Albert Ellis fue un psicoterapeuta que desarrolló la terapia racional emotiva conductual. Esta se basa en la idea de que nuestros comportamientos vienen determinados por los pensamientos. Por tanto, si pretendemos modificar nuestra conducta, debemos trabajar en los pensamientos que la han desencadenado.
Las personas hacemos una interpretación de las situaciones ante las que nos encontramos. Esta interpretación nos llevará a pensamientos y emociones determinadas que influyen posteriormente en nuestra conducta. Estas emociones, tal y como indica Nicolás Landriscini, poseen un fuerte componente evaluador o valorativo que son lo que las diferencia de las sensaciones.
Por tanto, como las conductas vienen determinadas por esos pensamientos erróneos, nuestro trabajo como psicólogos es trabajar en ellas para poder modificarlas. “Enseñar y mostrar al sujeto las consecuencias de sus actos, las causas de sus emociones y el aprendizaje de una forma diferente de pensar y por lo tanto de manejar sus emociones y actos.”1
La idea central de esta terapia es la creencia de que nuestros pensamientos determinan nuestras conductas. Podemos decir que existe una relación de causa y efecto entre ambos. Es un circuito que se retroalimenta constantemente, ya que las emociones a su vez hacen efecto en nuestros pensamientos.
Además, en muchas ocasiones somos nosotros mismos los que hacemos crecer nuestras emociones mediante el reforzamiento de estos pensamientos.
De esta manera, un pensamiento negativo induce un estado emocional negativo que se traduce en un estado vulnerable que envuelve al organismo y lo lleva a conductas de malestar.
Es por esto que la clave para el psicólogo en esta terapia racional emotiva, es incidir en estos pensamientos para influir en cómo se desarrolla esta relación de dependencia entre pensamiento, emoción y conducta.
El esquema ABC busca explicar el por qué del comportamiento de las personas a través de tres elementos básicos: un suceso determinado real A, las creencias B y la conducta y consecuencias C.
SUCESO REAL A CREENCIAS B CONDUCTA C
A → B → C
Podemos ver que este proceso funciona a forma de cadena. Se da un suceso real que el individuo experimenta y evalúa. Esta evaluación o interpretación del hecho se compone de emociones y pensamientos que desencadenan una determinada conducta. Las consecuencias que se derivan de esa situación lo hacen a partir de esas creencias erróneas. Por tanto, debemos incidir en B para que se convierta en una análisis racional y lógico y así desvincularse de ese pensamiento disfuncional e irracional .
Debemos ser conscientes de que estos pensamientos deben ser modificados, ya que se basan en falsas creencias que hemos podido adoptar de diversas formas (ya sea por creencias culturales, interpretaciones incorrectas o simplemente automáticas), de las que la persona no tiene plena conciencia.
A esto se le conoce como creencias irracionales, y se caracterizan por ser imposiciones que nos hacemos a nosotros mismos, al mundo, o a los demás y que nos sirven de impedimento para conseguir nuestros objetivos. Ellis hizo un recopilatorio de estas creencias. Algunas de ellas son las siguientes:
Como podemos ver, son exigencias y una forma de “condena” a nosotros mismos. Las podemos distinguir de las creencias racionales en que estas no tienen ninguna evidencia lógica de su veracidad, son creencias absolutas que se expresan como deberes y no deseos o gustos. Llevan al individuo a estados de malestar y entorpecen claramente la obtención de metas.
Es importante localizar estos pensamientos irracionales para lograr entender de dónde vienen las conductas y saber dónde tenemos que poner el foco de atención para modificarlas. “El objetivo de esta terapia es, entonces, inducir a la persona a que reconozca lo absurdo de sus creencias, a que las abandone y a que adopte otras nuevas y más apropiadas.”
Además, podemos utilizar como apoyo un autorregistro en el que queden escritos esos pensamientos y las consecuencias emocionales a las que nos han llevado.
La herramienta más utilizada para modificar estos pensamientos es mediante el diálogo. Esto se conoce como diálogo socrático, que implica un cuestionamiento en la persona a través de preguntas que abren un debate acerca de esos pensamientos. Debemos procurar cuestionar para hacer así reflexionar al paciente acerca de la veracidad de las mismas. No sólo se utiliza el diálogo socrático como método para analizar estos pensamientos, sino que podemos encontrar otras estrategias como las siguientes:
De esta manera, proporcionaremos a la persona evidencias y datos para arraigar nuevas creencias en el individuo que sean adaptativas y no obstaculicen los objetivos que pretende marcar.
La TREC va dirigida a personas a las que creencias irracionales y no adaptativas les llevan a conductas que interfieren en su desarrollo y consecución de metas, para así poder desarrollar en su lugar otras más saludables.
Dentro de este espectro podemos incluir también personas que padecen ansiedad, depresión o incluso trastornos fóbicos, ya que muchos de ellos se basan principalmente en miedos irracionales por ideas erróneas y poco fundamentadas. Por ejemplo, miedo a volar por pensar que uno de cada cinco aviones se estrellan.
La terapia racional emotiva conductual de Albert Ellis (TREC), es una terapia basada en la idea de la dependencia de los pensamientos y conductas y la interpretación que los individuos hacemos de las diversas situaciones que vivimos. La clave de esta técnica es la reestructuración cognitiva de las ideas rígidas y sin fundamento que impiden alcanzar los objetivos o entorpecen la vida diaria de las personas. De esta manera, modificando los pensamientos irracionales podemos modificar las conductas inadaptadas que se dan como consecuencia. No dudes en consultar nuestra guía especializada en terapias psicológicas para el crecimiento personal y la salud mental. No dudes en pedir cita con un psicólogo para que pueda ayudarte.
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