Las enfermedades periodontales son un conjunto de enfermedades o patologías localizadas en las encías y en las estructuras de soporte del diente. Están producidas por bacterias provenientes de la placa bacteriana aunque también existen factores predisponentes del huésped (enfermedades sistémicas, modificaciones genéticas, problemas psicológicos…) y factores externos que influyen en la progresión de la enfermedad (mala higiene, tabaquismo…).
Para entender qué son las enfermedades periodontales tenemos que tener en cuenta que los dientes están soportados por diferentes tejidos o estructuras: encía, ligamento periodontal y hueso alveolar. Y que dependiendo de la afectación de uno o varios tejidos la patología en cuestión tendrá unas características y un nombre diferente.
Las dos principales asociaciones mundiales en periodoncia, la Academia Americana de Periodoncia (APP) y la Federación Europea de periodoncia (EFP) han creado una clasificación de las diferentes enfermedades periodontales:
Los factores de riesgo sistémicos son:
Los factores de riesgo sistémicos son:
3 Hipertrofias gingivales producidas por fármacos: este tipo de crecimiento gingival se produce como efecto secundario de ciertos fármacos, sin la existencia de placa o patología oral.
Inflamación que afecta a la encía y a los tejidos de soporte del diente, provocando una pérdida ósea irreversible que puede llegar a provocar la pérdida de piezas dentales si no es detectada y tratada a tiempo por el odontólogo.
Las diferentes formas de enfermedades periodontales se consideran un problema de salud pública tanto por la frecuencia con la que aparece como por sus implicaciones en la salud general, ya que no solo afecta la salud bucal sino que se está comprobando que es un factor de riesgo de enfermedades sistémicas tales como enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus, neumonía, resultados adversos del embarazo… entre otras.
Los síntomas que puede referir el paciente son los mismos que la gingivitis (sangrado de encía, dolor, halitosis, efectos estéticos y una reducción de la calidad de vida relacionada con la salud oral) añadiendo una pérdida de soporte óseo que puede causar aparición de espacios negros entre dientes, reducción de la altura de la encía y aparición de estructuras dentarias antes no visibles como son las raíces dentales.
Este tipo de patologías son más agudas que la gingivitis y periodontitis y se reconocen por su rapidez y agresividad.
La gingivitis se trata mediante la realización en clínica de una limpieza con ultrasonidos (tartrectomía), eliminando así el tártaro o sarro (placa dental calcificada) que se encuentra sobre las superficies de los dientes.
El tratamiento de la periodontitis es más complicado. La elección del tratamiento será en base a la situación clínica del paciente, más en concreto en base a la profundidad de sus bolsas periodontales, es decir dependiendo de la pérdida de hueso existente alrededor de cada una de las piezas dentales.
Para conocer esa profundidad será necesario realizar un minucioso estudio periodontal, que consistirá en una serie radiográfica y un sondaje periodontal.
En los casos menos avanzados el tratamiento que se llevará a cabo será una limpieza con ultrasonidos y un posterior raspado y alisado radicular eliminando bacterias y cálculo subgingival.
En los casos más extremos será necesario realizar una cirugía periodontal, cuya finalidad es disminuir el sondaje. Para ello hay dos opciones posibles, cuya elección dependerá de la situación de cada paciente. Se podrá eliminar parte de la encía para disminuir esas bolsas periodontales (cirugía respectiva) o aumentar el volumen óseo (cirugía regenerativa).
En ciertas ocasiones cuando la enfermedad se encuentra en una fase avanzada puede ser necesario el uso de antibióticos y enjuagues con clorhexidina.
El diagnóstico de la patología siempre debe llevarse a cabo por un profesional. Para ello el odontólogo realizará diferentes pruebas clínicas como el sondaje periodontal y diferentes pruebas radiológicas.
El paciente debe acudir como mínimo una vez al año para realizar una revisión. Dependiendo de la presencia o no de patologías estas revisiones se realizarán con mayor o menor frecuencia.
Existen ciertos síntomas que el propio paciente puede reconocer y que le alertarán sobre la posibilidad de que su boca se esté viendo afectada por alguna de las patologías previamente descritas. Así:
Será de vital importancia la colaboración del paciente acudiendo a revisiones periódicas al dentista y teniendo una higiene bucal óptima en su día a día. El paciente debe cepillarse los dientes tres veces al día y complementar ese cepillado con accesorios como la seda dental, cepillos interdentales e irrigador bucal.
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