A finales del siglo XX la terapia conductual y la terapia cognitiva se unen en un único concepto integrador denominado terapia cognitiva-conductual. También conocida como TCC, es un enfoque de tratamiento psicológico que se utiliza para ayudar a las personas a abordar una variedad de problemas emocionales, cognitivos y conductuales vinculados con la salud mental, ofreciendo unos beneficios-eficacia (resultados) contrastados mediante la evidencia científica.
Definiremos inicialmente el significado de cada término para tener una idea más concreta de cada concepto. Integrándolo después en una única definición:
La terapia o más concretamente la psicoterapia es un proceso interactivo que se establece entre una persona que presenta una dificultad que desea superar y un/a profesional que intenta ayudarla. El ámbito donde se plantea el problema concierne a las relaciones que tiene la persona con los demás, consigo misma o al afrontamiento de determinadas situaciones.
El término conductual hace referencia a la terapia conductual que nace en la segunda mitad del siglo XX y toma como fundamento el “conductismo”, una psicología que establece que el principal objeto de estudio de la psicología no es la conciencia ni los estados internos, sino las conductas públicamente observables.
El término cognitivo hace referencia a la terapia cognitiva que nace en la década de los sesenta del siglo XX, que trata de actuar sobre procesos internos (mentales) inferidos que organizan la realidad de la persona.
Ante el crecimiento continuo de las teorías psicológicas y los enfoques psicoterapéuticos de las últimas décadas del siglo XX, se encauzaron en algunos proyectos con un enfoque integrador en psicoterapia. Y un ejemplo, es la terapia cognitiva-conductual.
Finalmente, y como definición general la terapia cognitivo-conductual, también conocida como TCC, es un enfoque de tratamiento psicológico que se utiliza para ayudar a las personas a abordar una variedad de problemas emocionales y de salud mental. Esta terapia se basa en la idea de que los pensamientos, las emociones y los comportamientos están interconectados, y que, al cambiar los patrones de pensamiento y comportamiento negativos o disfuncionales, se pueden lograr mejoras en la salud mental y el bienestar.
Ante un amplio espectro de situaciones vitales, puede ocurrir que la propia conducta, pensamientos y emociones se vuelvan inapropiadas y problemáticas, convirtiéndose en centro de preocupación y en objetivo de cambio.
La psicoterapia cognitiva-conductual crea las condiciones, diseña e implementa procedimientos específicos para posibilitar un cambio constructivo en la conducta, el pensamiento y la emoción de la persona que presenta su dificultad.
La terapia cognitivo-conductual es una orientación terapéutica que cuenta con una eficacia científicamente comprobada en diferentes tipos de intervención. Además, uno de los aspectos más característicos de ésta, es que se adapta a una gran variedad de necesidades y problemas a abordar en el tratamiento a personas.
La psicoterapia cognitivo-conductual propone modificar aquellas conductas, pensamientos y emociones que producen sufrimiento y de las que la persona no puede librarse por sí misma. El objetivo es lograr que la persona sustituya sus pautas de relación rígidas, perjudiciales y limitantes por otras más flexibles, amplias y productivas.
Albert Ellis (1957) es uno de los más importantes representantes de la terapia cognitiva-conductual. Y también, el creador de la terapia relacional emotivo conductual, en la que utiliza el modelo A-B-C, donde A son los acontecimientos de la vida (lo que nos sucede), B representa las creencias y los pensamientos sobre dichos acontecimientos, y C representa las consecuencias emocionales y conductuales.
Si estas creencias y pensamientos B tienen signo negativo, entonces pueden traer como consecuencia la aparición de ansiedad, depresión u otros trastornos psicológicos. Según este modelo, para cambiar nuestra manera de sentir, debemos cambiar nuestra manera de pensar. Para ello, Ellis añade los puntos D y E. El punto D (discusión) se refiere a cuestionar o poner en duda nuestros pensamientos perturbadores, mediante el cuestionamiento, y empleando la razón y la lógica, podemos aprender a desarrollar una actitud eficaz, que ofrezca más estabilidad emocional y conductual a nuestra vida. El punto E (experimentación) sugiere la puesta en práctica de la nueva visión de las cosas (si se prefiere, el aspecto conductual).
La intervención terapéutica suele constar de varias fases que se adaptan a las necesidades individuales de cada persona. Las fases generales son las siguientes:
En esta tabla, a modo de ejemplo; podemos observar variables vinculadas que podrían estar relacionadas con algunos trastornos mentales:
Los trastornos más habituales que podrían mejorar con la terapia cognitivo-conductual son los siguientes:
La terapia cognitiva-conductual es un enfoque psicoterapéutico ampliamente utilizado que ha demostrado ser efectivo en una gran variedad de condiciones. Un enfoque personalizado y centrado en el presente lo que permite abordar los problemas de manera inmediata, obteniendo resultados en un relativo corto espacio de tiempo, proporcionando a la persona habilidades para toda su vida. Es importante destacar que la TCC puede ser altamente beneficiosa, pero no es necesariamente la mejor opción para todo. La elección de la terapia adecuada depende de las necesidades individuales de cada persona y de la naturaleza de sus problemas de salud mental. Pide cita con un psicólogo si necesitas ayuda.
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