La teoría del apego desarrollada por Bowlby (1989), se considera un componente básico y primordial; dicha teoría plantea el establecimiento de lazos emocionales íntimos con determinados individuos desde el nacimiento y a lo largo de toda la vida.
Los seres humanos en su infancia no tienen las capacidades necesarias para subsistir por sí solos; dependen completamente de figuras protectoras que les provean alimento, calor y cuidados cuando están enfermos o heridos. La teoría del apego, concebida por el psiquiatra británico Bowlby (1982) y desarrollada por la psicóloga Ainsworth (1978, 1991), busca explicar cómo los vínculos de protección temprana afectan el desarrollo psicológico del recién nacido y del infante, así como las consecuencias negativas que surgen cuando estos vínculos no están presentes.
Lo que se vive en la infancia tiene repercusiones para la vida adulta, a medida que el ser humano crece va instaurando patrones de comportamiento en relación a lo vivido y aprendido en las diferentes etapas de la vida que van constituyendo su personalidad, modos de ser y actuar.
Considerando la teoría del apego, las personas que han sido lastimadas, buscan proximidad con una figura de apego (Bowlby, 1973; Brimhall, Wampler y Kimball, 2008). Y si esta figura no está disponible, o peor si es una de las personas que produce el dolor, el daño se puede componer pero queda una lesión en la figura de apego. Cuando ocurre esto, estas experiencias negativas que dañaron refuerzan la creencia de que la relación con la pareja es insegura (Feeney, 1999; en Brimhall, Wampler y Kimball, 2008).
Las experiencias de apego con el cuidador primario, modelarían las estructuras cognitivas/ afectivas de las personas, conformando representaciones internas del sí mismo, de los otros y las relaciones, constituyendo modos característicos de vinculación, denominados estilos de apego que se mantienen relativamente estables a través de la vida, extendiéndose posteriormente a la relación de pareja adulta.
En el apego seguro, mientras exista atención y calidez, el infante podrá sentirse confiado; experimentará preocupación ante la separación y satisfacción ante la presencia de su cuidador. Ainsworth (1978).
El apego seguro se caracteriza por mostrar una adecuada expresión de angustia cuando los cuidadores se alejan, seguida de comportamientos reconfortantes y positivos al reunirse nuevamente con ellos. Se ha observado que estas personas pueden establecer relaciones interpersonales estables y relacionarse con otros con facilidad, ya que tienen una alta tolerancia al compromiso y confianza (Hazan y Shaver, 1987; Simpson, 1990).
Las personas con un apego seguro tienden a mostrar confianza y receptividad, disfrutan de la intimidad, aceptan tanto su propia dependencia como la de su pareja, y mantienen relaciones afectivas más estables y satisfactorias en comparación con aquellos que tienen un apego inseguro.
En el apego evitativo, los cuidadores suelen ser consistentes e inconsistentes, por lo que la presencia del niño es una obligación para ellos; él bebe percibe este rechazo y se distancia. Ainsworth (1978). El cuidador deja de atender de manera constante las señales de necesidad de protección del niño. Aquí da como resultado que el individuo se sienta inseguro y desconfiado por las experiencias de abandono en la infancia (Ortiz y Marrone, 2001).
Este tipo de apego se caracteriza por una respuesta defensiva y de rechazo hacia la persona a la que se está vinculado emocionalmente. Individuos con este estilo de apego suelen reportar sentimientos de incomodidad y ansiedad al estar cerca de otros (Feeney y Noller, 1990).
En este caso se trata de una adaptación para evitar el sufrimiento ante la persistente falta de respuesta de la figura de apego (Bowlby, 1969; Shaver y Mikulincer 2006).
Se da cuando el cuidador está presente y disponible, física y emocionalmente sólo en ciertas ocasiones, lo que hace que el niño se sienta más ansioso. El trastorno del apego dará como resultado que el niño no tenga confianza y presente inseguridad. Los cuidados son algunas veces cálidos pero otras veces fríos, el bebé se adapta aferrándose o desvinculándose, por lo tanto se comportará de manera tal para llamar su atención (llora, grita, ríe, entre otros) Ainsworth (1978).
