Una adicción es un acto en un contexto. Es decir, está vinculada al tipo de vida que llevamos. Es una respuesta a los problemas que la vida nos plantea y sus consecuencias dependen de factores contextuales y culturales.
“El efecto de una sustancia depende en mayor medida del contexto y prácticas de uso más que la droga en sí misma” tal y como dijo el filosófo Antonio Escohotado.
Un comportamiento adictivo siempre es el síntoma de algo más. Es muy importante plantear un enfoque amplio que vaya al tratamiento de la raíz y a los asuntos que llevan al mantenimiento de un comportamiento adictivo.
La principal función del consumo crónico de sustancias o conducta adictiva suele ser la regulación de estados internos negativos. El comportamiento adictivo es un intento por alterar un presente psicológico que es valorado por el individuo como insatisfactorio o inadecuado.
Existe considerable evidencia empírica respecto al consumo de drogas como regulador de estados emocionales negativos y respecto a que los estados emocionales negativos son el primer factor precipitante de una posible recaída.
Algunos estudios han informado tasas de éxito que oscilan entre el 40% y el 60%. Estos porcentajes de éxito en una intervención psicológica para el tratamiento de adicciones a sustancias pueden variar dependiendo de diversos factores, como el tipo de sustancia, la gravedad de la adicción, la motivación y compromiso del individuo, la presencia de otras problemáticas conductuales o fisiológicas entre otros. Los porcentajes son difíciles de determinar debido a la falta de uniformidad en los estudios y enfoques utilizados.
El NIDA (Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas) ha apoyado y financiado diversos estudios que han evaluado la eficacia de las terapias de tercera generación en el tratamiento de adicciones. La mayoría de estudios se centran en enfoques cognitivo conductuales, aunque también se han investigado y han demostrado efectividad para reducir el consumo de sustancias y promover la abstinencia en las terapias de tercera generación y el modelo de entrevista motivacional entre otros.
Detectar una adicción es algo muy complejo ya que las adicciones se manifiestan de formas muy distintas y pueden presentar mucha variedad de síntomas dependiendo del individuo, sustancia o conducta adictiva.
No obstante se podrían mencionar algunos signos comunes que pueden estar indicando la presencia de una adicción:
Un primer gran paso es identificar y reconocer la existencia de problemática en un comportamiento adictivo. Es muy importante ya que dota al individuo de una actitud de apertura hacia la recuperación.
Para dotar de evaluación, tratamiento y apoyo durante todo el proceso de recuperación.
Puede incluir terapia individual, terapia grupal, terapia familiar y programas de rehabilitación en centros especializados. La elección de un programa se decide en función de las necesidades personalizadas de cada individuo y gravedad de la adicción.
Muy importante estar rodeados de personas que apoyen el cambio y colaboren a evitar situaciones de riesgo.
Se hace muy importante desarrollar habilidades para hacer frente a situaciones estresantes, emociones negativas y ciertas situaciones que podrían desencadenar un consumo o activación de la conducta adictiva.
Realistas y claras para el proceso de recuperación, además de desarrollar un enfoque personalizado para afrontar situaciones específicas y desafíos.
Para contribuir a una estabilidad emocional y física hay que adoptar hábitos saludables como alimentación equilibrada, ejercicio regular, descanso y sueño eficiente, etc.
Más aún al comienzo de determinarse a modificar un hábito adictivo, identificar y evitar situaciones, personas o lugares que puedan desencadenar la tentación o la recaída se hace esencial. Muchas veces hay que modificar o reestructurar el contexto social y establecer límites claros para mantenerse alejado de sustancias o comportamientos adictivos.
El enfoque y formato de tratamiento se escoge teniendo en cuenta la idiosincrasia de cada caso e individuo. Por ello es fundamental acudir a un profesional de la salud especializado en adicciones para que se pueda realizar una evaluación y planificación inicial que oriente al paciente a las necesidades de su caso. En base a ello se desarrolla un plan de tratamiento.
