El consumo de alcohol, en determinados niveles, puede suponer un cierto riesgo para nuestra salud y, sobre todo, si tenemos en cuenta la facilidad para su acceso. En España, el consumo de alcohol está muy normalizado y cuenta con un amplio arraigo social.
Según la Encuesta europea de salud en España 2020, un 74,6% de hombres de 15 y más años ha consumido alcohol en los últimos doce meses. En mujeres alcanza el 56,8%. (Fuente: Instituto Nacional de Estadística). El porcentaje más elevado según grupos de edad, se corresponde con el grupo de 25 a 34 años (80,6% en los hombres y 64,7% en las mujeres).
El alcohol es uno de los principales factores de riesgo de carga de enfermedad y el 4º factor de riesgo de pérdida de salud (OEDA, 2021).
La relación entre la depresión y el consumo de alcohol ha sido objeto de numerosos estudios a lo largo de los años (Kendler, 1993; Harrington, 1990). De hecho, se trata de una relación bidireccional donde el consumo de alcohol puede derivar en una depresión y la depresión puede conllevar un mayor consumo de alcohol. En el caso de una persona con depresión y a la vez con problemas de alcoholismo, podríamos hablar de “patología dual”.
La depresión está relacionada con una mayor propensión a beber para hacer frente a los problemas emocionales. Esto sugiere que las personas con depresión pueden recurrir al alcohol como una forma de controlar sus síntomas depresivos. Por otra parte, los síntomas depresivos suelen estar asociados con un mayor consumo de alcohol y los motivos de consumo, como el consumo para hacer frente o para escapar de los problemas, desempeñan un papel mediador en esta relación.
Por ejemplo, el estudio de Putnick et al. (2017) se centró en la relación bidireccional entre la depresión y el consumo de alcohol en un grupo de adolescentes considerados de alto riesgo. Los resultados mostraron que la depresión se asociaba con un mayor consumo de alcohol, pero también se encontró que un mayor consumo de alcohol aumentaba el riesgo de desarrollar síntomas depresivos en el futuro. Esto sugiere que existe una relación recíproca entre la depresión y el consumo de alcohol en este grupo de población.
Diferentes estudios demuestran una asociación significativa y bidireccional entre la depresión y la dependencia del alcohol. En el estudio de Boden (2019) se encontró que las personas con depresión tenían un mayor riesgo de desarrollar dependencia del alcohol, y aquellos con dependencia del alcohol tenían un mayor riesgo de presentar síntomas depresivos. De hecho, la presencia de cualquiera de estos trastornos duplicaba la probabilidad de padecer un segundo trastorno.
Estos hallazgos resaltan la naturaleza compleja y la interacción entre la depresión y el consumo problemático de alcohol. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la relación entre ambos puede ser compleja y multifactorial, y no todas las personas que experimentan depresión recurren al alcohol como una forma de hacer frente a sus síntomas ni todas las personas con problemas de alcoholismo pueden acabar padeciendo depresión. No obstante, estas dos condiciones son factores de riesgo en sí mismas.
Algunos síntomas típicos de la depresión, como la tristeza, pueden exacerbarse durante el consumo de alcohol. Además, puede provocar otros síntomas como insomnio, irritabilidad y ansiedad. Las personas que consumen alcohol tienen 4,86 veces más riesgo de depresión que los que no consumen alcohol (Lazo, 2016). Las personas que padecen trastorno depresivo mayor tienen el doble de posibilidades de desarrollar un trastorno por uso de sustancias (Ibáñez et al., 2020). Además, el consumo excesivo de alcohol puede exponer a la persona a determinadas situaciones de riesgo que podrían desencadenar accidentes de tráfico, accidentes laborales, violencia e impulsividad, así como una mayor exposición a otras adicciones (juego, sexo, sustancias.) aumentando así su vulnerabilidad. Como el alcohol puede disminuir los inhibidores naturales y aumentar la impulsividad, podría llevar a decisiones impulsivas y peligrosas.
También nos hace más vulnerables a determinadas enfermedades como la cirrosis hepática, la hipertensión y la enfermedad cardiovascular o dañar órganos como el hígado, el corazón y el sistema digestivo. Pero, además, el consumo de alcohol afecta al cerebro de manera directa e indirecta en nuestro comportamiento. Por ejemplo:
El consumo de alcohol modifica el efecto de diferentes medicamentos, por lo que, si una persona con depresión ya está en tratamiento médico, beber alcohol puede empeorar la respuesta a su tratamiento. En el caso de los fármacos antidepresivos y el alcohol, este puede mediar en la eficacia del medicamento, reduciendo sus beneficios e interfiriendo de manera negativa en el tratamiento. En definitiva, los antidepresivos no hacen su efecto cuando se consume alcohol.
Debido a que el consumo de alcohol altera nuestro juicio, así como la toma de decisiones, en presencia de una depresión, puede aumentar el riesgo suicida.
El tratamiento suele ser diferente si solo se trata de abordar la depresión, el alcoholismo o ambos (patología dual). La patología dual requiere de un abordaje multidisciplinar por parte de expertos en psiquiatría y adicciones.
Existen tratamientos específicos para controlar las adicciones que contemplan diferentes fases como; la desintoxicación y tratamiento del síndrome de abstinencia, la deshabituación, el tratamiento psicológico, terapia grupal, terapia familiar, etc…
Por otra parte, la depresión leve o moderada puede ser tratada de manera eficaz por psicólogos/as desde una perspectiva cognitivo-conductual como tratamiento de primera elección y no en todos los casos es necesario el empleo de antidepresivos.
Paradójicamente, las personas que consumen alcohol para calmar o apaciguar los síntomas de su depresión acaban agravando su sintomatología y aumentando las probabilidades de acabar teniendo problemas de alcoholismo. Por otra parte, las personas que tienen un problema con el alcohol pueden acabar padeciendo depresión, entre otros trastornos.
Si crees que tienes un problema o trastorno por consumo de alcohol o depresión, acude a tu psicólogo ya que existen tratamientos y abordajes eficaces para su tratamiento. Además puedes informarte sobre cómo afrontar la depresión en nuestra guía.
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