Te has preguntado ¿cómo te relacionas con tu cuerpo?, ¿cuál es la imagen para ti de un cuerpo óptimo?, ¿sientes que serías más feliz si tu cuerpo fuera de una determinada manera?.
Vivimos inmersos en un sistema social en el que surgen culturas y experiencias colectivas e individuales, medios de comunicación, redes sociales, influencers, entre otros. Todo esto contribuye a un sinfín de información que puede generar filtros, condicionando nuestra mirada hacia nuestro cuerpo. Activando emociones como el rechazo, la culpa, el enojo, la depresión o el desamor entre otros.
Nuestro cuerpo actúa como un semáforo sensorial para vivir la experiencia humana, ¿lo habías pensado de esta manera? Pues entonces, excluir el cuerpo, habla de excluirnos de la vida, SIN EL CUERPO NO HAY EXPERIENCIA, NO HAY VIDA.
La imagen corporal hace referencia a cómo te sientes con tu cuerpo en este momento y cómo lo percibes, en ese abanico de sensaciones, creencias y emociones podrás determinar y valorar qué imagen tienes de ti.
Vivimos en una experiencia dual y tendemos a calificar, considerando que podríamos acercarnos a una imagen positiva o a una negativa según el prisma con el que decidas mirarte, como observador eres tu protagonista. Recuerda que el cuerpo no te define, solo es un medio necesario para vivir esta experiencia humana. Por ello te invito a tener una relación amigable, en la que te sientas cómodo sin caer en calificaciones, es más valioso que elijas una relación sana, dado que la sanidad de tu cuerpo te traerá calma, armonía y equilibrio.
El cuerpo tiene sabiduría manifiesta ya que en él está toda la historia de la vida de una persona.
Nuestro cuerpo es como un mapa, es una fuente de conocimiento, dónde se alojan las memorias de experiencia vividas como ser: traumas, heridas, conflictos.
Todo está alojado en nuestro cuerpo y se expresa como tensión o contracción muscular y pueden representar bloqueos. Por ello es importante tomar consciencia de la sensibilidad de nuestro cuerpo y lo que quiere expresar.
Te propongo un ejercicio: ¿qué espeja tu cuerpo para ti?
Respira y en silencio explora. Si lo deseas realiza un escáner por todo tu cuerpo y observa si hay tensión. De ser afirmativo ¿qué sucedería si llevas el aire a esa zona, respira y si te apetece dile a tu cuerpo que se relaje un poco más…¿quizás, quieras moverte?
Respira y cuando lo sientas vuelve a la quietud y en silencio con tus ojos cerrados, visualiza tu cuerpo y responde: ¿qué ves?, ¿qué pensamientos surgen?, ¿te gusta?, ¿cómo te sientes?, ¿qué emociones vienen a ti? Ahora explora más profundamente: ¿qué percibes? Respira, abre tus ojos y escribe en un papel toda la experiencia ordenada y de forma clara, por ejemplo:
Muchas veces estamos desconectados de nuestro cuerpo, hasta nos olvidamos de él, tenemos millones de creencias limitantes que nos alejan de él. No nos gusta lo que vemos y negamos lo que sentimos. El primer paso para tener una relación sana con nuestro cuerpo es verlo, aceptarlo y honrarlo. Y saber que así, como es, es perfecto, porque sin él no estaríamos viviendo nuestra humanidad.
Te invito a que respires profundo, y tomes con amor y compasión tu cuerpo y la relación que tienes con él en tu corazón, respira y observa: ¿quieres liberarte de ese dolor que genera esa emoción atrapada? Respira nuevamente y dile a tu cuerpo: puedes quedarte conmigo, en mí puedes alcanzar la paz, respira y repítelo hasta que sientas que esa emoción va cediendo. Ahora piensa en una persona excluida y olvidada injustamente en tu familia y aunque no lo comprendas, más bien guíate por tu intuición. A la primera persona que veas, dile: ahora te veo, te respeto y te amo y te doy un lugar en mi corazón.