Para identificar y abordar los patrones de pensamiento y comportamiento que mantienen y contribuyen a una adicción. Es fundamental depositar el esfuerzo y confianza en un profesional cualificado que trabaje con intervenciones psicológicas basadas en evidencia empírica. Entre los tratamientos más destacados podemos mencionar la Terapia Cognitivo Conductual (TCC), la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) o la Terapia Cognitiva basada en Mindfulness (TCBM).
En ACT aplicada a las conductas adictivas se asume que el consumo abusivo y crónico de sustancias puede ser una forma más de evitación experiencial. Como señala Wilson: “Puede ser que no todos los adictos comiencen a consumir como evitadores de experiencias privadas evaluadas negativamente, pero parece casi cierto que si el consumo abusivo continua por un período suficientemente largo acabarán como evitadores.
Grupos de apoyo mutuo y terapia grupal pueden llegar a proporcionar un entorno social validante y de apoyo donde se comparten experiencias y se puede aprender de los demás.
Ya que una conducta adictiva afecta al entorno cercano de la persona. Se puede trabajar la comunicación y el fortalecimiento de comprensión y sistema de apoyo.
En ciertas situaciones, el uso de fármacos pueden ayudar a reducir los síntomas de abstinencia y control de impulsos. La psicología dedicada al área de las adicciones puede colaborar con la medicina en ciertos casos.
En todos los formatos anteriores puede incluirse la necesidad de realizar un proceso previo de desintoxicación. Se necesita eliminar la sustancia del organismo en un contexto seguro además de gestionar los síntomas de abstinencia. Existen distintos subformatos aptos para ello. Se puede realizar en centros de desintoxicación o en programas ambulatorios.
Hay existencia de investigación que indica que ciertas características de los terapeutas (independientemente del tipo de terapia llevada a cabo) son asociadas al éxito o fracaso terapéutico. Esto es, el modo en el que el terapeuta se relaciona con el cliente parece ser tan importante o más que el tipo de terapia realizada. La entrevista motivacional es más que un conjunto de técnicas, es un modo de estar y de relacionarse con el cliente.
Tiene mucho que ver con expresar empatía escuchando, sin juzgar, criticar, culpabilizar y aceptando a la persona tal y como es.
La psicología clínica actual está mirando a las prácticas espirituales procedentes de oriente tratando de extraer aquello que pueda ser útil para ayudar a la gente que tiene problemas psicológicos. Concretamente, el budismo o el Zen parecen ser fuentes valiosas de las que la psicología actual puede beber y extraer un punto de vista sobre la psicopatología y una tecnología, más acordes al formato de la vida, que se basan más en la experiencia y que tienen un mayor impacto que las técnicas directas, instruidas, lineales y por que no decirlo, artificiales, generalmente encontradas en los tratamientos disponibles.
Desde una posición budista, las drogas serían un “falso refugio” del dolor y del sufrimiento de la vida, que por otra parte son inevitables. Sin embargo, se trataría de un refugio temporal, puesto que a largo plazo suelen incrementar el dolor. La adicción puede ser definida, desde este punto de vista, como una inhabilidad para aceptar dos características fundamentales de la vida, la no permanencia y el cambio. El adicto desea prolongar de manera artificial estados “positivos” o evitar “estados negativos”, esto hace que no viva en el presente (ser consciente y disfrutar del “aquí” y “ahora” tanto con sus aspectos positivos como negativos es una característica básica en el budismo).
Las posición budista en torno a encontrar el camino medio o la moderación es compatible también con la visión de la recaída como un hecho moderado y no decisivo, que rompe la dicotomía entre la abstinencia y la recaída entendida como fracaso y con los programas de reducción de daños para aquellos que no quieren la abstinencia como meta terapéutica.
Existe evidencia prometedora sobre la efectividad de la Meditación Trascendental y también de la Meditación Vipassana.
En cualquier intervención psicológica, sea cual sea la conducta o problema, no solo en cuestión de problemas de adicción, más allá de la metodología empleada, lo más determinante es la posición del profesional en la relación terapéutica. La autenticidad es la variable que más opera en la eficacia de un tratamiento psicológico.
Elegir a un psicólogo con unas características personales es decisivo para que un tratamiento funcione:
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