Muchas especies animales, incluidos los primates, presentan el comportamiento de llevarse a la boca y chupar sustancias no comestibles como tierra, huesos, madera, papel, etc. Se piensa que estos consumos tienen una finalidad desintoxicante, suplen carencias de minerales o alivian problemas digestivos. En los monos la geofagia o consumo de tierra de forma voluntaria parece ser muy común. Esta conducta podría justificarse por las propiedades minerales de algunas tierras, que actuarían como neutralizadoras de los tóxicos como taninos, quininas, etc., presentes en las hojas y vegetales de las que se alimentan de forma masiva.
Siguiendo la línea evolutiva del ser humano, no es difícil imaginar que esta práctica haya pervivido en nuestra especie por su posible valor adaptativo, así la geofagia, como práctica sancionada culturalmente, sobre todo entre embarazadas y niños se considera normal en muchas partes del mundo. Sin embargo, el hábito de chupar, comer o consumir sustancias comestibles de una forma compulsiva y reiterada, se considera patológico cuando persiste más allá de los primeros dos años de vida y/o lo que se consume no forma parte de la dieta culturalmente aceptada por la comunidad.
Clínicamente, la pica se define como un deseo compulsivo de comer sustancias no comestibles, por un periodo superior a un mes, sin que exista temor o aversión a la comida. Esta práctica se considera patológica cuando no forma parte de una práctica culturalmente aceptada o socialmente normativa recomendándose, en el caso de los menores, que hayan cumplido al menos 2 años para poder excluir así hábitos propios del desarrollo normal de los niños como es el llevarse objetos a la boca.
Cuando la ingesta de alimentos no comestibles se asocia a otras patologías psiquiátricas o se relaciona con trastornos del neurodesarrollo como son la esquizofrenia, la discapacidad intelectual o el trastorno del espectro autista, la pica no se considera un trastorno alimentario (a no ser que sea un caso muy grave o precise una atención especial.
En función de lo expuesto hasta aquí podemos suponer que los casos de pica son relativamente raros en la población occidental. Siendo más prevalentes cuando se da otro trastorno asociado, en cuyo caso estaríamos hablando más de un síntoma asociado a otra condición clínica.
Lo más habitual es que la ingestión de sustancias no nutritivas no cause daño a las personas que la practican, sin embargo, el riesgo de complicaciones, como obstrucciones en el tubo digestivo o envenenamiento por plomo siempre está presente. El 75% de los pacientes atendidos necesita cirugía, el 30% sufre complicaciones y hasta el 11% fallece a consecuencia de la pica o complicaciones.
Respecto al tratamiento, desde la perspectiva psicológica, las técnicas de modificación conductual pueden ser beneficiosas, pero se ha investigado aún muy poco acerca de los tratamientos específicos para la pica. En cuanto a la medicina se tratan las carencias nutricionales y otras complicaciones según sea necesario. La más frecuente es la obstrucción intestinal. Puedes hablar con un psicólogo para tratar este trastorno o bien puedes leer nuestra guía sobre cómo los trastornos alimentarios impactan en la salud mental.
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