Te invito a que profundices tu relación y realices este ejercicio:
Conecta con tu respiración, y siente que ella te lleva a un lugar seguro. Tu no haces nada, solo respira y observa lo que ocurre ¿Observa si hay una emoción dominante? Tristeza, ansiedad, miedo, enojo, duda. Sea la emoción que sea dale espacio, respira y dile en este momento todo es bienvenido en mi.
Ahora pon el foco, por ejemplo, en la obesidad. Respira y siente que el problema obesidad está en tu palma izquierda. Permite que aparezcan imágenes, sensaciones, sonidos, voces, diálogos y todo lo que espeja tu modo existencial de construir este problema. Créalo y experiméntalo cómo es en tu vida. Observa lo que duele, lo que te incomoda, respira e intenta darle un poco de amorosidad a esa situación. Mírala de forma amistosa y observa ¿qué sucede?, respira e intenta ver que este problema no es un enemigo. Es más bien un mensajero que viene a decirte algo. Y en ese espejo, que es la consciencia en ti. Sé el testigo de ese observador, un espejo que acoge lo que sucede tal y como es, libre de apegos.
Respira, y en tu mano derecha ahora pon la situación deseada, lo que eliges y quieres en tu vida. Por ejemplo, un cuerpo equilibrado, sano. Ahora cuando observamos que el problema quedó atrás, pregúntate: ¿qué será distinto en tu vida cuando ocurra esto?, ¿quién serás ahí? Respira y observa que pueden surgir ambivalencias, respira nuevamente y activa tu luz de sabiduría interior y repite esto es sano y bueno en mi camino progresivo de vida. Respira y enfrenta tus manos como si en el presente el problema y la solución se miran. Siente el peso, la energía de las dos, la impronta de una y de la otra.
Siente la mano izquierda como el pasado, la derecha como el futuro y observa si existen resistencias para que conviertas el problema en la solución. Ahora pregúntate: ¿algo dentro de mí se opone a esta solución?, ¿qué me mantiene atado a este problema?, ¿existe algo más que elija soltar?, ¿qué recursos y decisiones necesito activar? Respira busca en ti tu verdad, lleva las dos manos a tu pecho y que se unifiquen con tu corazón y deja que tu luz interior se manifieste en ti.
En todas las etapas de la vida es importante tener una relación de amor y aceptación con el cuerpo, Sin embargo, esta relación deberá ser mucho mejor en quiebres de nuestra identidad, como son la adolescencia, o la etapa post parto o menopáusica para las mujeres.
Cuando estamos experimentando un quiebre, estamos reconstruyendo nuestro yo. Nuestro cuerpo también presenta cambios bastante radicales y notorios como ser:
Estos cambios pueden resultar abrumadores para quienes los están experimentando. Incluso pueden generar: inseguridad, enojo, depresión y en consecuencia desamor y baja autoestima.
Como padres, maestros y profesionales de la salud, es importante fomentar una imagen corporal sana y ayudar a sentirse seguros y felices consigo mismos en esa etapa de quiebre.
Una forma maravillosa y que ayuda mucho, sobre todo en momentos de quiebre, es desarrollar una mirada contemplativa y de gratitud hacia nuestros cuerpo, ya que el foco no pone énfasis en lo que nos falta sino más bien en todos los beneficios que deriva el tener un cuerpo físico.
Te dejo algunos consejos que podrían ser de mucha utilidad para relacionarte sanamente con tu cuerpo:
Podemos afirmar que cultivar una imagen corporal sana es un proceso que requiere atención plena, escucha activa, empatía y tiempo, pero claramente es un hábito súper valioso y poderoso. Nuestro cuerpo es un gran regalo que merece ser valorado y cuidado al hacerlo. Por ello aceptar y cuidar nuestro cuerpo único, tal como es, nos ayuda a sentirnos bien con nosotros mismos y a disfrutar con plenitud la vida. Puedes hablar con un psicólogo si necesitas ayuda.
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