Artículos 17 mayo 2024

Cómo es una narcisista en una relación de pareja

Oliva González González Psicólogo
Oliva González González
Psicólogo

Las relaciones de pareja son relaciones, muchas veces, difíciles. Tener una buena relación es como saber bailar. Con cada pareja el baile es diferente, y tenemos que aprender a sintonizarnos y aprender los pasos y el ritmo. Una cosa es que eso nos cueste un tiempo, y otra cosa es que suframos en una relación.

Si se sufre en una relación, hay que hacer algo. Las relaciones de pareja no son para sufrir, ni son para ayudar al otro. Son para compartir, para crecer juntos, para acompañar y ser acompañado. Ahí no cabe el sufrimiento derivado del comportamiento del otro ni cabe un desequilibrio sistemático y manifiesto entre los derechos de uno y de otro.

Una relación que nos hace sufrir es una relación que nos pone en riesgo de salud, y por nuestro bien, es importante que sepamos identificar qué características hacen de una relación, una relación de riesgo.

Una relación de riesgo

Una relación de riesgo puede darse de distintas maneras y con distintas personas, y no se necesita que la otra persona tenga un calificativo u otro. Es fundamental atender a las características de la relación, no de la persona. Si, después, además podemos llegar a saber si la otra persona tiene un patrón de personalidad concreto, esto le añadirá más peso, si cabe, a nuestra necesidad de tomar decisiones, pero la reflexión y las decisiones deben hacerse con las características de la relación.

Por otro lado, hoy en día, hay un abuso muy excesivo de las etiquetas, en especial, cuando se habla del término narcisista. Según el diccionario de la Lengua Española (RAE, 2024), narcisista es aquella persona que cuida en exceso su aspecto físico o que tiene un alto concepto de sí mismo. Es importante entender que estas dos características no tienen por qué impedir que haya una buena relación de pareja.

Una cuestión es el término coloquial, y otra, el término específico de salud mental que es el trastorno de personalidad narcisista. En este sentido, es importante destacar que este trastorno tiene una prevalencia, según los estudios disponibles, del 1,6% (Morgan y Zimmerman, 2018), siendo más frecuente en los hombres que en las mujeres. Esto quiere decir, que, de cada 100 personas, 1-2 de ellas tendrá un trastorno de personalidad narcisista. Es decir, no todas las relaciones de riesgo implican necesariamente que una de las personas tenga este diagnóstico.

Un trastorno de personalidad es un patrón persistente de comportamiento, pensamiento y funcionamiento interpersonal. En la actualidad se reconocen 10 trastornos de la personalidad, siendo uno de ellos, el trastorno de la personalidad narcisista.

En salud mental hay que ser muy cuidadosos con las palabras, porque todavía existe mucho estigma asociado, y gran parte del estigma proviene de fusionar el diagnóstico con la persona. Si en salud física a nadie se nos ocurriría llamar canceroso a un paciente de cáncer, en salud mental todavía hay mucho camino por recorrer en este sentido, y las personas terminan cosificadas y reducidas a su diagnóstico.

Por otra parte, para que una persona sepa que su diagnóstico es uno concreto, en este caso, un trastorno de personalidad narcisista, la persona debe haber pedido ella misma una evaluación de su personalidad. Esta evaluación debe hacerla un psicólogo y un psiquiatra competente y habilitado para realizar dicha evaluación. Es decir, por mucho que suframos en la relación con otra persona, el calificar a dicha persona como narcisista, es algo que está fuera de lugar, y que no sólo no nos ayuda, sino que nos puede dificultar las cosas.

Si, por otro lado, conocemos que nuestra pareja ha sido diagnosticada con ese trastorno, si lo utilizamos sin el previo consentimiento de nuestra pareja, estamos cometiendo una infracción en la protección de datos de salud.

Todo lo indicado hasta aquí es muy importante que podamos entenderlo y comprenderlo, ya que de ello dependerá que cada uno de nosotros podamos hacer algo por reducir, por un lado, el estigma en salud mental, y por otro lado, nuestro malestar. Dicho todo esto, el resto del artículo se dedica a tres grandes puntos:

  • Qué es lo que caracteriza un trastorno de la personalidad narcisista.
  • Cómo identificar relaciones que ponen en riesgo nuestra salud.
  • Cómo protegernos de dichas relaciones.

