TDAH: ¿qué es y cómo se diagnostica?

El TDAH, o trastorno por déficit de atención e hiperactividad, es un trastorno del aprendizaje, de origen neurobiológico que habitualmente se manifiesta en la edad infantil y que, según los expertos, afecta entre un 5-10% de la población escolar (servicio de Psiquiatría y Psicología infanto -juvenil, Hospital de Sant Joan de Déu, Barcelona).

Sus síntomas básicos son la falta de atención, la hiperactividad y la impulsividad, y se presentan antes de los siete años. Los síntomas pueden ser leves, moderados o graves y pueden continuar durante la edad adulta. Como se ha considerado durante mucho tiempo que el TDAH era propio de niños y adolescentes, los adultos han estado muy infradiagnosticados, básicamente porque los síntomas se producen con presentaciones diferentes y aparecen con muchas comorbilidades que dificultan su diagnóstico y hasta lo enmascaran con otros cuadros psiquiátricos (J.R. Valdizan, A.C.Izaguerri-García, 2009).

Pongamos un poco de luz sobre este trastorno de aprendizaje.

Tipos de TDAH

Actualmente, se clasifica el TDAH en tres tipos, dependiendo de la sintomatología que presenta la persona afectada, independientemente si se trata de un niño/a o un adulto. De acuerdo al DSM-V (Manual de Diagnóstico de Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría), estos tipos son:

• TDAH, tipo combinado: se presentan los tres síntomas principales, inatención, hiperactividad e impulsividad.
• TDAH, tipo con predominio del déficit de atención: cuando solo se presenta la inatención sin la hiperactividad/impulsividad.
• TDAH, tipo con predominio de la hiperactividad y la impulsividad: la conducta que predomina es la hiperactividad-impulsividad.

Diagnóstico

No existen pruebas biomédicas para un diagnóstico objetivo, de manera que actualmente el diagnóstico debe ser clínico, apoyado por las escalas de autoevaluación, la historia clínica, y un examen médico para descartar otras causas. En el caso de los niños/as, el diagnóstico se realiza a través de entrevistas con los padres y con los profesores que han observado el comportamiento del menor, con la observación directa al menor y el uso de pruebas psicodiagnósticas que valoran aspectos cognitivos, socio-emocionales, familiares, comportamentales y del aprendizaje.

En el caso de los adultos, las escalas de autoevaluación son muy importantes para identificar los síntomas principales. Según la Fundación Cadah, el protocolo diagnóstico del adulto debe incluir:

• Entrevistas clínicas
• Cuestionarios autoinformados
• Cuestionarios para observadores (familia, pareja…)
• Pruebas neuropsicológicas

Con todo, es muy importante descartar posibles comorbilidades, ya que los adultos que se diagnostican en esta etapa, habitualmente presentan entre dos o más trastornos asociados. Veamos las comorbilidades más comunes.

Comorbilidades y diagnóstico diferencial

Según los neurólogos Valdizan y Izaguerri-Garcia (2009), la comorbilidad en el TDAH adulto y adolescente es muy común, afecta a tres de cada cuatro pacientes, por lo cual es muy habitual que que un paciente cumpla los criterios de uno o más trastornos. Las comorbilidades más frecuentes son los trastornos del estado del ánimo (depresión mayor, trastorno bipolar y distimia), con una comorbilidad con el TDAH que va desde el 19 al 37%. La comorbilidad con los trastornos de ansiedad la comorbilidad va del 25 al 50%. Para el abuso de alcohol es de 32 a 55%, el abuso a otro tipo de sustancias, marihuana y cocaína es del 8 al 32%. Además, la adicción a la nicotina y el exceso de cafeína están muy presentes. La comorbilidad con trastornos de personalidad es del 10 al 20%, y para la conducta antisocial es del 18 al 28%.

Por lo tanto, el diagnóstico diferencial deberá hacerse con cuadros psiquiátricos que puedan originar síntomas similares al TDAH, descartando uno a uno posibles diagnósticos alternativos.

Tratamiento

El tratamiento en TDAH, infantil y adulto es el mismo y será preferentemente de tipo dual. Por un lado, los psicoestimulantes que aumentan la capacidad de concentración de la persona, como el metilfenidato y la atomoxetina, y también otros fármacos no psicoestimulantes como los antidepresivos tricíclicos y fármacos nicotínicos. Por otro lado, el tratamiento debe incluir también un terapia psicológica cognitivo-conductual orientada a corregir hábitos, a corregir comorbilidades, a instaurar patrones de comportamiento asertivos, a aprender una buena gestión de la ira y la frustración, a abandonar el abuso de sustancias, a un control de los impulsos, a corregir las conductas antisociales y a aumentar la autoestima, muy dañada en estos pacientes.

Actualmente, aunque no tengamos pruebas biomédicas para diagnosticar el TDAH, tenemos suficiente conocimiento de este trastorno de aprendizaje para poder detectarlo con pruebas indirectas, tanto en la infancia como en la etapa adulta. Los síntomas se presentan antes de los 7 años de edad, por lo que padres y profesores pueden tener indicios y signos claros durante la etapa de primaria, y así ayudar al menor con pruebas diagnósticas.

Este diagnóstico precoz es sumamente importante para que el TDAH no transcurra indetectado durante la etapa escolar, y la persona que lo padece obtenga la ayuda necesaria para no caer en fracaso escolar, baja autoestima, adicciones a sustancias y conductas antisociales. Tenemos los instrumentos diagnósticos para poder ofrecer un diagnóstico certero y poner en marcha un tratamiento completo que ofrecerá un futuro mucho más prometedor a la persona con TDAH. Si quieres conocer más cosas sobre el TDAH puedes consultar nuestro artículo: “Todo lo que debes saber sobre el TDAH”.

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