La palabra contractura etimológicamente hablando, proviene del griego Contractus cuyo significado es contraer, constreñir… En sí, se define como una contracción involuntaria que puede afectar a uno o más músculos y que se acompaña de una rigidez resistente al estiramiento pasivo.
La contractura muscular puede ser intermitente (corta duración) o permanente (prolongada en el tiempo). Las contracturas intermitentes que van seguidas de dolor y endurecimiento muscular también reciben el nombre de calambres y estos, a su vez, se pueden dividir en calambres benignos y calambres secundarios a patología sistémica o neurológica.
Por otro lado, las contracturas musculares permanentes se relacionan con retracciones y deformidades articulares, y son características de enfermedades musculares poco frecuentes (distrofinopatías, miopatía de Bethlem o distrofia muscular de Emery-Dreifuss).
Las contracturas musculares pueden clasificarse según sus tres tipos fisiopatológicos:
Las contracturas de carácter transitorio o benignas también se pueden dividir en:
Al realizar un esfuerzo físico, se acumulan una serie de productos de desecho metabólico en las fibras musculares, evitando que la sangre llegue de forma adecuada al tejido. Debido a la hipoxia generada, se dificulta la eliminación de los desechos metabólicos, por lo que su acumulación estimulará las terminaciones nerviosas, provocando dolor local e irradiado, aumentando así el tono muscular.
Este tono creciente es propiamente las contracturas. El aumento del tono muscular hará que nuestros músculos se vuelvan más duros y tensos, por lo que se reducirá la capacidad funcional del músculo.
Masoterapia: el masaje ayuda a aliviar el dolor y la inflamación al liberar la acumulación de ácido láctico y otros metabolitos, así como al disminuir la actividad del sistema nervioso simpático y aumentar la producción de endorfinas, lo que genera una sensación de bienestar y alivio. Mejora la circulación sanguínea y linfática, la relajación del tejido muscular y la reducción de la tensión y la rigidez muscular.
Radiofrecuencia: la radiofrecuencia es una técnica que utiliza corrientes electromagnéticas para generar calor en los tejidos profundos del cuerpo. En el caso de las contracturas musculares, la radiofrecuencia puede tener un efecto beneficioso al producir un aumento localizado de temperatura en el área afectada. Este aumento de temperatura ayuda a mejorar la circulación sanguínea y el flujo de oxígeno a los músculos, lo que a su vez puede reducir la tensión y el espasmo muscular, aliviar el dolor y promover la relajación muscular. Además, la radiofrecuencia también puede tener efectos analgésicos y antiinflamatorios.
Ondas de choque: el efecto de las ondas de choque en las contracturas musculares se puede describir científicamente como la estimulación de los tejidos mediante microtraumas controlados. Estos microtraumas desencadenan una respuesta inflamatoria localizada que promueve la regeneración de los tejidos y la liberación de factores de crecimiento. Esto a su vez, estimula la curación de las contracturas musculares, aumenta el flujo sanguíneo, reduce la tensión muscular y promueve la relajación y el alivio del dolor. Además, las ondas de choque también pueden tener efectos analgésicos y mejorar la movilidad y la función muscular.
Punción seca: la punción seca es una técnica de fisioterapia en la que se utilizan agujas estériles para tratar las contracturas musculares. El efecto de la punción seca en las contracturas musculares se puede describir científicamente como la liberación de puntos gatillo miofasciales, que son áreas hiperirritables en los músculos tensos y contracturados. Al insertar la aguja en el punto gatillo, se produce una respuesta de relajación muscular localizada, disminuyendo la tensión y la rigidez muscular. Además, la punción seca también puede estimular la circulación sanguínea y promover la liberación de sustancias analgésicas y antiinflamatorias naturales en el tejido muscular, lo que contribuye a la reducción del dolor y la mejoría de la función muscular.
Estiramientos: al realizar estiramientos de forma adecuada y controlada, se ejerce tensión sobre las fibras musculares acortadas y contracturadas, lo que estimula su elongación y relajación. Este proceso ayuda a reducir la tensión y rigidez muscular, mejora la circulación sanguínea y la entrega de nutrientes a los tejidos, y promueve la liberación de endorfinas, lo que contribuye a la reducción del dolor y la mejora de la función muscular. Los estiramientos también pueden ayudar a prevenir futuras contracturas y promover una mejor postura y movilidad.
Ejercicio terapéutico: mediante la realización de ejercicios específicos y adaptados, se estimula la contracción y el estiramiento controlado de los músculos afectados, lo que contribuye a reducir la tensión y la rigidez muscular. El ejercicio terapéutico también promueve la circulación sanguínea, la entrega de oxígeno y nutrientes a los tejidos musculares y la eliminación de productos metabólicos acumulados en la zona de la contractura.
Además, el ejercicio terapéutico puede fortalecer los músculos debilitados alrededor de la contractura, mejorar la postura y la alineación corporal y prevenir futuras contracturas.
En conjunto, estos efectos ayudan a aliviar el dolor, mejorar la función muscular y acelerar el proceso de recuperación en las contracturas musculares. No dudes en consultar con un fisioterapeuta para resolver cualquier duda.
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