A lo largo de este artículo, abordaremos de manera clara que son las terapias contextuales, explorando su origen y su contribución actual a la psicología. Entre ellas, realizaremos un breve repaso de aquellas de mayor relevancia: la terapia de aceptación y compromiso (ACT), la psicoterapia analítica funcional (FAP) y la terapia dialéctico conductual (DBT).
Antes de adentrarnos, es crucial comprender el surgimiento de lo que denominamos terapias contextuales o terapias de tercera generación. Para que la psicología sea considerada una ciencia, debe tener un objeto de estudio, y fue en la década de 1950 cuando Eysenck acuñó el término "Terapia de Conducta", alejándose así de la corriente predominante hasta entonces, el psicoanálisis de Sigmund Freud. La psicología se centró en el estudio de la conducta, primero con un enfoque monista en la terapia de conducta de primera generación, luego con un enfoque dualista en la terapia cognitivo-conductual de segunda generación en la década de 1970. Finalmente, en la década de 1990, surgieron las terapias contextuales como una evolución de las corrientes anteriores.
Steve Hayes, autor de una de estas terapias, acuñó el término “terapias de tercera generación”, pero dado que esta etiqueta no aportaba una definición útil, pasaron a ser conocidas como terapias contextuales. Estas terapias se basan en el análisis funcional y el conductismo radical de Skinner, con especial énfasis en la conducta verbal, adoptando un enfoque filosófico denominado contextualismo funcional.
A continuación, vamos a proceder a hacer una breve explicación de cada una:
Desarrollada por Steven Hayes, se destaca como una terapia de tercera generación basada en la teoría del marco relacional (RFT). La RFT, surgida de la colaboración de Hayes y Dermot Bames-Holmes, examina cómo las personas aprenden el lenguaje y estudia el aprendizaje de eventos psicológicos en contextos interpersonales. Con raíces en el contextualismo funcional, esta teoría es una extensión del conductismo radical de B.F. Skinner. Tanto la RFT como la ACT han demostrado su eficacia en diversas áreas. (Ruiz y Luciano, 2009).
Desarrollada por Robert Kohlenberg y Mavis Tsai, se basa en el análisis de la conducta y adopta un enfoque contextual funcional arraigado en el conductismo radical de Skinner. Se centra en el moldeamiento en las interacciones cliente-terapeuta durante las sesiones, la FAP ha desarrollado un análisis y clasificación funcionales de las conductas clínicamente relevantes (CCR1, CCR2 y CCR3). Este enfoque presupone que la sesión terapéutica puede ser un contexto interpersonal funcionalmente equivalente a las situaciones del entorno real del cliente fuera de la terapia. La FAP destaca la relación clínica como la condición y contexto natural para el cambio terapéutico, a menudo implicando la formación de relaciones terapéuticas intensas
Desarrollada por Marsha M. Lineham, originalmente diseñada para tratar el trastorno de personalidad límite, ha experimentado un creciente uso en otros trastornos. Esta terapia busca integrar de manera dialéctica la aceptación y el cambio. La aceptación en DBT se enfoca en la validación por parte del terapeuta de las experiencias y conductas del cliente, especialmente en el trastorno de personalidad límite, caracterizado por una marcada desregulación emocional. La terapia proporciona un contexto de aceptación y validación para desarrollar habilidades de regulación emocional. Reconociendo la validez de los sentimientos, DBT también aborda la necesidad de evitar que estos afecten negativamente al individuo y a su entorno.
Surgió del análisis de ingredientes de la terapia cognitiva de la depresión, llevado por Neil Jacobson, cuando se mostró que el componente de la activación conductual por sí solo era tan efectivo como el conjunto de la terapia. Este componente por sí mismo, reelaborado de acuerdo con los principios conductuales, dio lugar a la terapia propiamente de activación conductual, que ha mostrado en depresión mayor ser más eficaz que la terapia cognitiva y más ventajosa que la medicación.
Fue desarrollada también por Neil Jacobson, el mismo de la activación conductual, a partir de la insatisfacción con la terapia conductual de pareja tradicional. Tiene su raíz en la distinción skinneriana entre conducta moldeada por las contingencias y gobernada por reglas. La versión más actual de su formulación original se identifica con la aceptación y el cambio que caracterizan a las terapias de tercera generación (Jacobson et al., 2000).
Es un enfoque terapéutico, derivado del budismo, consistente en poner atención en la experiencia del momento, incluyendo sensaciones, pensamientos, estados corporales y demás eventos privados, así como en el ambiente, sin juzgarlos ni analizarlos, sino por el contrario adoptando una actitud de apertura, curiosidad y aceptación. La filosofía y técnicas con base en mindfulness han mostrado su eficacia en la depresión y ansiedad, así como en una variedad de efectos psicológicos saludables. Mindfulness se ha integrado en ACT, FAP y DBT.
En resumen, las terapias contextuales emergen como una valiosa contribución a la psicología contemporánea, representando una evolución significativa desde las corrientes anteriores. Al enfocarse en la aceptación, el cambio y la atención plena, estas terapias, como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), la Psicoterapia Analítica Funcional (PAF) y la Terapia Dialéctico Conductual (TCD), ofrecen marcos conceptuales innovadores y estrategias efectivas para abordar una amplia gama de desafíos psicológicos.
El enfoque en el análisis funcional y el conductismo radical de Skinner, así como la integración de principios basados en mindfulness, reflejan una comprensión profunda de la complejidad de la experiencia humana en contextos interpersonales. Estas terapias han demostrado su eficacia no solo en la gestión de trastornos emocionales, como la depresión y la ansiedad, sino también en el tratamiento de problemas de pareja y otros desafíos relacionados con la conducta humana.
La diversidad de enfoques, desde el énfasis en el marco relacional hasta la integración dialéctica de la aceptación y el cambio, resalta la riqueza teórica y práctica de las terapias contextuales. Su capacidad para adaptarse y abordar diferentes dimensiones de la psicología evidencia su relevancia en un panorama clínico en constante cambio.
En conclusión, las terapias contextuales no solo representan una respuesta evolutiva a los paradigmas anteriores, sino que también ofrecen herramientas terapéuticas poderosas para entender y transformar la experiencia humana, promoviendo un enfoque integral que fusiona la aceptación, el cambio consciente y la comprensión profunda de la conducta humana. Su influencia continua y su aplicación en diversas áreas subrayan su papel crucial en la configuración del futuro de la psicología clínica. No dudes en pedir citar con un psicólogo si necesitas ayuda.
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