Los trastornos de la conducta alimentaria son trastornos generados por una suma de factores fisiológicos, cognitivo-emocionales, familiares y socioculturales que continúan en expansión en las sociedades occidentales.
Las personas que sufren estos trastornos presentan alteraciones en su forma de comer que repercuten de forma grave en su salud, pero para su completa comprensión debemos considerarlos el resultado de problemas psicológicos y relacionales profundos que se dan en una sociedad que sobrevalora el cuerpo.
Los trastornos de la conducta alimentaria surgen cuando se intenta utilizar la comida para resolver dificultades personales. Quienes los padecen comen porque intentan aliviar los sentimientos de malestar, ansiedad, tristeza, vacío e incapacidad permanente que les acompañan.
La adicción a la comida es un trastorno psicológico en el que las personas ingieren grandes cantidades de comida en periodos de tiempo cortos. La adicción se desencadena cuando la persona, que utiliza la ingesta para evadirse o bloquear sus problemas y las emociones que estos provocan, pierde el control sobre la cantidad y la frecuencia con la que lo realiza.
En la actualidad, la adicción a la comida se ha convertido en un problema social que aumenta progresivamente. Este problema no sólo afecta a la salud mental de quienes lo sufren, también puede condicionar enfermedades crónicas como la obesidad o la diabetes tipo 2.
Existen características de personalidad y estados emocionales que aumentan la vulnerabilidad psicológica a la adicción a la comida.
Entre los estados emocionales que pueden provocar la adicción a la comida destacan:
Entre las características de personalidad que predisponen al desarrollo de esta adicción destacan:
El origen de la adicción a la comida lo podemos encontrar, en unos casos, como una conducta aprendida que se adquiere a base de repetir las ingestas que en un principio resultan placenteras, en otros casos, como estrategias de afrontamiento inadecuadas para hacer frente a problemas personales como la ansiedad, la tristeza o la soledad entre otros. Muchas veces, este aprendizaje de conductas se hace dentro de la familia.
Existen varias señales que nos pueden ayudar a identificar un problema de adicción a la comida:
Las principales consecuencias que esta adicción tiene sobre la salud son las siguientes:
La adicción a la comida puede provocar desórdenes de la conducta alimentaria como:
La ayuda de un psicólogo es fundamental y necesaria para superar una adicción a la comida. Es difícil lograrlo sin el tratamiento psicológico adecuado.
Los tratamientos suelen consistir en una combinación de tratamiento psicológico y nutricional.
El apoyo nutricional ayuda a los pacientes a mantener unos hábitos alimentarios saludables a través de la psicoeducación, contribuye a:
El tratamiento psicológico utiliza técnicas basadas, por un lado, en la modificación de conducta para identificar aquellos estímulos (situaciones emocionales o relacionales) que llevan a la pérdida de control sobre la ingesta. Por otro lado, a nivel cognitivo busca identificar y modificar los pensamientos y sentimientos automáticos que favorecen y mantienen la ingesta compulsiva.
Con este tratamiento, la persona que sufre la adicción a la comida descubre cómo es su conducta, pensamientos y emociones y la relación que tienen con sus hábitos alimentarios inadecuados. Posteriormente, busca alternativas más apropiadas interviniendo en aspectos como la impulsividad, la autoestima, el afrontamiento inadecuado de problemas, los déficits en habilidades sociales, la dificultad para regular emociones o la imagen corporal.
La familia y el entorno es fundamental para la recuperación de una persona con problemas de adicción. Es importante que colaboren con su ayuda y supervisión durante el tratamiento.
Tienen que servir de apoyo en los momentos de mayor vulnerabilidad ofreciendo otras alternativas a la comida para hacer frente a la soledad o la frustración y, sobre todo, no culpabilizando, enfadándose ni quitando importancia al problema. Deben contribuir a que exterioricen las emociones y aceptarlas para poder gestionarlas.
Los trastornos de la conducta alimentaria, entre ellos la adicción a la comida, son una problemática psicológica más amplia y compleja de lo que se cree en un principio. Estos no son consecuencia de la falta de voluntad de algunas personas por controlar lo que comen, son consecuencia de ciertos déficits cognitivo-emocionales en la resolución adecuada de las dificultades de nuestra vida.
El atracón les ayuda a sobrellevar el estrés, a calmar el malestar emocional y les permite eludir los problemas cotidianos. Una vez que las pautas alimentarias se alteran, ellas mismas producen a su vez dificultades psicológicas que incrementan el malestar y sufrimiento de quienes la padecen.
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