El mindfulness en autocompasión es:
Tiene que ver con la capacidad de perdonarse a sí mismo, o incluso perdonar el daño efectuado por otras personas.
Conecta con la capacidad de darnos afecto y dar afecto hacia los demás.
Los estilos de apego en el adulto pueden ser trabajados en psicoterapia y pueden modificarse hacia un estilo de apego seguro.
El apego se establece desde los primeros momentos de la vida, entre el recién nacido y su principal cuidador, y tiene por función asegurar el cuidado, el desarrollo psicológico y la formación de la personalidad. Se trata de un conjunto de emociones y conductas encaminadas a promover en el otro, nuestro cuidado, protección y afecto.
En este sentido el tipo de relación que se establece entre el menor y su cuidador, será determinante en la conducta y desarrollo emocional posterior y en cómo se vinculará en el futuro cuando sea adulto, con el resto de las personas de su entorno más próximo, y muy especialmente con la pareja.
Podemos hablar entonces de tipos diferentes de estilos de apego, consistentes en:
1- Estilo de apego seguro: caracterizado por la incondicionalidad, de forma que el niño sabe que su cuidador no va a fallarle. Se siente querido, aceptado y valorado. Esto depende en gran parte de la constancia del cuidador en proporcionarle cuidado y seguridad. El principal cuidador se mantendrá atento y preocupado por comunicarse con el recién nacido, yendo más allá de cubrir las necesidades básicas de alimentación e higiene. Cuando esto se da, el niño y la figura de vínculo mantienen una sintonía emocional.
El estilo de apego del adulto se basa entonces en la confianza en sí mismo y en el otro. Sintiéndose a gusto consigo mismo y sintiéndose digno de recibir afecto. También se siente cómodo en la dependencia afectiva sana que surge del mismo vínculo, por lo que pueden solicitar ayuda y recibirla de forma confiada cuando así, lo necesita. Existe un equilibrio entre las necesidades afectivas y la autonomía personal.
2- Estilo de apego ansioso o ambivalente: caracterizado por la falta de confianza del niño en su cuidador, con una sensación constante de inseguridad, de que a veces sus cuidadores están y a veces no. Lo único constante es la inconsistencia en las conductas de cuidado y seguridad. El niño necesita la aprobación de los cuidadores y vigila de manera permanente que no les abandonen.
Generando en el estilo de apego adulto la baja autoestima, la dependencia emocional y las conductas de celos. Siendo la herida emocional el miedo al abandono.
3- Estilo de apego evitativo: caracterizado por la asunción por parte del niño de que no puede contar con la protección y seguridad del cuidador, el cual no está abierto a la conexión emocional con él, todo y que el resto de las necesidades más básicas puedan estar cubiertas. Lo constante han sido conductas por parte de sus cuidadores que no han generado suficiente seguridad y el menor en estos casos desarrolla la distancia emocional, aún con elevado sufrimiento, ya que en el fondo desea esta proximidad.
Su estilo de apego en el adulto se basa en la evitación a la intimidad con los otros. Son poco comprensivos con la necesidad de afecto de los otros, que tachan de enfermiza o debilidad, porque aprendieron a sobrevivir afectivamente de forma autónoma sin ayuda de nadie. Pueden tener una imagen de sí mismos exageradamente positiva como estrategia de autoconfianza compulsiva, orientados al logro, con escasas necesidades afectivas y apenas relaciones interpersonales significativas. Siendo la herida emocional el miedo al rechazo.
4- Estilo de apego desorganizado: caracterizado por una mezcla entre el apego ansioso y el apego evitativo, o la carencia total de apego, frutos de negligencias graves en la infancia por parte del cuidador o cuidadores. Sería justo el extremo opuesto al apego seguro. Se puede dar en casos de abandono, maltrato físico y/o psicológico, llegando a sentir pánico hacia la supuesta figura vincular.
El estilo de apego del adulto se basa en el rechazo a las relaciones o pueden mantener relaciones muy conflictivas de forma constante.
A través del mindfulness en autocompasión podemos tomar conciencia en primer lugar de nuestro modelo de apego, para modificar posteriormente los aspectos que nos hacen sufrir, promoviendo el apego seguro con uno mismo.
Desarrollando en las primeras fases de la terapia la imagen compasiva o figura de apego segura, para luego en fases más avanzadas convertirse en la propia figura de apego, capaz de proporcionarse así mismo, el cuidado, la calma y la protección necesaria en las crisis, pérdidas y adversidades, que inevitablemente la vida antes o después, nos depara.
Siendo especialmente indicado en el tratamiento de la dependencia emocional y el mantenimiento de relaciones tóxicas. No dudes en pedir cita con tu psicólogo si necesitas ayuda.
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