El concepto de alta sensibilidad hace referencia a las personas que nacen con cierta tendencia a ser más conscientes del entorno que les rodea, procesando de manera profunda dicha información. Estas personas se caracterizan por una alta empatía, son intuitivas, creativas y concienzudas, tienen el llanto fácil, llevan mal las críticas y son muy perfeccionistas y autocríticos.
Por otro lado, se suelen abrumar muy fácilmente cuando se exponen a un exceso de estimulación, lo que los lleva a evitar determinadas situaciones de este tipo. Estas personas suelen ser más reactivas emocionalmente que la población normal tanto a las experiencias positivas como negativas. Asimismo, suelen ser más sensibles al dolor, a los medicamentos y a los estimulantes. Se ha identificado a partir de estudios neurobiológicos marcadores genéticos, fisiológicos y conductuales de alta sensibilidad, demostrando una asociación significativa entre la alta sensibilidad con la serotonina, así como con el sistema dopaminérgico. Por último, presentan sistemas inmunológicos más reactivos, así como padecimientos de alergias (Chen et al., 2011; Greven, et al., 2019; Licht, Mortensen y Knudsen, 2011).
La alta sensibilidad se considera un rasgo de personalidad, y se ha observado en otras especies. La evidencia científica nos informa de un componente genético, es decir, no es de extrañar que la mamá, el papá u otro familiar del niño altamente sensible (NAS) también lo sea. De acuerdo con Baryła-Matejczuk, y Artymiak (2018) la alta sensibilidad es un rasgo oculto, relacionado con el funcionamiento del sistema nervioso.
Es de destacar que para que hablemos de una persona altamente sensible debe de presentar cuatro aspectos.
Muchos padres vienen a consulta manifestando que sus hijos son tímidos, sufren y se preocupan por cosas que no les corresponde, les afectan mucho los cambios, viven muy intensamente tanto lo bueno como lo malo, tienen muy buenos amigos, pero contados con los dedos de la mano, etc. En otras ocasiones, refieren que su niño/a es muy maniático, se queja de que les pica o raspa la ropa, las etiquetas, los calcetines, etc., no se comporta como los demás niños, incluso cuando tiene que acudir a alguna fiesta de cumpleaños con sus compañeros dice que no quiere ir, que prefiere quedarse en casa… Es posible que estemos hablando de un niño/a con alta sensibilidad.
Debido a este rasgo, una infancia truncada o mal abordada puede tener efectos devastadores en la vida adulta de estos niños. Sin embargo, una infancia con padres sanos y afectivos dará lugar a adultos que podríamos denominar como superdotados emocionales.
Con frecuencia, incluso profesionales de la salud mental confunden el rasgo de la sensibilidad con el trastorno de déficit de atención (TDA). Existen algunas similitudes, ya que los NAS se pueden distraer con facilidad ante el exceso de estimulación, o una afección emocional les puede llegar a bloquear. Pero no debemos olvidar que el TDA es un trastorno, al presentarse una carencia de funciones ejecutivas, sin embargo, los NAS son normalmente buenos en esas funciones cuando regresan a la tranquilidad.
Asimismo, en algunos campos se ha hablado de confusión entre un niño con alta sensibilidad y un niño con autismo de alto funcionamiento. Es importante destacar que no es lo mismo, ya que las investigaciones están bastante claras, habiéndose obtenido diferencias cerebrales. Se ha constatado que la alta sensibilidad es una variación normal, mientras que los TEA son considerados trastornos (Aron, 2021).
Recuerda que los NAS son niños normales que si están relajados y tranquilos se muestran extrovertidos con las personas que conocen bien, escuchan y se expresan sin problema. Pero cuando se estresan se bloquean temporalmente y se muestran malhumorados. Incluso en ambientes relajados y familiares se sienten mucho más alegres y contentos que el resto de las personas.
Hay que señalar que las investigaciones han destacado como los puntos fuertes de los NAS, la empatía, la escrupulosidad, bondad, preocupación por la justicia, espiritualidad, creatividad, capacidad científica y artística. Como puntos débiles encontramos la terquedad, la timidez y miedo al rechazo, tendencia a la depresión y ansiedad, lento en el aprendizaje, pasa mucho tiempo delante del ordenador, le alteran mucho los cambios.
Debido a estas características, acontecimientos importantes a lo largo de su vida, como mudanzas, nacimiento de hijos, conflictos, estrés, enfermedad, fallecimientos de familiares, divorcio, etc., le van a afectar más que a otras personas. Por lo que es importante que durante su infancia les potenciemos y enseñemos herramientas para manejar su sensibilidad y sacar lo mejor del rasgo y de sí mismos.
