La palabra “agresividad” deriva del latín “aggressio, aggressionis”, que significa “ataque” o "acción de ir contra algo o alguien. Desde un punto de vista psicológico, la agresividad se define como un comportamiento que intenta causar daño físico o emocional a otra persona o incluso, a uno mismo.
La agresividad es una manifestación conductual presente en diversas sociedades, y España no es una excepción. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2023 se registraron 9.126 víctimas en asuntos de violencia doméstica con orden de protección o medidas cautelares. En cuanto a los delitos por criminalidad convencional, solo en el primer trimestre de 2023 se registraron 480.906 infracciones penales (Fuente. Ministerio del Interior). Estos comportamientos no solo se limitan a la violencia física, sino que abarcan una amplia gama de acciones que pueden afectar profundamente a las víctimas ya que la agresividad no solo está presente en las interacciones cara a cara, sino que también se ha trasladado al entorno digital como el ciberacoso o las estafas informáticas.
La agresividad física es probablemente la forma más visible y reconocible de violencia. Se manifiesta mediante acciones como golpes, patadas, empujones y cualquier otro acto que cause daño físico a otra persona incluida la utilización de armas de cualquier tipo. Este tipo de conducta puede tener consecuencias inmediatas y visibles, como heridas, contusiones o incluso daños permanentes.
Las víctimas de agresividad física a menudo se enfrentan no solo daños corporales, sino también los efectos psicológicos como el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y la ansiedad.
La agresividad verbal incluye el uso de palabras para insultar, humillar o amenazar a otra persona. Este tipo de agresión, aunque no causa daño físico directo, puede provocar efectos en la salud mental y emocional de la víctima. El acoso verbal es común en muchos contextos, incluidos el hogar, la escuela y el lugar de trabajo.
En el ámbito escolar, por ejemplo, los insultos y las burlas son formas de agresividad verbal que pueden llevar al aislamiento social y a una disminución en el rendimiento académico de los alumnos afectados. En el entorno laboral, el acoso verbal puede crear un ambiente tóxico que afecta la productividad y el bienestar de los empleados aumentando significativamente los niveles de estrés y ansiedad.
En España, las campañas contra el acoso escolar y el acoso laboral han subrayado la importancia de abordar la agresividad verbal. La ley reconoce la violencia verbal como una forma de maltrato, y se han adoptado medidas para proteger a las víctimas y sancionar a los agresores.
Conviene tener en cuenta también la agresividad que se puede observar en determinadas redes sociales mediante mensajes de odio o de acoso.
La agresividad facial se manifiesta a través de expresiones de enojo o desprecio en el rostro. Aunque este tipo de agresión puede parecer menos grave que la física o la verbal, sus efectos no deben subestimarse. Las expresiones faciales pueden comunicar hostilidad y crear un ambiente de miedo o tensión.
Las microexpresiones, como el fruncimiento del ceño, las miradas despectivas o las burlas, pueden ser interpretadas como señales de amenaza o desaprobación. Por ejemplo, en una reunión de trabajo, una expresión facial de desprecio puede socavar la confianza y la cooperación entre los compañeros (Bonaccio, 2016).
La agresividad facial, aunque menos obvia que otras formas de agresión, puede tener un impacto significativo en las relaciones interpersonales y en el ambiente de cualquier interacción. Todos somos capaces de identificar una mirada o una expresión de desprecio o agresividad.
La agresividad indirecta se define por acciones que no afectan directamente a la persona objetivo, sino a sus pertenencias o entorno como destrozar pertenencias personales, causar daños a la propiedad o cometer actos de vandalismo. Esta conducta es una manera de manifestar rabia o frustración sin abordar directamente a la persona afectada. Estas conductas de agresión indirecta pueden generar consecuencias importantes, provocando daños económicos y una sensación de inseguridad en las comunidades impactadas.
En momentos de estrés o presión, algunas personas pueden optar por causar daño a cosas en lugar de enfrentar el problema de manera frontal y directa.
La agresividad sexual es una de las formas más graves y traumáticas de conducta agresiva. Incluye cualquier acto sexual forzado o no consentido, como la violación, el acoso sexual y otras formas de coerción sexual.
Las víctimas de agresiones sexuales padecen graves repercusiones psicológicas, incluyendo ansiedad, depresión y trastornos de estrés postraumático durante largos periodos de su vida.
Durante el primer trimestre de 2023, se registraron en España 4303 delitos contra la libertad sexual, 1021 agresiones sexuales con penetración y 3282 clasificados como resto de delitos contra la libertad sexual (Ministerio del Interior).
Las conductas agresivas se suelen dar de forma natural en nuestra sociedad y es nuestro deber y el de las administraciones correspondientes proponer medidas eficaces para prevenirla en todos los niveles mediante la educación y la sensibilización.
Por otra parte, debemos considerar el establecimiento de límites y aprender a decir NO en determinadas circunstancias. Establecer límites ayuda a definir claramente lo que es aceptable y lo que no lo es. Además, los límites claros reducen el estrés y la ansiedad al proporcionar un sentido de seguridad y predictibilidad. Las personas se sienten más seguras cuando conocen las reglas y las expectativas, lo que disminuye la probabilidad de que la tensión derive en violencia. Si quieres conocer más sobre la agresividad puedes consultar nuestra guía completa para entender y manejar la agresividad.
La publicación del presente artículo en el Sitio Web de Doctoralia se hace bajo autorización expresa por parte del autor. Todos los contenidos del sitio web se encuentran debidamente protegidos por la normativa de propiedad intelectual e industrial.
El Sitio Web de Doctoralia Internet S.L. no contiene consejos médicos. El contenido de esta página y de los textos, gráficos, imágenes y otro material han sido creados únicamente con propósitos informativos, y no para sustituir consejos, diagnósticos o tratamientos médicos. Ante cualquier duda con respecto a un problema médico consulta con un especialista.