Rasgos que caracterizan un trastorno de la personalidad narcisista

En salud mental, muchas veces, para un diagnóstico, se acude a manuales que recogen conjuntos de síntomas concretos y que, en función de los síntomas, indican que se puede estar delante de una determinada dificultad o trastorno. Uno de los manuales más utilizados hoy en día es el DSM-5 revisado (APA, 2023). Este manual indica que, un trastorno de personalidad narcisista se caracteriza por un patrón persistente de grandiosidad, necesidad de admiración, y falta de empatía. Este patrón se muestra si se dan cinco o más de las siguientes cuestiones en distintos contextos, habiendo empezado dichas cuestiones al principio de la etapa adulta:

  • Tiene sentimientos de grandeza y prepotencia (p. ej., exagera sus logros y talentos, espera ser reconocido como superior sin contar con los correspondientes éxitos).
  • Obsesión con fantasías de logros ilimitados, influencia, poder, inteligencia, belleza o amor perfecto.
  • Cree que es “especial” y único, y que sólo pueden comprenderle o sólo puede relacionarse con otras personas (o instituciones) especiales o de alto estatus.
  • Una necesidad de ser admirados incondicionalmente.
  • Muestra un sentimiento de privilegio (es decir, expectativas no razonables de tratamiento especialmente favorable o de cumplimiento automático de sus expectativas).
  • Explotación de otros para lograr sus propios objetivos.
  • Falta de empatía: no está dispuesto a reconocer o a identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.
  • Envidia de otros y creencia de que otros los envidian.
  • Muestra comportamientos o actitudes arrogantes, de superioridad.

Como veis, son cuestiones importantes y muy serias, que, si entran en juego en una relación, pueden hacer que esa relación sea enormemente complicada para la otra persona, y pueden causar mucho sufrimiento. Pero, repetimos, no hace falta que una persona sea diagnosticada con este trastorno, para que la relación sea de riesgo.

mujer frente espejo Salir de ese tipo de relaciones no es nada fácil, por lo que, en muchas ocasiones, habrá que buscar ayuda.

¿Qué hace que una relación sea de riesgo, es decir, qué características cumplen las relaciones que ponen en riesgo nuestra salud?

Una relación pone en riesgo nuestra salud cuando se dan, de manera continuada, una o todas de las siguientes situaciones:

  • Hay un desequilibrio de poder, control, validación y cuidado entre las dos personas. Una de las personas manifiesta de manera continuada y persistente un afán de control sobre la otra persona, ejerciendo un poder coercitivo sobre ella. Controla tus horarios, controla las personas con las que te ves, te obliga a dar explicaciones, te invalida cuando no las das, o te sales del control y tratas de poner límites. Te encuentras en la situación recurrente de tener que estar al servicio de ella, tienes que validarle continuamente y tienes la obligación de cuidarlo, sin que ninguna de estas dos cuestiones sea recíproca. Es más, puede que lo que recibas de la otra persona sea invalidación (“no vales”, “no sirves para nada”, “de qué hablas”, “tienes cerebro de mosquito”,…) y abandono continuado.

  • Existe manipulación emocional. Una de las personas manifiesta de manera continuada y persistente, conductas de manipulación emocional sobre la otra persona, conducentes a mantener “cautiva” de dicha relación a la otra persona. Te puede insultar y a continuación decirte que: “no te merezco”, “qué buena persona eres”, “te mereces algo mejor”, “no lo volveré a hacer”, “voy a ir al psicólogo, por favor no me dejes”, para a continuación, volver al comportamiento que ha generado sus “disculpas”. La incapacidad de ponerse en tu lugar, hasta el punto de decir que “si me dejas, me suicido” o “si me dejas, te arruino la vida”.

