La enfermedad de Crohn es una enfermedad inflamatoria intestinal crónica que afecta principalmente el tracto gastrointestinal. Puede involucrar cualquier parte del sistema digestivo, desde la boca hasta el ano, aunque es más frecuente en el intestino delgado y el colon. Se caracteriza por la presencia de inflamación que afecta a todas las capas de la pared intestinal y puede provocar una variedad de síntomas, incluyendo: dolor abdominal, diarrea crónica, fatiga y pérdida de peso. El diagnóstico preciso y el manejo adecuado, que a menudo incluye un enfoque nutricional integral, son fundamentales para mejorar la calidad de vida de los pacientes.
El diagnóstico de la enfermedad de Crohn puede ser desafiante debido a la variabilidad de sus síntomas y la similitud con otras enfermedades inflamatorias intestinales, como la colitis ulcerosa. No existe una única prueba diagnóstica específica, por lo que se utilizan una serie de métodos y herramientas para confirmar la enfermedad.
El proceso diagnóstico comienza con una evaluación clínica detallada. El médico recopila información sobre los síntomas del paciente, antecedentes médicos, historia familiar y hábitos de vida. Los síntomas como dolor abdominal, diarrea persistente, sangrado rectal, fiebre, fatiga y pérdida de peso son indicadores importantes que pueden sugerir la presencia de la enfermedad .
Las pruebas de laboratorio ayudan a detectar signos de inflamación y otras anomalías. Entre ellas se incluyen:
Las pruebas endoscópicas son cruciales para visualizar directamente el tracto gastrointestinal y obtener biopsias:
Las técnicas de imagen se utilizan para evaluar la extensión y localización de la inflamación, así como para detectar complicaciones como fístulas o abscesos:
Es crucial distinguir la enfermedad de Crohn de otras enfermedades inflamatorias intestinales, infecciones intestinales, y otras condiciones que puedan causar síntomas similares. El diagnóstico diferencial incluye la investigación de la existencia de colitis ulcerosa, la infección por Clostridium difficile, y el síndrome del intestino irritable, entre otros.
La nutrición juega un papel fundamental en el manejo de la enfermedad de Crohn, tanto en la prevención de deficiencias nutricionales como en el control de los síntomas y la promoción de la remisión. Los enfoques nutricionales varían según la fase de la enfermedad (brotes agudos vs. remisión), la localización de la inflamación y las complicaciones presentes.
Durante los brotes, el objetivo principal es reducir la inflamación y minimizar la irritación intestinal. Algunas recomendaciones incluyen:
En algunos casos, puede ser necesario recurrir a la nutrición enteral (alimentación por sonda) o parenteral (nutrición intravenosa) para permitir el descanso completo del tracto gastrointestinal .
Durante los períodos de remisión, el objetivo es mantener un estado nutricional óptimo y prevenir recaídas. Las recomendaciones pueden incluir:
A este respecto, la dieta mediterránea, por su composición en antioxidantes, fibra y omega 3 es la más indicada. Eso sí, con reintroducción pautada ya que el exceso de fibra puede irritar de nuevo el intestino.
En algunos casos, se pueden utilizar dietas específicas como parte del tratamiento, como:
Los pacientes con enfermedad de Crohn deben trabajar de cerca con un equipo de salud que incluya gastroenterólogos y nutricionistas especializados. La evaluación periódica del estado nutricional, la adaptación de la dieta según la evolución de la enfermedad y el control de la tolerancia a los alimentos son esenciales para asegurar el buen estado nutricional.
Hay otro elemento a tomar en cuenta: aquellas personas que presentan una enfermedad inflamatoria intestinal tienen una mayor probabilidad de tener enfermedad celíaca o intolerancia al gluten no celíaca, por lo que es importante también descartar esas enfermedades ya que los alimentos con gluten pueden estar participando de la inflamación del intestino. En caso de que sean positivas, bien por analítica sanguínea o bien porque se haya investigado la posibilidad de asociación genética, la dieta de por vida deberá ser sin gluten estricta. Es importante no quitarse el gluten uno mismo ya que, podrían salir resultados no válidos en las pruebas diagnósticas. Por tanto, aunque hayamos notado una mejoría si nos quitamos el gluten unos días, es necesario avisar al médico y al dietista-nutricionista de esta situación antes de realizar las pruebas.
El diagnóstico y manejo de la enfermedad de Crohn requieren un enfoque multidisciplinar y personalizado. Las pruebas diagnósticas permiten confirmar la presencia de la enfermedad y evaluar su extensión y gravedad. Por otro lado, el tratamiento nutricional es una parte integral del manejo terapéutico, que debe ser adaptado a las necesidades individuales del paciente. Una nutrición adecuada no solo ayuda a controlar los síntomas y prevenir complicaciones, sino que también juega un papel clave en la calidad de vida y el bienestar general de los pacientes con enfermedad de Crohn.
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https://accuesp.com/enfermedad-celiaca-enfermedad-de-crohn-y-colitis-ulcerosa-juntas-o-revueltas Fecha de consulta: 31/07/2024
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