El apego ansioso-ambivalente se relaciona con un nivel reducido de cuidado sensible y un estilo de cuidado compulsivo (Collins et al., 2006; Feeney y Collins, 2001; Simpson, Winterheld, Rholes y Orina, 2007).
En las personas ansiosas, se produce una sobreactivación del sistema de apego, con un aumento de la percepción de amenaza o de rechazo, una exageración de las solicitudes de afecto, protección y atención, celos y una mayor vulnerabilidad a la soledad.
Este estilo de apego se define por una conducta variable, inconsistente y contradictoria (Ainsworth y cols., 1978).
El comportamiento del niño suele ser: tímido, evitativo, temeroso, con duda, frialdad al apego, cariño, ser cuidado. El comportamiento del cuidador suele ser: errores de comunicación, confusión, apego-regaño, no sabe las características de su rol, malos tratos. Asociado a formas de abuso infantil.
Se describe un tipo de apego que se forma en hijos cuyos padres no pueden proporcionar un entorno psicológicamente sano para ellos. En este patrón de relación entre padres e hijos, los padres muestran conductas contradictorias y aterradoras, generando miedo en sus descendientes. Este tipo de apego inseguro, denominado “desorganizado”, se distingue de los otros, porque la figura de apego, aunque nunca se establece realmente como tal, es la misma que induce el miedo y el estrés a través del maltrato en todas sus formas. Aunque el maltrato es la principal causa de este apego desorganizado, la investigación también sugiere que puede ser resultado de la pérdida temprana de la figura de apego, aunque esto solo ocurre en aproximadamente el 15% de los casos (Lyons-Ruth & Jacovitz, 2008; Talarn, Sáinz & Rigat, 2016).
El apego patológico es un vínculo de apego inseguro.
Cuando las figuras de apego no te validaron o confirmaron generan sentimientos de abandono, “hay algo malo en mi”, “amenazas de ser reconocida/o”, “ansiedad y miedo al rechazo”. La vergüenza, es la humillación que nos deja la figura de apego y queda como una verdad de nuestra identidad.
La vergüenza “genera en uno una parte que estará siempre en alerta que señalará las cosas que hago mal”. La amenaza de no ser querida/o y la realidad de ser mal querida/o.
Cuando el maltrato, abandono, descuido, abuso proviene de las personas que supuestamente deben ser protectoras, el daño adquiere dimensiones más complejas y dolorosas.
Estos eventos complejos y dolorosos tienen las características del trauma:
El objetivo de la terapia para ayudar a pacientes con estilos de apego inseguro, es poder de a poco internalizar el apego seguro, que se puede construir y trabajar en la etapa adulta.
El tratamiento buscará trabajar:
Puede decirse que el apego tiene dos funciones básicas: protección y socialización.
Se debe tener presente que la etapa infantil desempeña un papel fundamental en la vida de cualquier persona, es a lo largo de estos años donde se produce el mayor desarrollo intelectual y emocional, pues el niño pasa de no poseer conocimiento alguno a poder adquirir comportamientos funcionales y adaptativos a las circunstancias que le rodean. En este contexto, los padres tienen un papel imprescindible para que el niño llegue a alcanzar estas aptitudes, pues desde el inicio son sus principales educadores y modelos. La existencia de factores ambientales negativos como el estrés, el maltrato y la tristeza, entre otros, afectan perjudicialmente a la madurez cerebral.
La prevención de comportamientos patológicos comienza con la promoción de vínculos positivos por parte de los padres, aunque desafortunadamente pueden surgir situaciones que interfieran con este proceso, lo que puede conducir a desviaciones en los vínculos y, si persisten, pueden dar lugar a comportamientos patológicos y a la ruptura de las relaciones entre padres e hijos, así como al desarrollo social y emocional de todos los involucrados. Si quieres saber más puedes consultar tus dudas con un psicólogo.
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