Las contracturas musculares son una patología muy común en nuestros pacientes, especialmente en los miembros inferiores. Consiste en una contracción sostenida e involuntaria del vientre muscular que a menudo se caracteriza por dolor, tumefacción, rigidez y debilidad muscular, que puede llegar a afectar significativamente a la calidad de vida.
Se diferencia de la rotura fibrilar en que no existe disrupción de las fibras musculares, por lo que no suele presentar ni hematomas ni gap (palpación del foco de la lesión como una discontinuidad del músculo que se acentúa al contraerlo).
En este artículo discutiremos las causas, los síntomas y las opciones de tratamiento con las que contamos.
Las contracturas musculares en las piernas pueden ser causadas por múltiples factores.
Otras causas comunes son las lesiones, como esguinces, distensiones musculares y desgarros, que pueden hacer que los músculos se contraigan de manera anormal (muchas veces como mecanismo de defensa, pretendiendo bloquear la movilidad de alguna articulación).
Los síntomas pueden variar desde los leves; la mayoría de casos apenas tienen repercusión sobre las actividades básicas de la vida diaria, a los severos; poco frecuentes y en los que debemos buscar una causa subyacente (enfermedades neurológicas, alteraciones metabólicas, etc.).
Algunos de los síntomas más comunes incluyen:
El tratamiento para las contracturas musculares en las piernas depende de la causa y la gravedad de la lesión. En muchos casos pueden ser tratadas con medidas conservadoras, como medidas higiénico-posturales, fisioterapia y ejercicios específicos.
Una de las medidas más efectivas para aliviar la sintomatología es aplicar calor o hielo a la zona afectada. La aplicación de calor ayuda a relajar los músculos y aumentar el flujo sanguíneo a la zona, lo que puede ayudar a reducir la inflamación y aliviar el dolor. Por otro lado, la aplicación de hielo ayuda a reducir la inflamación y puede también aliviar el dolor.
La fisioterapia resulta muy útil en el tratamiento de la fase aguda, pues puede utilizar diferentes técnicas específicas para relajar los músculos y disminuir el dolor y la rigidez en la zona afectada. Los masajes también pueden ser efectivos para mejorar la clínica.
Además, los ejercicios específicos pueden ayudar a aliviar las contracturas musculares, especialmente aquellos que se centran en estirar los músculos lesionados. Una rutina de fisioterapia puede ayudar a reducir la rigidez muscular y cobra especial importancia a la hora de fortalecer los músculos de las piernas para prevenir futuras lesiones, no únicamente para el manejo de la fase aguda.
En casos más graves, se pueden necesitar tratamientos médicos más invasivos, como inyecciones de esteroides, factores de crecimiento, o cirugía. Sin embargo, estos tratamientos generalmente se reservan para casos extremos, solo se utilizan cuando no se puede aliviar el dolor y la rigidez a través de las medidas conservadoras, y siempre que se haya descartado patologías que puedan presentan una clínica similar (tenosinovitis, síndrome compartimental crónico, roturas fibrilares, etc…) que nos puedan confundir en el diagnóstico.
La mejor manera de prevenir las contracturas es seguir un estilo de vida saludable y activo. Esto incluye una dieta equilibrada, el mantenimiento de un peso saludable y la realización de ejercicio físico que involucre los miembros inferiores y que incluya estiramientos. La actividad física regular ayuda a mantener los músculos y las articulaciones con un buen tono y flexibilidad, lo que puede prevenir la rigidez muscular y reducir el riesgo de lesiones musculares.
También es importante realizar un buen calentamiento antes de cualquier actividad física intensa para preparar los músculos para el esfuerzo, y finalizar las sesiones con estiramientos específicos para los grupos musculares más solicitados con el objetivo de prevenir futuras contracturas.
Otras medidas preventivas pueden incluir la hidratación adecuada, la realización de estiramientos de forma regular (muy recomendable la práctica de yoga, pilates, etc…) y la prevención de la fatiga muscular (manteniendo un tiempo de recuperación suficiente entre una práctica deportiva y la siguiente, sobretodo si la intensidad es elevada).
Las contracturas musculares en las piernas son una patología común que afecta a muchos pacientes, prácticamente de todos los grupos de edad, en todo el mundo. Aunque pueden ser dolorosas y limitantes, las opciones de tratamiento son amplias y efectivas en la mayoría de los casos, llegando en muy pocos casos a precisar actitudes terapéuticas invasivas.
Siguiendo un estilo de vida activo y saludable y tratándolas de manera oportuna, los pacientes pueden mejorar significativamente su calidad de vida y prevenir futuras lesiones. Si experimentas dolor o rigidez muscular con frecuencia en las piernas, te recomendamos que consultes a tu traumatólogo para determinar la causa y el mejor tratamiento posible. Si quieres saber más sobre las contracturas musculares puedes leer nuestra guía: Entender las contracturas musculares: una exploración en profundidad de las causas y los tratamientos.
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