  • Existe comunicación paradójica. Una de las personas se comunica de tal manera que hay una incongruencia manifiesta o no, entre lo que dice y lo que hace: “te quiero mucho” y al mismo tiempo, te abandona sistemáticamente en las dificultades. Un ejemplo más grave sería: “te quiero mucho” y a continuación, te insulta y te devalúa. A veces este mecanismo puede ser tan sutil que la persona que lo sufre se queda pensando en si realmente entendió lo que entendió o es algo que se imagina ella.

  • Hay un desequilibrio importante en el compromiso, la intimidad y la honestidad. Una de las personas, aunque sus palabras indiquen lo contrario, es totalmente contrario a un compromiso serio, que le implique abrirse desde la honestidad, emocional y personalmente. Las mentiras continuadas, no dar ningún tipo de información sobre lo que hace, no te presenta a tus amigos y familia, te niega sistemáticamente el dar un paso más, no genera lazos económicos ni sociales, o bien, te presenta, pero te devalúa sistemáticamente delante de los demás, habla de otras relaciones que ha podido mantener o incluso que mantiene en la actualidad, y las compara con la que mantiene contigo.

  • Existe incapacidad de regulación emocional, o bien no existe emocionalidad. Una de las personas no es capaz de regular sus emociones, teniendo estallidos de ira que se convierten en conductas violentas hacia las cosas, los animales o las personas, y hace responsable de esos estallidos a la otra persona. Puede darse también todo lo contrario, no existe reacción emocional sea lo que sea que suceda, y si la otra persona reacciona emocionalmente, se la señala y se le indica que no es adecuada, devaluando su reacción emocional: “mira que eres débil, en qué momento decidí estar contigo”, “vete al baño y arréglate, que así no estás presentable”.

Cualquier relación en la que se de cualquiera de estas situaciones, implica un riesgo para la persona que las sufre. Cada uno de nosotros tenemos una vulnerabilidad diferente a las dificultades, y esa vulnerabilidad puede cambiar, además, con el tiempo. Por tanto, necesitamos estar muy atentos a cómo son las características de nuestras relaciones, para poder protegernos y retirarnos, si es posible a tiempo para no sufrir daño. Es nuestra responsabilidad y también una buena manera de cuidarnos.

Cómo protegernos de dichas relaciones

Lo primero que podemos hacer es reflexionar sobre qué tipo de características quisiéramos que tuviera nuestra relación, en diferentes niveles: intimidad, compromiso, comunicación, reciprocidad, apoyo, cuidado y validación. Una vez hecha dicha reflexión, es bueno mirar cómo está, en cada uno de esos niveles, nuestra relación actual, y poner de manifiesto, con hechos concretos, cuál es la distancia con eso que queremos, y con las características expuestas anteriormente.

Si no nos gusta el resultado de la reflexión, es importante darse cuenta de la parte de responsabilidad que nos corresponde y de la que le corresponde a la otra persona. Si se cumplen las características expuestas anteriormente, entonces, lo que podemos hacer no es tanto buscar nuestra responsabilidad, sino posibles soluciones que pasan, todas ellas, por salir de esa relación.

Salir de ese tipo de relaciones no es nada fácil, por lo que, en muchas ocasiones, habrá que buscar ayuda. Esta ayuda, dependiendo del caso concreto, implicará trabajar en nuestra regulación emocional, nuestra autoestima, conseguir establecer y mantener límites, buscar y construir redes de apoyo, y diseñar una estrategia para salir de la relación, que no nos ponga en riesgo emocional, físico, económico o legal.

Si crees que estás en una relación de este tipo, por favor, olvídate de si tu pareja es o no narcisista, y pide ayuda a un profesional especializado que te pueda ayudar a salir de ahí. Te lo mereces.

Referencias
  • Asociación de Psiquiatría Americana (2023). Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM-5 revisado. Asociación de Psiquiatría Americana.
  • Morgan, T. A., y Zimmerman, M. Epidemiology of personality disorders. En Handbook of Personality Disorders: Theory, Research, and Treatment. 2nd ed, edited by WJ Livesley, R Larstone, New York, NY: The Guilford Press, 2018, pp. 173-196.

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