El toxoplasma gondii fue aislado por primera vez en 1908 por Alfonso Splendore en el Brasil, en conejos de experimentación, y simultáneamente los franceses Charles Nicolle y Louis Manceaux , quienes estudiaban la participación del Ctenodactylus gondii, un roedor del norte de África, en la transmisión de la leishmaniosis.
Estos últimos visualizaron parásitos libres, así como células mononucleares infectadas por un microorganismo que denominaron Leishmania gondii, el cual no crecía en los medios de cultivo descritos para Leishmania spp. Posteriormente, Nicolle sugirió el nombre de Toxoplasma para identificar un nuevo género de parásitos.
La toxoplasmosis es una zoonosis causada por un parásito intracelular, Toxoplasma gondii (T. gondii), tiene la capacidad de infectar al hombre y a la mayoría de los animales de sangre caliente.
La infección por T. gondii es usualmente asintomática; sin embargo, en las personas inmunosuprimidas puede producir graves complicaciones y hasta la muerte, al igual que en los hijos de las mujeres que adquieren la infección primaria durante la gestación.
Existen distintas cepas de Toxoplasma gondii y el genotipo II es el más frecuente en Europa. El genotipo I y otros genotipos atípicos son los más frecuentes en Sudamérica y producen formas más severas de la enfermedad, así como secuelas oculares más graves en las infecciones congénitas.
La infección por Toxoplasma gondii confiere una inmunidad duradera en los pacientes inmunocompetentes.
La toxoplasmosis es una infección habitualmente asintomática en el adulto inmunocompetente. La seroprevalencia de las mujeres en edad fértil es muy variable, de entre el 15 y el 77%. En los últimos años la seroprevalencia ha disminuido en nuestro medio y es actualmente del 20%.
La transmisión vertical del parásito se produce durante la infección aguda. El riesgo de transmisión aumenta de forma importante a medida que avanza la gestación:
La afectación fetal tiene una evolución inversa:
Se debe informar a las gestantes de las medidas higiénicas que permiten disminuir el riesgo de exposición y de infección durante la gestación.
Esto incluye:
La infección por toxoplasmosis se le puede pasar a un feto si la madre resultó infectada durante el embarazo. La infección se propaga al feto a través de la placenta. La mayoría de las veces, la infección es leve en la madre. La mujer puede no ser consciente de que tiene el parásito. Sin embargo, la infección del feto puede ocasionar graves problemas. Los problemas son peores si la infección se produce a comienzos del embarazo. Si tienes alguna duda puedes pedir cita con un ginecólogo.
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