La palabra demencia la encontramos por primera vez en la obra de De Rerum Natura, de Titus Lucrecio Caro, en el siglo I antes de Cristo, hablando del arte de envejecer. Y dentro del contexto médico en la enciclopedia de Aulus Cornelius Celsus, también en el siglo I antes de Cristo. En aquella época cualquier tipo de trastorno mental o de conducta alterada se denominaba demencia.
Es a inicios del siglo XIX cuando el término demencia comienza a ser usado para referirse sobre todo a cuadros de trastornos cognitivos adquiridos y en la segunda mitad del mismo siglo el término ya se restringe casi en exclusividad a trastornos irreversibles que afectan predominantemente a ancianos. El concepto actual de demencia se construyó a finales del siglo XIX (Custodio, Montesinos y Alarcón, 2018).
Hoy, ya se sabe que la demencia, y en particular la enfermedad de Alzheimer es una enfermedad degenerativa, que tiene consecuencias devastadoras tanto para pacientes como cuidadores, así como implicaciones importantes para el sistema sociosanitario. Se caracteriza por la presencia de una serie de síntomas que aparecen normalmente en personas con enfermedades y lesiones que afectan al cerebro, ya sea de forma primaria o secundaria. El resultado es el deterioro y la desaparición de neuronas, viéndose afectadas las capacidades funcionales del enfermo, y repercutiendo en el desarrollo normal de las actividades diarias (hogar, trabajo, relaciones, etc.).
Estas enfermedades afectan principalmente a la población más envejecida a partir de los 65 años, la más común es el Alzheimer (Kramer, 2023).
Los síntomas suelen aparecer antes de que el paciente desarrolle una demencia. Nos vamos a centrar principalmente en los síntomas conductuales y psicológicos ya que generan un gran sufrimiento al paciente y cuidador/cuidadores, lo que lleva en muchas ocasiones al internamiento del paciente.
Entre los síntomas más característicos están:
Como hemos mencionado en apartados anteriores depende del tipo de demencia. Cabe destacar que no todas las demencias siguen el mismo curso y patrón, y aunque comparten características, también presentan diferencias.
Vamos a describir muy brevemente los tipos de demencias:
Se trata de un estado transitorio entre las capacidades cognitivas normales y la enfermedad de Alzheimer. En este caso los pacientes DCM tienen dificultades de memoria reconocidas por ellos mismos o por otros, sin embargo, las actividades de la vida diaria no se encuentran afectadas. Estos síntomas también se pueden encontrar en depresiones o ser el resultado del mismo envejecimiento.
Después de la enfermedad de Alzheimer, la DV es la segunda causa más común del Deterioro Cognitivo Progresivo. En estos casos, la demencia es el resultado de un daño cerebral acumulado, causado por pequeños infartos que generalmente no son notados por la persona. Su curso es más rápido que el de la enfermedad de Alzheimer y por etapas, si bien ambas pueden coexistir (demencia tipo mixta). Los factores de riesgo más importantes son: hipertensión arterial, antecedentes familiares de enfermedad cerebrovascular, sexo masculino, diabetes, tabaquismo, hipercolesterolemia, cardiopatía y raza negra.
Si la comparamos con la enfermedad de Alzheimer (50-60 % de las demencias), la EP es relativamente rara, siendo la responsable de casi el 5 % de los casos de demencia. El diagnóstico de esta demencia es un tanto complicada, ya que la presencia o ausencia de cuerpos de Pick es controvertida. Los pacientes con demencia frontotemporal (DFT) a menudo exhiben desinhibición, pérdida de iniciativa, comportamiento obsesivo-compulsivo y comportamiento extraño, anterior o asociado al trastorno de memoria.
Suele ser de inicio más precoz que la enfermedad de Alzheimer y su curso suele ser más rápidamente progresivo; no obstante, a medida que la enfermedad progresa comparte rasgos de la enfermedad de Alzheimer. El comportamiento alimentario alterado y estereotípico y la pérdida de la conciencia social son factores que ayudan a diferenciar la DFT de la enfermedad de Alzheimer.
Se caracteriza por presentar síntomas de enfermedad de Alzheimer con síntomas leves de enfermedad de Parkinson (rigidez, pobreza de movimientos, raramente temblor) y alucinaciones visuales complejas muy elaboradas. A diferencia del paciente con Alzheimer, la DCL presenta más trastornos de la atención, visoespacial, rigidez mental, indecisión, falla de juicio.
