Artículos 11 diciembre 2023

Dependencias emocionales y relaciones traumáticas: la regla del “contacto 0”

Ángel G. López Pérez-Díaz Psicólogo, Psicólogo infantil
Ángel G. López Pérez-Díaz
Psicólogo, Psicólogo infantil

La dependencia emocional es una de las razones más habituales por las que las personas acuden a una consulta de Psicología. Y esto es así porque la dependencia emocional se origina en la necesidad “primaria” de afecto, esto es, en la necesidad de sentirnos queridos por el otro/a. En el ser humano esto es incluso tan importante como cualquier otra necesidad básica.

El problema surge cuando esa necesidad es mal gestionada, cuando se utiliza por ejemplo para “llenar” carencias emocionales que se puedan arrastrar desde la infancia, por poner solo un ejemplo. En estos casos, la persona “dependiente” suele verse abocada a mantener una relación en la que predomina el sufrimiento, la angustia y el malestar, aceptando a veces situaciones o pautas de intercambio muy dolorosas y consecuentemente, haciendo síntomas que son la expresión fehaciente del problema (p.ej. ansiedad, depresión, conductas adictivas, etc.).

En el ámbito de las relaciones, es conveniente plantearse que las relaciones no son “tóxicas” en sí mismas. Dicho de otro modo, las relaciones no son ni buenas ni malas (o tóxicas), sino que somos las personas las que mantenemos una dinámica relacional compleja a pesar del daño que eso conlleva. Pensar en una relación como una “cosa” sitúa a la persona en una posición más pasiva frente al cambio, lo cual, valga la redundancia, dificulta el proceso de cambio, favorece la permanencia en una relación disarmónica y contribuye a la cronificación del malestar.

¿Por qué se acepta entonces una relación sentimental cuando no aporta felicidad?

El que esto suceda va a depender de muchos factores personales, entre los que podríamos mencionar, por ejemplo, nuestra psicobiografía, las relaciones en nuestra familia de origen, nuestra experiencia previa con exparejas, nuestros miedos, nuestras dependencias o necesidades personales (afectiva, económica…), todo lo cual influye de una u otra forma en cómo resolvemos una relación en la que pesa más el sufrimiento que el bienestar, el conflicto frente la armonía o el dolor frente al sosiego.

Es evidente que hay personas inmersas en relaciones tremendamente complicadas o incluso “imposibles”, en las que el maltrato en cualquiera de sus formas es la dinámica habitual en la relación. Este sería el caso más evidente, pero no el único. Aquí tienen cabida todas las relaciones en las que el maltrato (en cualquiera de sus formas), la dominancia, el control o el sometimiento es el eje sobre el que se vertebra la relación de pareja, apareciendo así un desequilibrio no siempre fácil de resolver y que conduce al sufrimiento y al dolor de una manera constante.

¿Qué es la regla del contacto 0?

La “regla del contacto 0” es una estrategia que consiste básicamente en restringir cualquier posibilidad de contacto con la persona con la que se mantiene una relación imposible. Se trata por tanto de una estrategia que se utiliza para “desengancharse” de la otra persona, para cortar el vínculo afectivo con una persona cuyo contacto es sinónimo de dolor, sufrimiento o agonía. Pensemos en un símil para que se entienda con más claridad: si un zapato duele, ¿qué haríamos?, ¿nos lo pondríamos un día tras otro para ver si algún día cesa el dolor, o por el contrario nos desharíamos de ese calzado? Si duele y no se puede soportar, tal vez sea el momento de pensar que quizás el zapato no es de nuestra talla…

Cuando sentimos que una relación sentimental solo implica dolor, y sobre todo cuando hablamos de una relación de características maltratantes puede que la “regla del contacto 0” sea la única solución al problema. Restringir cualquier posibilidad de contacto supone mantener con la otra persona una conducta consistente en no hacer ni contestar llamadas y no mantener ningún contacto por WhatsApp (por cierto, una vía de comunicación para nada recomendable a la hora de resolver problemas relacionales dado que se omite el componente analógico o emocional de la comunicación humana…). Además, supone no buscar, indagar ni interactuar con la otra persona a través de las redes sociales (Facebook, Instagram…), no preguntar a los conocidos sobre la otra persona e incluso pedir que no se hable del otro/a en presencia de uno/a mismo/a. Debe quedar claro que romper esta regla es volver al punto de inicio de una relación que se vive como tormentosa, y por ende, volver a la tónica del sufrimiento.

hombre manos cabeza sentado triste consulta psicologa En la persona que aplica el "contacto 0" pueden originarse dudas, inquietud e incluso tristeza.

¿Cómo se aplica el contacto 0?

Llegado a este punto, si estamos inmersos en una relación en la que predomina el conflicto y decidimos aplicar el contacto 0, hay una cuestión importante que tiene que ver con el cómo proceder con el otro/a. Resulta recomendable, cuando es posible (siempre que no hablemos de un caso de violencia de género) explicar a la otra persona que en la relación hay daño, y que para evitarlo se ha decidido que en adelante no va a haber ningún tipo de contacto o comunicación. Así, la otra persona estará en mejor disposición para entender lo que suceda en lo sucesivo y para ajustarse y regular su propia conducta.

¿Qué sucede una vez que se aplica el contacto 0?

Lo normal, lo previsible es que suceda algo similar a lo que ocurre en cualquier tipo de dependencia. En la persona que aplica el contacto 0 pueden originarse dudas, inquietud e incluso tristeza, siendo estas reacciones emocionales más intensas en los días posteriores a la toma de decisión respecto a la regla del contacto 0. Lo esperable es que a medida que pasa el tiempo aparezca la calma y la tranquilidad conforme se va elaborando que se ha tomado la decisión correcta; por la otra persona, puede que se produzcan intentos “desaforados” por retomar el contacto y el afecto con quien se lo niega, no siendo de extrañar incluso reacciones iracundas, que frecuente lugares que se solían visitar en pareja… (a veces vemos cómo aparecen otras conductas “patológicas” tales como abrirse perfiles falsos en las redes sociales con la intención de saber del otro/a, presentarse de forma inesperada en lugares inadecuados la casa, el trabajo, etc.).

El final tras aplicar contacto 0

En ambos casos, cuando se persiste en contacto 0 y cuando ya se ha transitado el tiempo suficiente por las turbulencias del dolor ambos estarán en disposición de asumir que la relación se ha terminado y que “ya no hay vuelta atrás”. Efectivamente el paso del tiempo “cura” heridas: la experiencia clínica en consulta nos enseña que no es habitual que quien ha sufrido tanto por amor siga haciéndolo de forma indefinida por un vínculo que fue “malo”, ambivalente o desorganizado en una relación de dos, y menos aún cuando se trató de una relación maltratante.

Ya lo decía José María Toro en su libro “La sabiduría de vivir”: las hojas del árbol no se caen sino que se sueltan. “La hoja que se suelta comprende y acepta que el espacio vacío dejado por ella es la matriz generosa que albergará el brote de una nueva hoja… solo las hojas que se resisten, que niegan lo obvio, tendrán que ser arrancadas por un viento mucho más agresivo e impetuoso, y caerán al suelo por el peso de su propio dolor”.

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