Vamos a realizar un breve recorrido por el término transexualidad: Fue el endocrinólogo Harry Benjamin en 1966 quién acuño por primera vez la palabra transexual, la medicina lo trató durante años como enfermedad mental o patología. En el año 2007 comienzan a surgir movimientos trans activistas que defendían que la transgeneridad no debía de ser considerada una enfermedad mental. Fue en 2018 en la undécima edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) cuando la transexualidad dejó de considerarse un trastorno mental. Este recorrido nos sugiere la falta de comprensión y conocimiento que se ha tenido al respecto hasta hace escasos seis años.
La transexualidad se consideraba una cosa de adultos y adolescentes, no teniendo en cuenta la transexualidad infantil. Este hecho originaba gran sufrimiento en estos niños, niñas y adolescentes, que se sentían diferentes y tenían que ocultarlo, por vergüenza, desconocimiento, incomprensión, etc. Afortunadamente, ya son muchas familias las que consultan a su pediatra para informarse al respecto. Por eso es tan importante que el pediatra tenga un conocimiento actualizado y sin prejuicios de esta realidad (García, 2017).
Aunque nuestra sociedad ha evolucionado de manera evidente en los últimos años siguen existiendo prejuicios y falta de información fiable sobre este tema. La primera realidad a la que se siguen enfrentando estas personas es a la transfobia social, cualquier forma de discriminación, estigmatización, odio, rechazo, actitudes negativas y agresividad hacia este colectivo. Dando lugar al, riesgo de exclusión social y discriminación (García, 2017: Mayor y 2018).
Vamos a empezar diferenciando algunos términos. Cuando una persona experimenta coincidencia entre el sexo y el género asignado al nacer, se hace referencia a una persona cisgénero, en el caso de que no haya coincidencia estaríamos hablando de una persona trans. Por lo tanto, la definición de trans sería una condición que persiste en el tiempo en la que la identidad de género de una persona no coincide con el sexo asignado al nacer. Esta condición puede presentarse en cualquier momento de la vida, pero es más común que se manifieste en la infancia. En este caso, suele iniciarse con una disforia de género, es decir, un malestar o incomodidad persistente con el sexo asignado al nacer.
Otro concepto que debemos tener claro es la identidad de género. Nos referimos con este término a la sensación interna de ser hombre, mujer o una identidad de género no binaria, se desarrolla generalmente en la infancia y se basa en una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales.
La aceptación de la identidad de género por parte de las familias es fundamental y tiene un impacto muy importante en la salud física y mental de estos niños y jóvenes. Así como el papel del pediatra que tendrá que identificar y contener a la familia en los primeros momentos. (García, 2017).
Felipe Murillo (2015) refiere que los niños transexuales pueden comenzar a mostrar señales de su identidad de género desde edades tempranas, incluso con dos años. Estas señales pueden incluir:
A medida que los niños crecen, pueden mostrar signos más obvios de su identidad de género. Estas señales pueden incluir:
De acuerdo con Alessi (2014) estos niños y adolescentes pueden experimentar una serie de desafíos tanto psicológicos, sociales y emocionales, entre los que se encuentran:
Estos conflictos les hacen ser una población extremadamente vulnerable con una alta incidencia de patología de enfermedad mental, como depresión, ansiedad, autoagresión, ideación suicida. Distintas investigaciones demuestran que jóvenes transgénero tienen más riesgo de suicido que el resto de la población (Rodríguez, García y Gras, 2019).
La crianza de un hijo transgénero puede ser un desafío para los padres. Los padres pueden experimentar una serie de emociones, como la confusión, la tristeza, la ira o el miedo. También pueden preocuparse por el bienestar de su hijo, por cómo será tratado por los demás y por cómo afectará su identidad de género a su vida.
Algunas recomendaciones generales de los expertos para las familias con hijos transgénero:
Entre las recomendaciones más específicas que pueden ser útiles para las familias con hijos transgénero:
Es importante recordar que cada familia es diferente y que lo que funciona para una familia puede no funcionar para otra. Lo más importante es que los padres estén abiertos a aprender y crecer, y que siempre pongan las necesidades de su hijo en primer lugar.
Criar a un hijo transgénero puede ser un desafío, pero también es una oportunidad para aprender y crecer. Al educarse, crear un ambiente seguro y de apoyo, escuchar a tu hijo y buscar ayuda profesional, puedes brindarle a tu hijo el amor y el apoyo que necesita para vivir una vida plena y feliz.
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