La obesidad supone uno de los grandes problemas de salud en la actualidad. En España, más de la mitad de la población adulta tiene exceso de peso y uno de cada cinco personas presenta obesidad, cifras que no paran de aumentar en los últimos años.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad y el sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa, que puede ser perjudicial para la salud.
Para conocer si una persona tiene obesidad se analiza el índice de masa corporal (IMC), un dato que se obtiene de la relación entre el peso de una persona expresado en kilogramos y el cuadrado de su talla expresada en metros.
IMC = peso corporal (expresado en kilogramos) / talla al cuadrado (expresada en metros).
Según este dato y para la población adulta, se considera:
Sin embargo, el IMC no diferencia entre masa libre de grasa y masa grasa ni informa de la distribución de la grasa corporal.
Por ello, se recomienda tener datos de la composición corporal mediante analizadores de impedancia bioeléctrica. Se considera que el porcentaje normal de masa grasa oscila entre el 12-20% en los hombres y el 20-30% en las mujeres. Se define la obesidad cuando el porcentaje de masa grasa es superior al 25% en varones y 35% en mujeres.
Dentro de la obesidad, se distinguen tres tipos en función del IMC.
Otro dato de gran interés es conocer el perímetro de la cintura ya que permite estimar la grasa que se acumula en la zona abdominal y que se considera un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular.
Un perímetro de cintura superior o igual a 102 cm en hombres y 88 cm en mujeres diagnostica la obesidad abdominal.
La obesidad es una enfermedad compleja, crónica y multifactorial. Su desarrollo depende de muchos factores, entre los que se pueden encontrar:
Es frecuente encontrar un consumo alto de alimentos procesados ricos en calorías, azúcar y grasas tales como dulces, bollería, bebidas azucaradas o snacks salados. A la vez que hay un consumo deficiente de frutas, verduras, legumbres y cereales integrales.
Más allá de la alimentación, hay otros factores ambientales a tener en cuenta como horarios, disponibilidad alimentaria, disruptores endocrinos, nivel sociocultural y/o socioeconómico bajo y factores psicológicos (estrés, ansiedad, depresión, falta de descanso o mala calidad de sueño).
Padecer obesidad aumenta el riesgo de otros problemas de salud como:
No se trata solo de un problema estético, sino que está relacionada con otras patologías y a menudo no se tiene consciencia de ello. Por todo ello, el tratamiento de la obesidad debe ser personalizado e integrando la naturaleza multifactorial del problema.
Cualquier dieta que no comporte un cambio en el estilo de vida no tendrá resultados satisfactorios y mantenidos en el tiempo. Por ello, el tratamiento de la obesidad empieza en la modificación dietética hacia un patrón de alimentación saludable, pero sin pasar por alto otros factores importantes como son la práctica de actividad y ejercicio físico, los horarios de las comidas (no solo importa qué y cuánto comes sino cuándo comes), la calidad de sueño y la gestión del estrés.
Debe enfocarse como un programa de intervención individualizado para disminuir la grasa corporal preservando al máximo la masa muscular y que se pueda mantener en el tiempo para conseguir una pérdida de peso efectiva a largo plazo.
Ante un problema de salud como es la obesidad mórbida, ponte en manos de un nutricionista que te ayude a mejorar tus hábitos alimentarios desterrando errores y prácticas inadecuadas, mejorar otros factores de riesgo asociados y aumentar tu calidad de vida. Si tienes alguna duda puedes consultar nuestra guía: Comprender la obesidad: una guía completa sobre causas, consecuencias y prevención.
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