Artículos 03 octubre 2023

Intolerancia a la fructosa: ¿qué alimentos puedo comer?

Anna Paré Vidal Dietista Nutricionista
Anna Paré Vidal
Dietista Nutricionista

La intolerancia a la fructosa es un trastorno digestivo en el que se altera la absorción normal de fructosa en el intestino delgado. Según la Sociedad Andaluza de Patología Digestiva, entre un 40% y un 60% de la población española padece intolerancia a la fructosa. Antes de saber más sobre este trastorno digestivo, veamos primero qué es la fructosa.

¿Qué es la fructosa?

La fructosa es un tipo de azúcar que se encuentra de forma natural en frutas como la manzana o la pera, verduras como los espárragos, y en otros alimentos como la miel o el sirope de ágave. Se trata de un monosacárido y además de encontrarse como tal en estos alimentos, también forma parte del azúcar común o sacarosa, que es un disacárido.

En muchos alimentos procesados como mermeladas, salsas o refrescos, la fructosa se usa como edulcorante artificial por tener un sabor dulce superior a otros azúcares.

En condiciones normales, la fructosa se absorbe en las células del intestino delgado por la acción de unos transportadores llamados GLUT 5 y GLUT 2. Posteriormente pasa a la sangre y viaja hacia al hígado.

En caso de intolerancia a la fructosa hay un déficit o mala función de estos transportadores y la fructosa no se puede absorber. Se acumula en el intestino, retiene agua provocando hinchazón abdominal y sigue avanzando hasta llegar al colon donde es fermentada por las bacterias de la microbiota intestinal y se generan gases como hidrógeno, metano y dióxido de carbono.

Tipos de intolerancia a la fructosa

Existen dos tipos de reacciones adversas a la fructosa:

  • Intolerancia hereditaria a la fructosa o fructosemia. Se trata de una mutación genética que causa una deficiencia de la enzima aldolasa B, encargada de metabolizar la fructosa a nivel hepático. Se diagnostica mediante una prueba genética específica y tiene muy baja prevalencia, por lo que está clasificada como enfermedad rara.
  • Intolerancia a la fructosa por malabsorción. Se da por un defecto en la absorción de la fructosa a nivel intestinal. Puede ser primaria cuando hay menos transportadores o estos no funcionan correctamente. O puede ser secundaria a una patología digestiva como, por ejemplo: celiaquía, enfermedad de Crohn, colon irritable o un sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado conocido por sus siglas en inglés como SIBO. Para diagnosticar la malabsorción de la fructosa, el método más utilizado es el test de hidrógeno espirado.

Síntomas de intolerancia a la fructosa

Los síntomas de malabsorción a la fructosa son similares a los de la intolerancia a la lactosa, el síndrome del intestino irritable o el SIBO. Pueden manifestarse a nivel digestivo y también extradigestivo. Veamos los más frecuentes:

Síntomas digestivos:

  • Gases.
  • Hinchazón y distensión abdominal.
  • Diarrea o estreñimiento.
  • Náuseas.
  • Sensación de plenitud después de comer.
  • Espasmos.
  • Dolor abdominal.

Síntomas extradigestivos:

  • Fatiga o cansancio.
  • Niebla mental o dificultad por concentrarse.
  • Dolor de cabeza o migraña.
  • Irritabilidad.
  • Bajo estado de ánimo.
  • Caída de cabello y uñas quebradizas.

Cómo se diagnostica la intolerancia a la fructosa

El test de hidrógeno espirado, o test del aliento, se considera la mejor prueba para evaluar la mala absorción de fructosa. Es un método simple, no invasivo y relativamente rápido en el que se analiza la producción de hidrógeno por parte de las bacterias intestinales tras la ingestión de una cantidad controlada de fructosa.

El paciente debe estar en ayuno alimentario de 8 a 12 horas, no haber tomado laxantes desde una semana antes y no haber tomado antibióticos en las cuatro semanas previas a la prueba. Además, se debe seguir una dieta libre en hidratos de carbono fermentables durante el día anterior a la prueba.