Otra diferencia es que en la DCL hay fluctuaciones en el estado cognitivo del paciente, un día cualquiera el paciente es capaz de mantener una conversación normal y al día siguiente está mudo y adormecido
Este tipo de demencias se caracteriza por su reversibilidad total o parcial con tratamiento precoz. Aunque este grupo de demencias es el menos conocido por ser el menos frecuente, es importante conocerlo porque si se trata en su inicio puede impedir el deterioro mental.
Dentro de este tipo de demencias nos encontramos con hidrocefalia normotensiva, caracterizada por incontinencia urinaria y alteraciones de la marcha. Es de inicio insidioso. Deficiencia de vitamina B12, es una causa de demencia reversible y psicosis orgánica. Demencia provocada por hipotiroidismo. El alcoholismo crónico también se asocia a las demencias. Por último, señalar la implicación neurológica en el síndrome de la inmunodeficiencia adquirida.
Actualmente se tiene evidencia acumulada sobre la importancia de algunos factores, como la dieta, nivel de colesterol, hipertensión, obesidad, depresión, inactividad física y cognitiva y tabaquismo. Aunque sí es verdad que las investigaciones sugieren que el conocimiento sobre el potencial para la prevención de la demencia es pobre, por lo que se necesita más investigación al respecto.
Gran cantidad de estudios señalan una alta asociación entre depresión y demencia, indicando que la depresión aumenta la probabilidad de desarrollar demencia. Algunos autores señalan que incluso un único episodio es un factor de riesgo para el desarrollo de demencias. Incrementado el riesgo en caso de depresiones severas y sin tratamiento. Aunque existe suficiente evidencia acerca de que la depresión es un factor de riesgo para el desarrollo de la demencia, hay otros estudios que descartan estos resultados.
Se han realizado varios metaanálisis en los que se han concluido que la prevalencia (número de casos con demencia en ese periodo concreto) dependía de la zona geográfica, entre 5-8% para mayores de 60 años, aumentando de forma exponencial a partir de esa edad, con un predominio femenino.
Todos los estudios sobre la incidencia de demencia y de EA, en particular, coinciden en mostrar que se trata de una patología que aumenta con la edad y que presenta un patrón de crecimiento exponencial a partir de los 65 años, con respecto al género la investigación no es concluyente, ya que los resultados dependen de la zona geográfica. Las tasas de incidencia de demencia vascular y otros tipos de demencia son muy inferiores a la EA.
Hoy no se puede establecer ninguna recomendación con evidencia científica, si es verdad que el control de algunos factores de riesgos como hipertensión arterial, diabetes mellitus e hiperlipidemia puede contribuir a mejorar la salud, así como mantener una vida saludable, pero esas recomendaciones están indicadas para la población en general.
En caso de sospecha por parte del propio paciente o por sus familiares está indicado acudir al médico de Atención Primaria, el cual evaluará si existen datos consistentes que apunten a una posible demencia.
En este punto también se tendrá que considerar posibles enfermedades, antecedentes familiares, medicamentos que puedan estar originando dicha sintomatología. El siguiente paso será realizar una exploración neuropsicológica básica, para ello podemos utilizar un test breve de cribado. Estaría indicado completarlo con un estudio analítico para descartar otras enfermedades. Según vayamos obteniendo mayor evidencia de una posible demencia se irá profundizando en la realización de pruebas.
Se necesitará un estudio neuropsicológico pormenorizado, así como un estudio de neuroimagen. Una vez que está claro el diagnóstico hay que valorar el tratamiento. A nivel general el tratamiento del paciente con demencia debe partir de un enfoque global. Con un abordaje farmacológico y no farmacológico.
La demencia es una enfermedad degenerativa que suele afectar en mayor medida a la población mayor de 65 años. Aunque hay distintos tipos de demencias, es el Alzheimer la más común y frecuente, viéndose afectados todos los ámbitos del enfermo, con implicaciones importantes para los cuidadores o familiares.
Se ha encontrado evidencia científica entre depresión y desarrollo de demencia, aunque los datos no son aún concluyentes, otros estudios informan de que niveles elevados de colesterol, hiperglucemia y tensión arterial son factores de riesgo, pero no se pueden dar unas recomendaciones especiales que no valgan también para el resto de la población.
Si es verdad que hay unas recomendaciones que aconsejan cuándo acudir al psicólogo ante determinadas señales de alarma de una posible demencia, ya que como todas las enfermedades cuanto más precoz sea la detección mayor es la probabilidad de detener el deterioro.
Referencias
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