Las relaciones a distancia, pueden suponer un desafío ya que nos suponen un intento de equilibrar la conexión y la ausencia física. Es frecuente que puedan surgir dificultades, ya que los seres humanos necesitamos del contacto de otras personas, esto se vuelve especialmente notorio en el apartado específico que suponen para nosotros las relaciones de pareja. Llegados a este punto, las estrategias psicológicas nos pueden ayudar a cimentar la relación desde una perspectiva de crecimiento para ambos componentes de la pareja, que podría aumentar las posibilidades de que la relación sea fructífera y fuerte ante las adversidades que pueden surgir, generando una relación más fuerte y significativa.
Uno de los pilares principales sobre los que debería de erigirse cualquier relación es la comunicación, sin embargo, esto cobra todavía más importancia cuando hablamos de una relación a distancia, ya que en este caso, surge la dificultad y la imposibilidad de ver a esa persona a menudo. Por estos motivos, la comunicación virtual impulsada por las nuevas tecnologías cobra una importancia todavía mayor cuando emerge la distancia en las parejas, así, las videollamadas, mensajes o actividades virtuales conjuntas pueden tomar gran relevancia en las parejas a distancia. Sin embargo esto debe tener unos límites claros y establecidos para evitar los riesgos que esto puede generar. (Giraldo, 2018)
La ansiedad, puede suponer una gran piedra en el camino del establecimiento de una relación fuerte y sana cuando media la distancia, por ello, la gratitud (Fredrickson, 2013) cobra una relevancia mayor. Las acciones simples como el valorar los momentos de conexión en pareja, preguntar por el día o simplemente los pequeños detalles y sorpresas que a pesar de la distancia se podrían tener, pueden ser de gran ayuda para mitigar el efecto que las preocupaciones pueden tener sobre nuestra relación.
El establecimiento de expectativas realistas es otro componente vital en este rompecabezas emocional. Las relaciones a distancia no son guiones de películas románticas, pero tampoco están condenadas al fracaso. La clave reside en aceptar los desafíos y mantener expectativas basadas en la realidad, construyendo así un camino sólido para el futuro. Para ello aparece un elemento muy importante de la comunicación, que es el establecimiento consensuado de hacia dónde se dirige la pareja.
La confianza parece ser otro de los pilares fundamentales, ya que es un aspecto que todavía se vuelve más complejo en una relación a distancia. Para poder construir una buena confianza, como indican Jiang y Hancock (2013), parece fundamental el mantener un compromiso con la transparencia y honestidad a la hora de comunicarse, encontrando la sintonía con nuestra pareja de forma que evitemos las evasivas a la hora de hablar, y establecer límites claros y coherentes con cada uno de las partes de la relación. De esta manera será mucho más sencillo construir buenas relaciones de confianza.
El autocuidado, a menudo subestimado, emerge como un salvavidas emocional en medio de la vorágine de una relación a distancia. La conexión entre el bienestar emocional y el autocuidado, según la psicología clínica (Ryan & Deci, 2017), es innegable. Dedicar tiempo a las pasiones personales, cultivar los propios intereses y no menospreciar el poder de un buen descanso se convierten en contribuciones vitales para fortalecer la relación.
En la cotidianidad de una relación a distancia, celebrar los pequeños momentos se vuelve más que una sugerencia; es una necesidad. Un estudio en el Journal of Social and Personal Relationships (Gable et al., 2006) subraya la importancia de encontrar la alegría en los pequeños gestos y momentos compartidos. Estos actos, en apariencia insignificantes, marcan la diferencia con nuestra pareja, ya que suponen pequeñas chispas que pueden hacer que se mantenga con vida la llama de la relación.
Es también importante entender que las relaciones a distancia pueden ser complicadas, pero, que al igual que pasa en cualquier otra relación, lo más importante es el bienestar de cada uno de sus componentes, si en algún momento esto es insostenible, no supondrá un fracaso, es parte imprescindible de la honestidad el hecho de reconocer cuando una situación nos supera.
En conclusión, las relaciones a distancia presentan desafíos significativos al equilibrar la conexión y la ausencia física. Enfrentar estas dificultades requiere estrategias psicológicas que fomenten el crecimiento mutuo. La comunicación, especialmente a través de tecnologías virtuales, se erige como pilar fundamental, exigiendo límites claros. La ansiedad puede ser un obstáculo, pero la gratitud y la valoración de pequeños momentos pueden mitigar su impacto. Establecer expectativas realistas, basadas en la aceptación de desafíos, es esencial para construir un futuro sólido.
La confianza, más compleja en la distancia, demanda compromiso, transparencia y límites claros. El autocuidado se revela como un salvavidas emocional, conectando el bienestar individual con la fortaleza de la relación. Celebrar los pequeños momentos emerge como necesidad, pintando el lienzo emocional de la relación con pinceladas vitales de color y alegría. En la cotidianidad de la distancia, estas prácticas se convierten en contribuciones esenciales para una relación fructífera y significativa. No dudes en pedir cita con un psicólogo si necesitas ayuda en tu relación de pareja.
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