Test de intolerancia a la fructosa

Para realizar el test, se pide al paciente que beba una solución con una determinada cantidad de fructosa y se recogen diferentes muestras de aire espirado durante aproximadamente las 3 horas siguientes.

La fermentación de la fructosa por parte de la microbiota intestinal genera gases como el hidrógeno y el metano que son absorbidos y transportados por la sangre para eliminarse a través de las vías respiratorias. Así pues, el aumento de la concentración de estos gases en el aliento tras tomar la fructosa, indica que este azúcar no se ha absorbido de forma adecuada y por tanto puede existir una intolerancia o malabsorción.

chica cocina sonriendo manzana frutas El objetivo del tratamiento es eliminar o reducir los síntomas y restaurar la digestión normal.

Tratamiento de la intolerancia a la fructosa

El objetivo del tratamiento es eliminar o reducir los síntomas y restaurar la digestión normal. Para ello se debe prescindir de los alimentos con fructosa y con fructanos. Los fructanos son un tipo de fibra fermentable formada por cadenas de fructosa unidas entre sí y se encuentran en alimentos como cebollas, ajo, trigo y espárragos.

Además, es conveniente buscar la causa de la intolerancia a la fructosa y hacer un tratamiento para mejorar la mucosa y la permeabilidad intestinal, equilibrar la microbiota y reducir la inflamación intestinal.

Una vez han mejorado los síntomas, se puede reintroducir gradualmente y, en pequeñas cantidades, los alimentos que se han retirado.

¿Qué alimentos puedo comer si tengo intolerancia a la fructosa?

A continuación se detalla el contenido en fructosa de los distintos alimentos (gramos de fructosa por 100 gramos de alimento). Se estima que en cada comida se pueden llegar a tolerar 15 gramos de fructosa.

Frutas

  • Aguacate, lima, coco, chufa, papaya. Muy bajo (1 g).
  • Grosella roja, mandarina, naranja, melocotón, kiwi, nectarina, pomelo, piña, melón, uva. Bajo (1-3 g).
  • Fresa, granada, guayaba, mango, melocotón, membrillo, moras, plátano, sandía. Zumo de naranja o de piña. Medio (3-5 g).
  • Albaricoque seco, caqui, cereza, ciruela pasa, chirimoya, dátiles, higos secos, brevas, manzana, pera, ciruela. Alto (> 5 g).

Frutos secos y semillas

  • Almendras, avellanas, castañas, piñones, cacahuetes. Semillas de sésamo y de lino. Muy bajo (1 g).

Verduras y legumbres

  • Acelga, boniato, berenjena, calabacín, champiñón, espinacas, guisantes, habas, garbanzos, judías, lechuga, pepino, setas, maíz, rábano, nabo, remolacha. Muy bajo (1 g).
  • Alcachofas, ajo, apio, brócoli, calabaza, cebolla, coles, repollo, coliflor, escarola, zanahoria, lentejas, puerro, tomate. Bajo (1-3 g).
  • Alcachofa de Jerusalén (tupinambo), espárragos, ajo negro. Alto (> 5 g).

Farináceos

  • Patata, boniato y cereales excepto trigo y centeno. Muy bajo (1 g).
  • Trigo y centeno. Alto (> 5 g).

Proteínas

  • Huevos, carnes, pescados y mariscos naturales. Muy bajo (1 g).

Otros

  • Aceite de oliva, aceitunas, mantequilla, margarina. Muy bajo (1 g).
  • Jalea real, miel, mermelada, bebidas azucaradas, cereales azucarados, fruta en almíbar, chocolate, dulce de membrillo, galletas, azúcar blanco o moreno. Alto (> 5 g).

Es frecuente que los pacientes con intolerancia a la fructosa tengan también intolerancia al sorbitol. Por lo que se recomienda realizar también el test del aliento para sorbitol y en caso de diagnóstico positivo, eliminar también los alimentos con sorbitol. No dudes en consultar un nutricionista para resolver cualquier duda. Además si te interesa descubrir tu camino hacia una vida saludable puedes consultar nuestra guía práctica para gestionar las intolerancias alimentarias.

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