Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2019) mantener estilos de vida saludables es fundamental para prevenir enfermedades. Cada vez son más las personas que adoptan estilos de vida saludables en sus vidas cotidianas. Mantener este tipo de posturas implica comportamientos y actitudes cada vez más centradas en cuidar su cuerpo y mantenerlo alejado de las enfermedades.
Pero: ¿qué ocurre cuando esta actitud centrada en la salud se nos va de las manos? En estos casos hablamos de trastornos psicológicos como son el miedo intenso o persistente a enfermar (nosofobia); la creencia persistente de estar sufriendo una enfermedad grave aún no diagnosticada (hipocondría); la convicción de enfermedad a partir de la interpretación catastrofista y excesiva de un síntoma (trastorno somático) o el miedo a contaminarse junto a la preocupación obsesiva por estar sano/en forma (TOC). Veamos en qué consisten algunos de ellos.
La hipocondría podría definirse como un estado de preocupación e incertidumbre al no tener certeza sobre si estamos sanos o enfermos. Esta [incertidumbre](https://www.doctoralia.es/blog/como-superar-miedo-cambio-abrazar-incertidumbre) provoca malestar y miedo casi constante por las consecuencias que ese desconocimiento podría acarrear para nuestra supervivencia. (Belloch et al., 2019; OMS, 2019).
La nosofobia se parece a la hipocondría, pero aquí la persona lo que manifiesta es un miedo intenso a sufrir una enfermedad mortal o poder contraerla con facilidad en un futuro indeterminado. Esta creencia es irracional y provoca una ansiedad, a veces tan incontrolable, que pone en marcha respuestas de evitación casi automáticas. (APA,2004; Belloch et al., 2019).
En ambos trastornos son comunes la preocupación por la enfermedad (creencias) y la aparición de ansiedad (emociones). Sin embargo, hay ciertas diferencias:
Como vimos, ambos trastornos tienen en común la presencia de creencias sobrevaloradas sobre la enfermedad que provocan una ansiedad muy desagradable e intensa.
Sin embargo, son los comportamientos que ponen en marcha para neutralizar la amenaza de enfermedad y la naturaleza de estas creencias lo que determinará que al final se genere un trastorno u otro. Este matiz conlleva distintas estrategias de tratamiento para cada trastorno; esto es, exponerse a la enfermedad temida en el caso de la fobia a la enfermedad y terapia cognitivo-conductual para la hipocondría (Belloch et al., 2019; López-Santiago et al., 2012; NICE, 2011; Salkovskis, 1997).
De acuerdo… Ya sabemos distinguirlas, ¿y ahora qué?
El objetivo de este artículo no es el auto diagnóstico, sino que aprendas a identificar los síntomas relevantes de estos desórdenes (nosofobia e hipocondría) y te orientes hacia la búsqueda de información/atención adecuada. Esto implica, al menos 3 cuestiones importantes:
Personas relevantes como Andy Warhol, Woody Allen o Charles Darwin se reconocieron a sí mismos como hipocondríacos y ello no les impidió triunfar en sus áreas. En mi experiencia profesional, cada vez que abordo un caso como los descritos en este artículo, mi mente viaja a mi infancia, cuando leía aquellos cómics de Astérix y Obélix. Concretamente me resultaba simpático el personaje de Abraracúrcix (jefe de la irreductible aldea gala) que sólo temía una cosa: «¡Que el cielo caiga sobre mi cabeza!». Aunque eso sí, se tranquilizaba diciendo: «Pero eso no va a ocurrir mañana». Y seguidamente se “liaba a mamporrazos” contra los romanos. Esa, imagino, es la actitud con la que las personas con hipocondría o nosofobia se enfrentan cada mañana a sus vidas, con la amenaza de un miedo irracional e ingobernable planeando sobre sus cabezas, pero con la actitud de enfrentarse a aquello que les depare el día a día.
Cada vez que veo a una de estas personas en mi consulta no puedo dejar de considerarlas héroes y heroínas auténticas, porque, aunque lo que les trae a mi es su creencia real (enfermedad física sobrevalorada) o imaginaria (sospechas infundadas) y sus comportamientos puedan ser manifiestos (doctor shopping, huida, evitación…) o encubiertos (buscar información confirmatoria, evitar pensamientos, conversaciones o incluso películas relacionadas con enfermedad) lo que determinará su recuperación y bienestar futuros es su actitud de lucha frente a sí mismas y, para eso hay que ser muy valiente.
Si estás interesado en profundizar tus conocimientos, te sugerimos consultar nuestra guía sobre la hipocondría para aprender a abordarla de manera efectiva.
Referencias
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