la blefaritis habitualmente es una enfermedad benigna y generalmente puede controlarse con las medidas básicas de higiene descritas, si con esto no es suficiente, o ante la aparición de síntomas más severos, es importante que consultes con tu oftalmólogo para el estudio de tu caso concreto y poder aplicar así un tratamiento más específico.
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