Cabe destacar que no todos los NAS son iguales, hay unos niños más fáciles que otros, esto depende de muchas variables, como el temperamento del niño, las experiencias, el entorno, el estilo de crianza, etc. El objetivo para todos es prepararles para interpretar correctamente todo lo que ocurre en su entorno, ya que el mundo no está diseñado para personas altamente sensibles.
A pesar de la variabilidad en los NAS existen cuatro claves básicas que nos van a servir de orientación en el proceso de crianza.
La autoestima es la primera clave que hay que tener en cuenta, el motivo es que al tener esta alta sensibilidad se puede ver afectada su autoestima más fácilmente. Asimismo, estos niños necesitan que se les corrijan y aprendan disciplina, pero hay que hacerlo con tacto, y sin que sea una crítica excesiva, ellos ya son bastante exigentes consigo mismos y pueden quedarse con la idea de que siempre se equivocan. Es decir, al ser muy autocríticos son más vulnerables a una baja autoestima. Debemos tener en cuenta que la autoestima se construye en nuestra infancia y se lleva a la edad adulta, y es un aspecto que va a contribuir a la felicidad del futuro adulto (Arón, 2021; Matejczuk, y Artymiak, 2018).
La culpa es otro aspecto clave en los NAS. Es un sentimiento en el que la persona se siente malvada. Cuando el niño siente remordimiento tiende a reparar de continuo para aplacar esa sensación que resulta desagradable y le hace sentirse terriblemente mal. Por otro lado, recuerda que en ocasiones vas a tener que corregir a tu NAS, ya que tan malo es corregir en exceso como no corregir. Eso sí, intenta no culpabilizarle, sin resaltar lo que se espera de él, pues cuando no lo logre va a pensar que te ha decepcionado. El sentimiento de no dar la talla deja una profunda sensación de culpa. Recuerda, que siempre va a intentar complacerte, por ejemplo, si trataras el tema de qué quiere ser de mayor, déjale que elija ser en lo que él disfrute, sin transmitirle lo que a ti te gustaría que fuese. No hagas comparaciones con otros niños y hermanos, céntrate solo en las virtudes de cada uno. Bajo ningún concepto le hagas burla, aunque creas que es desde el cariño, él posiblemente no lo interprete así (Arón, 2021).
El mismo método de crianza opera de forma diferente en distintos temperamentos. Teniendo en cuenta este aspecto, y que un NAS también comete errores y rompe las reglas, estaría indicado tener una conversación con él para explicarle las razones, escúchale y empatiza. Cuando apliques disciplina realízalo de forma sensata, no recurras a los azotes, ni a cualquier otra medida correctiva que no sea el razonar con él. Si la situación se repitiese, explícale que tendrá que haber alguna consecuencia, éstas tendrán que ser breves, suaves y que guarden relación con el comportamiento que queremos corregir, lo va a entender rápidamente. No son óptimos como estilos de crianza de estos niños ni un estilo autoritario ni indulgente.
Según Matejczuk, y Artymiak (2018) los niños criados bajo un estilo autoritario presentan más probabilidades de desarrollar una baja autoestima y agresividad. Y bajo la crianza de un estilo indulgente aumenta la probabilidad de impulsividad y pobres habilidades sociales. Refiriendo como estilo óptimo, el democrático, que se caracteriza por la escucha y reconocimiento de emociones y necesidades del niño, pero al mismo tiempo marcando normas claras y razonadas.
Por último, es importante que aprendas a hablar con tu NAS de la sensibilidad. Todo NAS se da cuenta tarde o temprano que es diferente. Como padres tenemos que proporcionarle una visión positiva de este rasgo. Si consideras que sería adecuado hablar con profesores, estaría indicado que primero hablaras con tu NAS, siempre ajustándote a la edad del niño. Explícale que hay muchos niños y adultos como él en el mundo, que es un rasgo y que otras personas tienen otros rasgos predominantes. Cuando surja un problema, no saques a colación que no lo consigue por su rasgo. Identifica personas altamente sensibles que tu hijo conozca y admire y habla de ellos. Habla de la sensibilidad de tu hijo con los demás como un rasgo positivo.
Por lo tanto, quedémonos con las siguientes ideas. En primer lugar, la alta sensibilidad es un rasgo de personalidad y no un trastorno. Se ha observado que se dan componentes genéticos y fisiológicos. Son niños que requieren unas pautas de crianza especiales, ya que son más vulnerables a la baja autoestima y la culpa. El estilo de crianza óptimo es el estilo democrático, en el que predomina la empatía y la escucha por parte de los padres, sin olvidar un manejo adecuado de unas normas claras y sensatas. No dudes en pedir cita con un psicólogo si necesitas ayuda.
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