La contractura o, mejor expresado, enfermedad de Dupuytren fue descrita por el médico francés del que la patología ha tomado el nombre a principios del siglo XIX. Se trata de una afección que consiste en la formación de nódulos sólidos y duros debajo de la piel de la palma de la mano y que, con el paso del tiempo, tienden a unirse.
No hay una causa única establecida. Sólo se sabe que es más frecuente en pacientes diabéticos, con enfermedades renales o del tiroides. También se ha podido detectar un componente genético-hereditario. A pesar de ello, no se ha conseguido hasta el momento identificar uno o varios genes como responsables.
Suele aparecer, por lo general, a partir de los 45 años y es excepcional en mujeres.
Tal y como ya se ha mencionado en la introducción la patología se inicia con pequeños engrosamientos o bultos por debajo de la piel de la palma de la mano. Estas “durezas” se sitúan por encima del plano de los tendones que, propiamente, no están afectados.
Con el tiempo estos nódulos se van extendiendo y forman auténticos cordones que, de forma progresiva, van provocando la flexión o “contractura” de los dedos e imposibilitando su correcta movilidad y su extensión. En casos evolucionados se afecta de forma importante la funcionalidad de la mano enferma.
De forma preferente aparecen en los dedos anular y meñique disminuyendo la frecuencia de la patología en el medio y el índice. El alcance del pulgar es totalmente excepcional. No hay dolor en ninguna fase evolutiva.
Es importante tener en cuenta que en un 40% de los casos se puede afectar la otra mano aunque no suele tener el mismo grado de gravedad evolutiva.
El primer paso es el correcto diagnóstico. Este suele ser clínico a partir de la exploración aunque cada vez con más frecuencia se usa la ecografía como apoyo definitivo. No se requieren otras técnicas de imagen más sofisticadas.
En la fase de nódulos aislados (la más inicial) no se precisa tratamiento alguno aunque se recomienda el control evolutivo cada tres o cuatro meses. También se pueden indicar infiltraciones con el fin de parar o detener la progresión de la fibrosis.
En el estadío de cordón (único o múltiples) se recomienda el uso de férulas nocturnas con el fin de evitar el desarrollo futuro de la contractura propiamente dicha.
La cirugía está indicada en los casos más evolucionados o graves y consiste en la extirpación de todo el tejido fibroso. Técnicamente es la fasciectomía selectiva. Con ello y, por norma general, se alcanza la extensión de los dedos. En los casos más graves no se alcanza la extensión completa pero sí una notable mejoría de la misma.
Es habitual que se requieran dispositivos u ortesis postoperatorios para mantener el resultado conseguido con la cirugía puesto que la tendencia a la retracción es muy habitual.
En general el procedimiento se lleva a cabo bajo anestesia regional, es decir, solamente el brazo a intervenir.
No dudes en pedir cita con un traumatólogo si tienes alguna consulta.
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